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El Madrid no doblegó a un Barça a contragolpe

Alex Martínez Roig

El Real Madrid y el Barcelona están llegando al final de la temporada con sus depósitos de gasolina prácticamente vacíos. Los dos andan empeñados en ese último golpe de riñón que necesitan para ganar la Liga. Y, de repente, se, encuentran en un partido como el de anoche. Ninguno de los dos cambiaría la Copa por la Liga, y eso resta tensión a un enfrentamiento que llega en un momento tan inoportuno. Pero, paradójicamente, esa rebaja en la tensión permitió ver uno de los Madrid-Barça más abiertos e intensos delos últimos años. Si no llega a ser por la actuación de los porteros, soberbios ambos excepto el error de cálculo de Zubizarreta en el gol blanco, el partido podría haber tenido un resultado muy amplio. El empate dejó un mal sabor de boca en el Real Madrid, porque controló más tiempo el balón. Pero fue una imagen engañosa. Sumando las oportunidades claras de gol, el Madrid apenas superó al Barcelona.Johan Cruyff sigue sin ganar en el Bernabéu como entrenador, pero anoche se acercó más que nunca. Un empate en un partido de 180 minutos, cuya segunda parte se jugará en el Camp Nou, es un resultado excelente. A Cruyff parece que se le han acabado los inventos en sus cinco años de: visitas infortunadas al Bernabéti. El último, el nacimiento y muerte de Pablo como azulgrana, debió servirle de escarmiento. Anoche intentó una nueva táctica más sensata: el contragolpe. Le salió bastante bien.

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El Barcelona, por una vez, dejó el dominio del balón al rival. Se parapetó en un fuerte sistema defensivo con las líneas muy cercanas -la ausencia de Koeman y las últimas pifias ligueras así lo aconsejaban-, y apostó por el contragolpe con Stoichkov pisando la cal de la banda izquierda. El Madrid, con Milla moviendo al equipo, llegaba con cierta facilidad, pese a estar cercenado su mejor recurso, Michel, por el marcaje de Juan Carlos.

Las jugadas de gol de la primera parte llenan un largo párrafo. Witschge lanzó un gran tiro (m. 4); Luis Enrique disparé al cuerpo de Zubizarreta cuando ya estaba batido en el suelo (m. 16); Hierro lanzó una falta que paró el guardameta azulgrana (m. 21); Stoichkov disparó al palo corto y Buyo lo intuyó (m. 26); el gol de Bakero (m. 32); un cabezazo nefasto de Stoichkov solo (m. 3 5); un fuera de juego inexistente del búlgaro cuando se iba solo (m. 37); un disparo duro y raso de Goikoetxea que detuvo Buyo (m. 40); el gol de Zamorano (m. 42).

Zubizarreta y Buyo, dos guardametas tan distintos como la noche y el día -uno es sobrio, el otro es un nervio-, estuvieron espléndidos en toda esta fase. Pero otra pareja aguantó el peso de sus respectivos equipos. sin hacer tanto ruido. El despliegue de Bakero y de Milla durante los primeros 45 minutos fue extraordinario. Milla se hartó de robar balones y de encontrar huecos para lanzar a sus compañeros. Bakero era capaz de arrebatar un balón en defensa para rematarlo 80 metros más allá y volver de nuevo a la retaguardia. Su generoso despliegue tapó el egoísmo de fuerzas de un hombre como Witschge, que se va a ir del Barcelona sin haber demostrado nada. Su papel fue el de un cero a la izquierda.

El dominio del Madrid en la segunda parte se hizo más intenso, aunque siguió el toma y daca de oportunidades. El equipo de Benito Floro, más entero físicamente, llegó con más claridad. Hasta cuatro veces se encontró Zubizarreta en la trayectoria de los obuses de larga distancia de Hierro, la versión española -cada vez más ajustada- del misil-Koeman. El Barca replicó con un tiro de Laudrup, otro de Bakero y un tercero de Stoiclikov.

Pero el partido comenzó a morirse cuando Milla y Bákero, se fueron del campo. Martín Vázquez realizó una buena jugada, salvada por Nadal en última instancia, pero su entrada restó fluidez a un equipo que ya era incapaz de superar a un Barcelona descaradamente defensivo.

Si hay un detalle que ahora diferencia a ambos equipos es su hombre-gol. Uno, Zamorano, está inspirado. Es agresivo, pelea por cada balón, presiona hasta la extenuación... y marca goles. Todo le sale bien. El otro, Stoichkov, está en un pozo. No corre, se queja por todo, remata sin ilusión, y ha perdido su olfato de killer. Lleva seis meses con el chip cambiado. Eso explica, vista la igualdad de fuerzas, porque el Madrid es líder en la Liga.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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