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Crónica:LEVANTE 2 - OSASUNA 1 | FÚTBOL | 25ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Levante se ve medio salvado

Con un gol de Ballesteros y otro de Caicedo, el conjunto valenciano remonta ante Osasuna

Ballesteros lucía una sonrisa inabarcable mientras lo celebraba como si fuera ya la salvación, repartiendo besos y abrazos entre sus compañeros, saludando a los rivales y al árbitro, consciente de que estaba tocando el cielo. El capitán y líder del Levante no solo había iniciado con un gol la remontada ante Osasuna, sino que sentía que su equipo había encarrilado el camino hacia la permanencia. Mientras los rivales dudan, el Levante pisa firme en sus propósitos de hacerse fuerte a partir de su humildad. Y de ganar los partidos de casa ante rivales directos que le darán ineludiblemente una prórroga de un año más en el panteón de los elegidos. Para eso está ese espíritu de grupo tan cuajado por el entrenador, Luis García Plaza, y la guinda a ese esfuerzo colectivo por parte de un futbolista privilegiado: Caicedo. Sí, otra vez el delantero ecuatoriano se inventó un gol de donde nadie lo hubiese previsto, entre el descuido del defensa Nelson y la imprudencia del meta Ricardo en la salida. Por ahí se les coló Caicedo. Osasuna reaccionó en el último tramo. Y de la cabeza de Lekic estuvo a punto de empatar, pero ahí los palos se aliaron con Munúa. Y Osasuna siguió cultivando el estigma de peor visitante, con dos puntos en 12 desplazamientos.

LEVANTE 2 - OSASUNA 1

Levante: Munúa; Venta, Ballesteros, Del Horno, Juanfran; Valdo, Iborra, X. Torres, Juanlu (J. Montero, m. 66); X. Muñoz (Pallardó, m. 74) y Caicedo (Stuani, m. 84). No utilizados: Reina; Nano, Wellington y Rubén.

Osasuna: Ricardo; Nelson, Lolo, Josetxo, Monreal; Nekouman (Vadocz, m. 80), Puñal; Massoud (Lekic, m. 66), Camuñas, Calleja (Soriano, m. 46); y Pandiani. No utilizados: Riesgo; Damià, M. Flaño, Sola.

Goles: 0-1. M. 40. Pandiani, de cabeza. 1-1. M. 44. Ballesteros aprovecha un rechazo del larguero. 2-1. M. 49. Caicedo.

Árbitro: Paradas Romero. Amonestó a Juanfran, Josetxo, Iborra, Lekic y Venta.

Unos 15.000 espectadores en el Ciutat de Valencia.

El delantero ecuatoriano pone la guinda al esfuerzo del grupo de Luis García
El cuadro navarro sigue con el estigma de peor visitante: dos puntos en 12 desplazamientos

A una primera parte mortecina le esperaban cinco minutos diabólicos, los últimos cinco. Entre bostezo y bostezo, un centro corto y enroscado de Massoud lo cabeceó con potencia Pandiani a la escuadra izquierda de Munúa, el tercer tanto del delantero uruguayo, que no marcaba desde la primera vuelta, precisamente contra el Levante. El Ciutat de València se quedó chafado, puesto que la iniciativa la había llevado el conjunto granota, sin alardes, pero intentando elaborar y combatir las molestas oleadas de viento racheado. El conjunto azulgrana reaccionó con rabia y se encontró con una falta de Josetxo a Caicedo al borde del área. Xisco Muñoz se puso de perfil, abrió las piernas y puso los brazos en jarra. Estaba seguro de dónde iba a mandar el balón. Por encima de la barrera y la escuadra de Ricardo. En una gran estirada, el portero osasunista desvió el balón al larguero, pero el rechazo le cayó a Ballesteros, que solo hubo de empujarlo agachando la cabeza.

El Levante entendió que el fútbol le hacía justicia. Y mucho más cuando Caicedo volvió a sacar petróleo de un pelotazo, en este caso del portero Munúa. Corrió a por él desde lejos, advirtió que Nelson llevaba ventaja, pero perseveró hasta robarle la cartera al lateral brasileño y, poco después, al meta Ricardo, al que batió sin apenas ángulo desde casi la línea de fondo. Con la derecha, además, pues el delantero ecuatoriano lo aprovecha todo para sacar ventaja. Y sumar así su décimo gol en el campeonato.

A partir de la entrada de Lekic, Osasuna puso contra las cuerdas al Levante, sobre todo en un cabezazo del delantero serbio que se tragó en su salida Munúa. Mendilibar ya tiró con todo y dio paso a Vadocz en lugar de Nekouman, a quien explicó, curiosamente, las razones de su sustitución. Un técnico muy pedagógico. Luis García trató de cerrar el encuentro con la velocidad de Jefferson y el gatillo de Stuani, pero al joven extremo ecuatoriano le sobraron revoluciones para decidir.

A Osasuna le quedaba una bala y estaba en manos otra vez de Lekic. Su cabezazo peinado fue impecable, pero fue a estrellarse en el poste izquierdo de un Munúa completamente vendido. Entonces Ballesteros respiró hondo, escuchó el pitido final y sintió que era uno de esos días para sentirse el rey del mundo bajo el cielo de Valencia.

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