El Murcia sigue a la deriva con Clemente

El fútbol de derroche físico y pico y pala que Javier Clemente pregona con ahínco no impidió que su nuevo club, el Murcia, se hundiese un poco más en la tabla. Sin ganar desde el 6 de enero, la salvación queda cada vez más lejos, de momento a ocho puntos. Al técnico vasco le traicionó en su estreno una defensa de guiñapo, que perdió el norte cuando el Getafe le buscó la espalda un poquito. Y eso que el grupo de Michael Laudrup, con la lengua fuera tras cuatro horas y media de viaje en autobús, con las piernas cargadas -alguna pega tiene seguir vivo en tres competiciones-, entregó por las buenas el balón durante la primera hora.

La renuncia apenas tuvo consecuencias para la salud del cuadro madrileño. Los organizadores del Murcia, Movilla y Pablo García, no construyeron nada; cosieron a patadas a cualquiera que no fuera de su cuadrilla. La apuesta de Clemente por las vacas sagradas del vestuario propició un gigantesco agujero negro en el círculo central. Lo aprovecharon Celestini y Casquero, que se hartaron de dar pases en profundidad. Así llegaron los dos últimos goles, en un nuevo ejercicio de cómo debe montarse un contragolpe. Sobre todo en el primero, donde el medio suizo lanzó a Albín con el exterior de su pierna derecha. Pablo García y Peña se quedaron parados; no se esperaban semejante obra de arte. No así Albín, que se limitó a picar el balón en la salida de Notario. Antes, Pablo Hernández rompió la cintura de Movilla y marcó con un disparo cruzado desde fuera del área.

El Murcia se desfondó tras su despilfarro físico de la primera mitad, en la que Regueiro le adelantó a balón parado, pero el árbitro pitó fuera de juego. Por si acaso, Abbondanzieri salvó al Getafe con dos paradas terribles a Rosinei. Clemente se limitó a negar con la cabeza. Con o sin él, el Murcia se adentra en las sombras.

Clemente afirma que el Murcia "está un poco alocado"