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EL CÓRNER INGLÉS | Internacional
Columna
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Mala suerte, Chelsea

- "No tenemos nada que aprender de esta gente".

Alf Ramsey, seleccionador inglés, tras perder ante Brasil en el Mundial de México 1970.

En España somos más y más los que decimos que el Barcelona es el mejor equipo que hemos visto en la vida. Y eso incluye a maestros del periodismo deportivo, como Santiago Segurola, que han tenido la fortuna de ver a la selección brasileña de 1970, a la holandesa de 1974, al Ajax de Cruyff o al Milan de Van Basten.

Bien. Pero queda una pequeña duda por resolver y tiene que ver con el lamentable estado de la Liga española y la fuerte salud de la inglesa. Basamos nuestros juicios sobre la calidad del Barça principalmente en los partidos que ha disputado contra equipos españoles, equipos tan pobres como para que el Madrid más feo que recordamos esté en el segundo lugar en la tabla, con 18 puntos más que el tercero. Y sólo a seis de nuestro admirado Barça y con posibilidades no del todo descartadas (aunque un poco más descartadas tras el regalo de Sant Jordi que Pepe dio a la parroquia culé esta semana) de acabar campeones.

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Es verdad que en la Champions League el Barça ha derrotado con insultante facilidad al Olympique de Lyon y al Bayern Múnich, pero ahora viene la prueba de fuego, los ingleses, que por segundo año consecutivo tienen tres equipos en las semifinales. La mala suerte del Barça es que, del Chelsea, el Arsenal y el Manchester United, el Chelsea, su rival en el partido de ida, el martes, es el que llega en mejores condiciones, en una curva claramente ascendente.

El Manchester, actual campeón de Inglaterra y Europa, ha sufrido un bajón en el último mes y medio a raíz de su inesperada derrota por 1-4 en casa contra el Liverpool. Alex Ferguson, su odioso pero admirable entrenador, ha logrado equilibrar el barco un poco tras dos o tres ajustadas victorias y la Liga inglesa parece estar en sus manos. Pero juega un fútbol táctico, atascado -más italiano que inglés-. Verle jugar después de ver jugar al Barcelona es como pasar de un partido jugado sobre césped a otro sobre arena.

El Arsenal, en cambio, está haciendo su mejor fútbol de la temporada. Da gusto verle, pero le falta rigor defensivo, especialmente tras la reaparición, forzada por las lesiones, del calamitoso central francés, ex del Manchester, Silvestre. El Barça contra el Arsenal en la final sería un juego bonito, ante todo por la goleada que recibiría el equipo londinense.

El Chelsea está a medias entre el Manchester y el Arsenal, en el mejor de los sentidos. Es un equipo sólido, organizado y fuerte (al verlo, uno podría pensar que se trata de un equipo no de football, sino de rugby), que maneja bien la pelota y está en su mejor momento desde que perdió la final de la Champions el año pasado contra el Manchester por penaltis. Didier Drogba está a su máximo nivel, feroz y fino en el ataque; Lampard vuelve a cubrir kilómetros en el centro del campo y a meter goles de la nada, y el capitán, John Terry, es un sargento impasible en el centro de la defensa.

Éstos no caerán como corderos, de la manera que lo han hecho tantos equipos españoles contra el Barça esta temporada. Aunque los jugadores de Pep Guardiola les den un baile, lucharán hasta el último minuto. Y nadie más que el todoterreno ghanés Michael Essien, que, sólo, anuló la amenaza del mejor jugador inglés del momento, Steven Gerrard, del Liverpool, en los cuartos de final de la Champions.

El problema del Chelsea y de Essien es: ¿a quién anular? Lo podría intentar con Leo Messi, pero entonces Iniesta tendría más libertad, o Xavi, o Eto'o, o Henry. Además, ya vimos el miércoles contra el Sevilla de lo que es capaz el Barça sin Messi. Sublime.

No. A retirar las dudas. La Liga inglesa es la más fuerte, pero el Barça es el grande, grande, de verdad. La belleza y la virtud, por una vez, triunfarán. La mala suerte no es del Barça, sino del Chelsea.

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