Gasol rescata a los Lakers
Los Celtics, pese a un portentoso Pierce, no logran rematar en Los Ángeles
La final de la NBA se decidirá en Boston. Pau Gasol rescató a los Lakers, que sufrieron de lo lindo para contrarrestar la estupenda oposición que plantearon los Celtics, con un Pierce estelar al frente. El pívot español fue decisivo por su notable estadística -19 puntos, 13 rebotes y 6 asistencias-, por su capacidad para mantener a raya a Garnett y para generar juego. Gracias en buena parte a él, los Lakers se anotaron su segundo triunfo (103-98) y redujeron diferencias en la serie, ahora en 3-2, con los dos posibles partidos que restan en Boston, el próximo a partir de las tres de la madrugada del miércoles, hora española.
Pierce es el jugador que marca las reglas de la final. Sobre él gravita el quehacer de los Celtics. Los Lakers no se han dado por enterados. Cuando el capitán de los Celtics toma las riendas sus compañeros arrean o lentifican el paso, según convenga. Él es quien decide si van al trote o al galope. Él ejecuta o asiste, especialmente si se ausenta Garnett, mermado por la rapidez con que se cargó de faltas, ofuscado en su duelo con Pau Gasol, en el que no pudo apoyarle Perkins, lesionado. Kobe Bryant bordó el primer cuarto, como los Lakers. Sus 15 puntos, incluidos 4 triples en cinco intentos, y la magnífica labor de Pau Gasol en el interior de la zona, les dieron a los Lakers 19 puntos de renta (41-22). Pero cuando Jackson dio cuerda a los suplentes y Pierce tomó la vara de mando, todo cambió.
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Los reservas de los Lakers ya habían dado muestras de su escasas fiabilidad en partidos anteriores. Phil Jackson ha intentado dotarles de más nervio con las incorporaciones de Ariza y Mihm. Junto a Walton, Farmar y Odom formaron un quinteto del que abusaron los Cetlics. Los Lakers perdieron el hilo y frenaron en seco (43-39). El regreso de los titulares no evitó el colapso pese a que encontraron por fin a Odom, desaparecido en el primer cuarto, a base de doblar balones bajo el aro. Se repetía la historia del cuarto partido en el que perdieron 24 puntos de ventaja, empezando con un parcial de 0-15 durante los cinco minutos y medio que se pasaron sin anotar. Esta vez el colapso produjo un vaivén de 23 puntos y los Lakers pasaron de su fenomenal ventaja a un déficit de dos puntos (60-62).
Pierce, que concluyó con 38 puntos, 8 asistencias y 6 rebotes, impuso su ley. Anotaba, forzaba faltas, producía el juego ofensivo de su equipo. Jackson emparejó a Kobe Bryant con él y el resultado no pudo ser peor. En ese momento crítico, con el equipo martirizado y parte del público dejando oír un rumor de rendición, Gasol fue quien marcó el punto de inflexión con cinco puntos consecutivos. La importancia del pívot español es doble. Garnett no pudo con él, sólo pudo frenarle a base de faltas y lo pagó muy caro. No son sólo los números que redondea, sino su capacidad para generar juego y desatascar el ataque de los Lakers, tan previsible muchas veces, lo que hace vital su concurso para el equipo.
En el último cuarto estuvo a punto de repetirse la historia. Se estiró de nuevo el marcador (88-74) pero los Celtics empataron a 90 a falta de cuatro minutos y medio. Esta vez, Jackson manejó mejor el final. Situó en pista a Fisher y a Farmar dada la ineficacia defensiva de Radmanovic y Vujacic y el juego ofensivo de los Lakers no se redujo sólo a Kobe Bryant. Los Celtics vendieron cara su piel y, pese a la derrota en el quinto partido, regresan a su guarida de Boston no sólo con ventaja en la serie por 3-2 sino con la sensación de que son superiores en el juego táctico, defensivo y de equipo. Y si los Lakers tienen a Kobe, ellos tienen a Pierce.
La fama de Pau Gasol ha caído en las últimas semanas (lalistaWIP)
