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Federer y Djokovic no fallan

El suizo, definitivo como de costumbre, aplasta a Nalbandian mientras el serbio doblega a un efervescente Baghdatis

Parece que los años no pasan para Federer, pero sí lo hacen para Nalbandian. Los dos tenistas, que protagonizaron varios duelos extremadamente reñidos entre 2003 y 2008, han vuelto a encontrarse, por primera vez en Wimbledon, después de tres años sin verse. No hubo historia. El suizo, la tercera raqueta del circuito, pasó por encima del argentino (número 23 del mundo) en menos de dos horas (6-4, 6-2 y 6-4) y ha apuntado su nombre en el cuadro de los octavos de final del grande inglés. Antes de él lo hizo Nadal, ganador contra Muller, y después, Djokovic, que derrotó al chipriota Baghdatis en cuatro sets (6-4, 4-6, 6-3 y 6-4). Los tres favoritos ya están en la segunda semana. No estará allí Robin Soderling, número cinco, que perdió contra el australiano Bernard Tomic, de 18 años (1-6, 4-5 y 5-7).

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En el partido de Federer se vieron destellos de la antigua rivalidad durante la primera manga, con tres roturas del servicio, pocos errores y golpes ganadores en ambos lados. Tanto el suizo como Nalbandian cimientan su juego sobre el talento, los golpes definitivos, la búsqueda del hueco que el rival deja descuidado. Durante media hora los espectadores asistieron a un espectáculo digno de la pista central. Después, Nalbandian se deshiló. Tal vez por haberse desacostumbrado a tales escenarios; tal vez por alguna molestia física, ya que requirió la asistencia del fisioterapeuta. Federer, al revés, se creció, mejoró su efectividad al servicio y se hizo con el segundo set en apenas 28 minutos.

En el tercer set el argentino volvió a pelear más los puntos y mantuvo la manga viva hasta el 4-4, cuando Federer sumó su segundo break en el parcial, el sexto del partido. Hubo el tiempo para ver un último juego en el que Federer desperdició tres bolas de partido, una por un despiste del suizo que falló una volea elemental, dos por la casta del argentino, que sobrevivió a unos intercambios y metió una dejada soberbia. Ante Federer, casi cruel en su aplastante superioridad, en su elegancia, tampoco bastó.

Djokovic gana el partido; Baghdatis, al público

Tampoco le alcanzó al chipriota Baghdatis con expresar un buen tenis y conectar con el público de la pista central, que se encariñó con el tesón que el número 30 del mundo puso ante Novack Djokovic. Finalmente ganó el que será número uno si alcanza la final de Wimbledon -o si Nadal no se hace con el trofeo inglés-, aunque le costó más de lo esperado. El serbio no estuvo tan fino como de costumbre -este año solo cuenta una derrota (ante Federer, en la semifinal de Roland Garros)-, se equivocó a menudo (32 errores no forzados) y delató su nerviosismo con gestos pocos ortodoxos, como cuando maltrató su raqueta después de fallar una derecha con la pista abierta, o cuando la dejó caer al suelo tras una bola que se quedó en la red.

Baghdatis, que el curso pasado derrotó a Federer en Indian Wells y a Nadal en Cincinnati, llegó a soñar con protagonizar una empresa semejante ante otro maestro. Se ganó al público, que empezó a celebrar cada punto del chipriota y a acompañar con sonoros murmullos sus recorridos para salvar los latigazos que iba soltando Nole. Baghdatis le respondió con garra, sonrisas y algunos gestos fuera de programa, como en el momento en que se puso a vacilar a un juez de línea que cantó fuera dos pelotas válidas, o cuando se puso a hacer malabarismos, dando toques a la pelota con los pies.

Todo muy bonito, hasta que Djokovic decidió que no era tiempo para bromas. Espoleado por el parcial ganado por el chipriota, el serbio martilleó más duro hasta la victoria. Tardó tres horas y media de juego, pero al final apagó la chispa de Baghdatis, silenció los aullidos de la grada y bajó el telón sobre la primera semana de Wimbledon.

El suizo Roger Federer, durante el encuentro ante le argentino Nalbandian.
El suizo Roger Federer, durante el encuentro ante le argentino Nalbandian.KERIM OKTEN (EFE)
Baghdatis y Djokovic, después del partido.
Baghdatis y Djokovic, después del partido.ANJA NIEDRINGHAUS (AP)

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