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Ibaka vuela en Zaragoza

El pívot da un recital de mates (4) y tapones (6) en la victoria del Madrid ante el CAI (67-84)

Como si de hacer honor al carpe diem se tratara, Serge Ibaka desplegó ante el CAI Zaragoza el muestrario completo de sus habilidades, en un reguero de brincos que desafiaban la gravedad para taponar a los jugadores del Zaragoza y para machacar su aro. Tal vez acuciado por el fin del cierre patronal de la NBA, para el que hay un principio de acuerdo, el pívot de origen congoleño pareció decidido a hacer que el conjunto blanco de por bien empleados los dos meses que le firmó al jugador, cuya fogosidad derritió al Zaragoza (67-84), donde dejó una envidiable tarjeta de presentación (15 puntos, 9 rebotes, 4 mates y 6 tapones).

El Madrid arrancó como si de un Gran Premio de fórmula 1 se tratara, con el acelerador pisado a fondo. Pocius hizo de estilete ante la baja de Rudy y en seguida entregó el mando a los blancos, que comenzaron con un parcial de 2-10. El Zaragoza, abrumado, solo encontraba respuestas en un muy acertado Wright. Pero tras él se extendía el desierto. Ni siquiera Hettsheimeir, el segundo jugador más valorado de la Liga Endesa, hacía acto de presencia, achicado entre los centímetros de Begic y el músculo de Ibaka.

CAI ZARAGOZA, 67; REAL MADRID, 84

CAI ZARAGOZA: Pablo Aguilar (16), Wright (23), Almazán (-), Sam Van Rossom (4), Hettsheimeir (8), -cinco inicial-, Stefansson (6), Cabezas (7), Javier Marín (-), Archibald (1), Fontet (-), Chad Toppert (-), Burstchi

(2).

REAL MADRID: Begic (6), Sergio LLull (2), Pocius (10), Mirotic (9), Suárez (10) -cinco inicial-, Reyes (6), Tomic (-), Jorge Sanz (-), Sergio Rodríguez (6), Carroll (20), Ibaka (15).

PARCIALES: 17-25, 13-20, 21-23, 16-16.

ÁRBITROS: Juan Luis Redondo, Vicente Bultó, Carlos Cortés. Sin elimindos.

Príncipe Felipe. 9.320 espectadores.

El jugador de los Thunder se adueñó de la zona en cuanto salió del banquillo. Empezó a sumar tapones y cambiar las trayectorias de los tiros zaragozanos. Tanto pavor infundió su figura que en ocasiones ni siquiera le hacía falta saltar. Su mera presencia o cercanía bastaba para encoger muñecas y provocar errores. Por si fuera poco, el pívot tampoco requiere que los sistemas del equipo estén diseñados para él o que el balón pase por sus manos durante mucho tiempo. Su condiciones atléticas casi infinitas le permiten taponar bajo su canasta, correr el contraataque y terminar la jugada hacia abajo en el campo rival.

Con el aro blanco sellado, la habitual facilidad del conjunto de Laso para sumar puntos despegó al Madrid en el marcador, más allá de los 15 puntos de diferencia. En la reanudación, Aguilar trató de insuflar esperanzas en el conjunto maño, acudiendo a uno de sus recursos más socorridos, el lanzamiento exterior. Pero Mirotic se mostraba presto a no dejar crecer las ilusiones e Ibaka regresaba al parqué para volver a echar el cerrojo y seguir sumando en ambos tableros. También se significó Carroll, cuyo cañón anotador no descansa ni cuando el partido transita plácido, en un duelo anotador con Wright. Pero todo lo importante ya había ocurrido antes y la mayoría lo había protagonizado Ibaka. Una exhibición que, pese a sufrirla en sus propias carnes, el Pabellón Príncipe Felipe quiso reconocer, ovacionándole en su última caminata hasta el banquillo.

Ibaka y Felipe Reyes luchan por un rebote.
Ibaka y Felipe Reyes luchan por un rebote.EUROPA PRESS / ACB MEDIA
Un gran Ibaka lidera el triunfo del Real Madrid ante el Zaragoza. El pívot firmó 15 puntos, 9 rebotes y 6 tapones. <strong><a href="http://www.elpais.com/buscar/acb/videos">Vídeos de la ACB-Endesa</a></strong>
<strong><a href="http://www.elpais.com/buscar/acb/videos">Vídeos de la ACB-Endesa</a></strong>

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