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Reportaje:El personaje

Francia enloquece con Chabal

Televisiones y firmas de publicidad se rifan al imponente jugador de rugby, de 1,92 y 114 kilos, un héroe tras partir la mandíbula a un 'all black'

Juan Morenilla

El mundo descubrió a Sebastien Chabal (Valence, 1977) en un partido amistoso entre Nueva Zelanda y Francia en junio pasado, previo al Mundial de rugby. En aquel encuentro, Chabal, una mole francesa de 192 centímetros y 114 kilos, protagonizó varias acciones que transformaron su vida deportiva. Primero chocó con el balón entre sus brazos contra un all black como si fuera una locomotora y lo dejó aturdido sobre el campo. Y luego derribó a Masoe en lo que se ha llamado el placaje del siglo. Chabal se lanzó contra Masoe, le hizo escupir dos dientes y le partió la mandíbula por cuatro sitios. Luego le dio unas palmaditas para hacerle entender que no había sido para tanto. La prensa de Nueva Zelanda comenzó a conocer al francés, con una larga melena y espesa barba, como El hombre de las cavernas. Y Francia se rindió a su nuevo héroe a las puertas de su Mundial.

Desde entonces, la Chabalmanía ha invadido el país. Durante la primera semana del torneo, los internautas descargaron 170.000 veces el vídeo Chabal y va tamponner (algo así como Chabal va a chocar), un montaje musical que mezcla elogios al jugador con sus mejores placajes. La televisión francesa no da abasto. Chabal copa 10 de los 30 segundos del anuncio de presentación de cada partido de Francia. "Hace dos meses no conocía a Chabal, pero cuando lo vi, cuando vi cómo la gente le aplaudía, sentí que debíamos hacer algo", explica Charles Villeneuve, el director de la televisión (TF1) que tiene los derechos del Mundial. "En sólo una semana hemos recibido más llamadas que en toda una temporada pidiéndonos reportajes de Chabal. La jefa de prensa no para de responder a los correos. La figura es el equipo, pero dentro hay una personalidad que está por encima. No es el entrenador ni el capitán, es Chabal. Son los franceses quienes le han hecho lo que es. Es el niño mimado de Francia", añade. Hasta se ha ganado un personaje en los populares guiñoles de Canal +, caracterizado con una máscara y camisa de fuerza como Hanibal Lecter en El silencio de los corderos.

Las agencias publicitarias se lo rifan. "Negociamos cinco grandes contratos publicitarios: dos empresas de productos alimenticios, una marca de coches, un perfume...", presume su agente, Carine Rossigneux. También empresas de construcción, grúas y mudanzas quieren asociarse a su imagen. A 200.000 euros por anuncio. La Gazzetta dello Sport le dedicó la semana pasada parte de su portada en una imagen en la que sostenía a su bebé de pocas semanas entre sus enormes brazos.

El ocho de Francia, un jugador polivalente que puede ejercer de segunda o tercera línea, tiene a la afición enloquecida. Una peña de 50 personas le acompaña a todos lados. Antes de los encuentros, se disfrazan con melenas y barbas en los bares de alrededor del estadio. Y hasta dos seguidores saltaron al césped del Stade de La Mosson en el Australia-Fiyi.

Chabal, que juega en los Sale Sharks de Inglaterra, ha explotado su valor mediático y su imagen de Atila. Cuando debutó con la selección, hace cuatro años, jugaba en el segundo equipo, llamado el de los coiffeurs (barberos), y casi nadie le hablaba. Llevaba el pelo corto y no tenía barba. Sus compañeros le llamaban Bernardo en honor al personaje mudo de El Zorro. Pero ha transformado su cuerpo -ha ganado 10 centímetros de espalda gracias a las pesas- y su carácter.

Dos horas antes del debut de Francia ante Argentina, el entrenador se llevó al equipo a dar un paseo a un bosque y pidió a Poitrenud que leyera al resto de la plantilla la carta de Guy Moquet, un texto escrito por un niño francés antes de ser asesinado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. El técnico quería liberar entre sus jugadores toda la carga emocional y algunos lloraron entre los árboles. La televisión francesa captó la escena. Al día siguiente, Chabal se acercó al reportero en el vestuario. "No os atreváis a poner otra vez la cinta", le dijo; "eso nos pertenece, es nuestra intimidad y nuestra vida y nadie se puede aprovechar. No vais a emitir ninguna imagen más o te hago comer la cámara".

Chabal, en un entrenamiento.
Chabal, en un entrenamiento.AFP

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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