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Partido sereno del Madrid

(Enviado especial)Un fútbol sereno y bien armado y la facilidad para convertir en gol las ocasiones le dieron al Madrid el triunfo y el título en Granada. Buen partido del Madrid, mucho mejor que los que venía ofreciendo últimamente. El Granada no arriesgó apenas en la primera mitad, y en la segunda, mejorado con dos cambios, desperdició muchas ocasiones, probablemente por nervios. La derrota le hunde de forma casi irremisible en Segunda.

Madrid y Granada plantearon el encuentro con muchas precauciones. Los de Miljanic, con sólo dos puntas, Santillana y Roberto, y un nutrido centro del campo, en el que Breitner, Del Bosque, Netzer y Velázquez se preocupaban, más que nada, de asegurar el balón. Nada de lanzamientos largos ni de intentar jugadas difíciles. Simple mente, acariciar el balón y mantenerlo en su poder el mayor tiempo posible, cosa que no les costaba mucho trabajo por su excelente técnica individual. Por parte del Granada, Megido, Lis y Milar quedaban en punta, y Benítez, Angulo, Santi y, Calera se metían en el centro del campo. Lo curioso era que estos cuatro hombres, emparejados con los cuatro centrocampistas blancos, se preocupaban más que nada del marcaje de éstos y no ponían mucho interés en facilitar buenos balones a sus delante ros. Al Granada tal vez le mató esta prudencia en sus jugadores, quién sabe si recomendada por el entrenador o no, pero en cualquier caso extraña en un equipo que juega en casa y que necesita ganar para es cáparse del descenso. Así las cosas, el partido estaba planteado a rítmo de carreta, y como espectáculo no podía ser más aburrido. En el minuto catorce, y tras un choque sin importancia aparente, Roberto hubo de ser sus tituido por Macanás. Esto cambió algo las cosas, porque el murcia lo es jugador veloz, con gusto por los ataques rápidos. Hubo un pequeño reajuste: Castellanos pasó a la media y Calera a la defensa, para ocuparse de Macanás. El Madrid, que veía la poca convicción que los granadinistas tenían en sus fuerzas, y animado un poco por la presencia del veloz extremo, echó un poquito más de picardía al asunto. Como quiera que las fuerzas, esta vez, respondieron a los jugadores, el equipo daba una sensación de seguridad y de mando que hacían temer por el Granada. Cinco minutos antes del descanso, efectivamente, la impresión general se confirmaba y el Madrid, que había llegado bastante a puerta, marcaba.

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Muñoz pensó en el descanso y replanteó el partido. Dejó fuera a Benítez, un marcador del centro del campo, y sacó en su lugar a Parist, jugador con mucha más calidad y vocación de ataque. A los pocos minutos, Megido, que se perdía en inútiles intentos de regate ante Camacho, dejaba el puesto al ex madridista Grande, hombre de mucho peso en todas las zonas del campo. El Granadaera otro equipo y comenzó a jugar bien y a poner en movimiento a Miguel Angel que, dicho sea de paso, respondió espléndidamente siempre y en una ocasión se apuntó una de las paradas más difíciles que uno ha visto nunca, a cabezazo picado de Parits. El Granada se volcó en al gunas fases de esta segunda mitad, pero los nervios le impedían concretar su dominio, al tiempo que hacia a algunos de sus hombres emplearse con unadureza inútil, absurda y muy peligrosa. Por fortuna, no todos. Algunos,como Santi, que por dos veces,arrojó el balón fuera para que se pudiera atender ajugadores madridistas, mantuvieron la serenidad. A fuerza de atacar de forma desordenada, el Granada dejaba muy al aire a Puente, y eso le costó el segundo gol, marcado por Breitner tras un lanzamiento excelente de Macanás y un tiro al palo, a cargo de Santillana. El segundo gol evaporó las esperanzas y desató los gritos de « i Fuera Munoz! », que sin duda devolvieron al técnico a Chamartín con años de menos. Al final, pasada la hora gol inútil de Parits, el mejor jugador local. Título para el Madrid y descenso casi seguro para el Granada de Miguel Muñoz. El público, deportivo, premió con una ovación cerrada al campeón, que saludó desde el césped. Su buen partido, una vez salvado el bache, le había hecho merecedor al triunfo.

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