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Insultar al árbitro es legal

Un juez brasileño considera "parte de la cultura del pueblo" la ofensa verbal a los colegiados

Juan Morenilla

Si por casualidad se encuentra usted en Brasil y ve a un árbitro por la calle, no tenga miedo: insúltele. Sí, sí, insúltele, que no pasa nada. Tranquilo, no importa que el humillado colegiado le denuncie. La justicia brasileña está de su parte, siempre y cuando usted alegue que le ha menospreciado como árbitro, no a título personal, porque no está contento con su trabajo. Así lo recoge una sentencia emitida la semana pasada por los tres magistrados de la novena sala civil del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro y hecha pública ayer por el Jornal do Brasil.

"¿Qué árbitro no ha sido insultado en nuestro país? Aquellas personas muy sensibles no deben ingresar en esa profesión", se dice en la sentencia. "En el fútbol es natural, siendo incluso parte de la cultura de nuestro pueblo, la expresión de insultos de todas las especies, involucrando hinchas, jugadores, técnicos, árbitros e incluso dirigentes. Lo que no es común es que no haya insultos en un partido", prosigue el fallo.

"Aquellas personas muy sensibles no deben ingresar en esa profesión"

La sentencia es el desenlace a una demanda presentada por el árbitro Carlos Elías Pimentel contra Renato Gaucho, ex delantero del Fluminense y entrenador en la actualidad. Gaucho insultó repetidamente a Pimentel tras un encuentro entre el Fluminense y el Botafogo disputado en el estadio de Maracaná en mayo de 1997. El ex internacional acusó al árbitro de provocar la derrota de su equipo, le llamó "ladrón" y subió luego el tono de sus ofensas.

Más de seis años después, la justicia se ha encogido de hombros. ¿Insultos? "Es natural". Es más, según el magistrado Laerson Mauro, los insultos del entonces futbolista no tenían la intención de ofender al árbitro, sino únicamente de mostrar insatisfacción por el resultado. "El castigo del jugador no debe pasar al campo del derecho común", afirma. El fallo se adoptó pese a la oposición inicial de una magistrada, la única mujer entre el grupo de jueces.

La sentencia crea unos precedentes peligrosos. Primero, porque da vía libre al menosprecio al árbitro, algo castigado hasta ahora con suspensión de partidos y una multa económica. Segundo, porque separa la vertiente laboral del árbitro de su condición de ciudadano con unos derechos. Es decir, mientras cualquier colegiado vista de árbitro y guarde sus tarjetas en el bolsillo no tiene derecho a protestar por una falta al respeto. Si eres árbitro, debes aceptar los insultos como parte de una jornada normal de trabajo.

"Es una barbaridad, algo grotesco. No se trata al árbitro como a un ciudadano cualquiera. Es como si un juez dice que se puede insultar a un maestro o a un periodista... Es aberrante que se asuma el insulto como algo inherente a la cultura de un pueblo como el brasileño", comenta José Ángel Muñoz de Morales, vocal de relaciones externas del Comité Nacional de Árbitros, abogado y ex colegiado.

"Incomprensible, una falta de respeto", añade desde Zúrich José María García Aranda, director de arbitraje de la FIFA; "se olvidan de que, ante todo, el árbitro es una persona, igual que lo es un juez, un albañil o un policía. ¿Por arbitrar ya tienen derecho a insultarnos?".

En Brasil parece que sí.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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