_
_
_
_
_

Guardiola y el síndrome de Stendhal

"¿Dónde encontraré un sitio y unos jugadores como estos?", se pregunta el técnico del Barça en una charla en Valencia

Entre las ganas de huir y la necesidad de seguir disfrutando de un equipo único se debatió Pep Guardiola en un diálogo de hora y media con el periodista Ramon Rovira, en el Palau de la Música de Valencia, ante unos 1.800 clientes del banco de Sabadell. Fascinada la audiencia ante las reflexiones del entrenador del Barça, que apeló al síndrome de Stendhal -la enfermedad del individuo expuesto a obras de arte especialmente bellas- para explicar cómo se siente ante la exhibición azulgrana en los últimos cuatro años. Una generación única a la que rindió constante homenaje después de ser seducido una vez más por sus jugadores tras ganar el día anterior en Hospitalet 0-1 con un gol de Iniesta en la Copa del Rey. "A estos tíos les flipa jugar, lo llevan en las entrañas. Ayer noche en Hospitalet, un pueblo pequeñito, Xavi, Iniesta, Cesc y Villa corrieron como si le fuera la vida, hasta el minuto 90 presionando al portero, y dentro de dos días juegan en Wembley. Hoy les llamo y tienen los gemelos fundidos. Ahora cuando un deportista diga que está cansado, le dirán: 'mira a esa gente'. Lo tienen todo: dinero, mujeres, títulos... y van a tope. Metí a cinco del filial para que vieran lo que significa competir. Y eso que Xavi estuvo cinco años sin ganar nada, le silbaban y lo querían echar. Es una generación única por su amor a este juego. La satisfacción mayor es que nos digan que les gusta vernos jugar, como te gusta ir al cine o al teatro. Han ganado 12 de 15 títulos; y con otros jugadores habría sido imposible".

Su despedida del Barça sobrevoló toda la charla. "Como jugador hubo un punto en que supe que tenía que irme. Como entrenador, espero que sea igual. Se sufre mucho: angustia, presión, es un no parar, convives con si lo haces bien o mal, el síndrome de Stendhal: dónde encontraré un sitio como este y unos jugadores como estos. La felicidad no te la dan los títulos, hay otras cosas. A los 25 años quería ser entrenador; ahora no veo el momento de irme para casa. Sería la rehostia poder pedir yo cuando me vaya. A día de hoy lo decido yo". ¿Dónde iría? "Ahora sería imposible entrenar en España. Dentro de unos años... Me gusta la Liga alemana por el país, los campos, aprender el idioma; el inglés tiene un punto; Francia es un país fantástico para vivir allí con la familia; en los países árabes hay gente maravillosa...". Guardiola se refugia en sus colaboradores, gente muy cercana desde hace años, para que le alivien en los momentos difíciles. "La soledad el entrenador es muy grande, sufro mucho en la derrota y quiero tener cerca a mi gente, vivo de los afectos, no de los éxitos: necesito abrazarme, pegarme... a Begiristain le exigí tener a mi gente". Eso sí, el día que se vaya a otro club, será con su familia: "Niños de 10, 8 y 3, te los comes. No podría vivir sin ellos. Su madre vale un imperio".

Como jugador, Guardiola aprendió a esconder su intimidad porque alguien podría utilizarla después para hacerle daño. "La opinión pública es cruel", dijo. "Me gusta lo mismo que a todos: el vino, la lectura, la familia...". Pero de alguna manera se desnudó ante la audiencia. "Del fracaso se aprende 10 veces más. La victoria te da 10 minutos de paz, pero después te atonta. En la victoria hay que darse cuenta de las cosas que no van bien. Tengo muchos miedos e inseguridades, no me gustan las personas que van a solucionar la vida a todos. Quiero estar bien en mi microcosmos".

¿Se arrepiente de haber facilitado la marcha de Eto'o, Bojan o Ibrahimovic? "Cada día me arrepiento de muchas cosas. El sentido de justicia es muy complicado. Los que no juegan, se sienten agredidos. Cuando más me acerco a los jugadores, más me quemo, me tengo que alejar. Yo decido con quien trabajo y con quien juego, esa es mi autoridad". Los valores humanos estuvieron presentes en muchas de sus reflexiones. "Necesitas que los que no juegan tengan mucho corazón para evitar conflictos. Si Xavi quisiera ocupar el lugar de Messi, no sería feliz. Cada uno debe ocupar su lugar. Muchos de ellos son muy amigos. El primer año las reglas eran más severas, al segundo hacen ellos, aunque de vez en cuando hay que llamar a alguien...". En ese sentido, destacó como referente humano del vestuario a Keita. "Me llevaré los afectos, no los títulos, de gente que me ha dado tanto".

Ante las preguntas de la audiencia, alguien quiso saber quién era el más bromista de la caseta. "No entro nunca al vestuario. Villa es un chico fantástico, y Piqué". ¿Y el líder? "El menda", replicó ante las risas del público. Los aplausos se sucedieron. También cuando explicó cómo se siente uno cuando le abuchean 90.000 personas. "Ponte bajo 90.000 personas que te silban y te putean. La cartera no lo compensa. "Burro, burro" esto afecta porque quieres hacerlo bien. Tienes que aguantarlo y curtirte la piel". ¿Le molesta que le llamen filósofo? "Es despectivo, pero ya me gustaría serlo".

En ningún caso quiere ser considerado un falso humilde. "No, no me siento mejor que nadie. En un mundo en que cuesta tomar decisiones, las tomo. Si no, lo dejo y me voy a leer". Ni se siente un referente para ejecutivos. "La sopa de ajo está inventada. Los libros [sobre su trabajo] dicen cosas que hago que no lo sabía. En casa estoy a veces como una silla; es un drama familiar", bromeó. "Estoy en un club muy grande hasta en las miserias. Intento no traicionar los principios del club ni la idea colectiva de juego ni el legado de mis predecesores. Es una generación única".

Otra curiosidad del público fue saber si la rueda de prensa en la que, en la semifinales de la pasada Champions, llamó "puto amo" a Mourinho, estaba preparada. "No, fue espontáneo", respondió Pep ante las risas de la audiencia. El técnico azulgrana dice dejarse llevar por la intuición siempre y cuando uno haya procesado toda la información. "Cierras los ojos y te dejas ir. ¿Por qué este cambio? Porque en la charla este estaba más despierto. Las entrañas nunca fallan".

¿Estamos ante un gran comunicador? "Por ahí veo a dos bostezando", respondió cuando ya tenía al público en el bolsillo."¿Qué coño hacéis aquí", interpeló a la audiencia cuando alguien le dijo que su jefe no había ido a la charla porque pensaba que es muy fácil ganar títulos con un presupuesto de 400 millones. ¿Sería capaz de ganar con cuatro? "Seguro que no. Y lo normal es que o el Madrid o el Barça ganen la Liga", añadió. Para acabar, Guardiola recordó que había sido muy buen estudiante, pero nunca había pensado en dedicarse a otra cosa. Tampoco ahora. "Algo haría", zanjó antes de ser despedido por una cerrara ovación.

Guardiola, durante el acto
Guardiola, durante el actoMÓNICA TORRES

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_