_
_
_
_
_
FÚTBOL | FC BARCELONA

Orgullo de campeón

El vestuario azulgrana pasó de la decepción a la negación para concluir con gritos de ánimos

"Era fantástico ver el vestuario porque nos permitió darnos cuenta de la verdadera dimensión de este equipo". El que habla lleva muchísimos años conviviendo entre deportistas de élite y en el vestuario del Barça las ha visto de todos los colores. No fue el único que reparó en una escena impresionante. Tras ganar el partido al Sevilla por un insuficiente uno cero, uno gritaba, el otro ya se duchaba, alguno ni sabía que hacer y... sentado en el suelo, los codos sobre las rodillas dobladas, las manos sujetando la cabeza gacha, incapaz de dejar de llorar su desgracia, Leo Messi capitalizó el dolor de una derrota que dejó al equipo "muy tocado", según reconocen todos cuantos abrieron la puerta de aquel camerino la madrugada del miércoles. "Al finalizar el partido, toda la gente estaba dolida, desilusionada y sin ganas de hablar", señala uno de los jugadores. El silencio duro poco y dio paso a la rabia. "Se empezó a maldecir, a cabrearse con todo y a lamentar la oportunidad perdida", apuntan los futbolistas. "Chema tuvo faena", reconocen, refiriéndose a Corbella, el utillero. Volaron botas, camisetas y un poco de todo.

Más información
El Barça se mide a lo desconocido
Mismos rivales, nuevo partido

En segundos, el enfado colectivo viró al compañerismo más intenso. "Se abrazaban, se daban ánimos, ¡se felicitaban!", interviene un testigo. "Hay momentos que un futbolista no olvida. La de Sevilla es una de esas noches", tercia uno de los jugadores veteranos. "Nos dimos cuenta de que habíamos jugado bien, que seguimos siendo buenos", aclara uno de los jóvenes, que reconoce que de ese vestuario salió un pacto: "Nos gritamos que teníamos que ganar la Liga y la Champions". Será por eso que tras el partido, Guardiola confesó: "He visto escenas que me hacen feliz": Temía que la reacción fuera parecida a algo así como 'da igual porque ya lo hemos ganado todo, no pasa nada'. Pero no. "Somos ganadores, no nos gusta perder. Estamos orgullosos de cómo hemos perdido, pero nos cabrea igual", zanjó Xavi. "Algún día tenía que ser", dijo Puyol. Desde el 28 de octubre de 2008, el Barça ha afrontado con éxito 14 eliminatorias de forma consecutiva. Así se consiguieron todos los títulos más la Liga, único torneo exento de confrontaciones directas. Pero el Barça cayó en el Camp Nou y pagó cara su segunda derrota en lo que va de curso.

El cuerpo técnico está preocupado porque sabe que al equipo le cuesta levantarse, pero que cuando se pone de pie, no hay quien le eche mano. El año pasado, tras perder ante el Numancia (1-0), empataron con el Racing para luego encadenar nueve victorias consecutivas. La derrota contra el Shakhtar (2-3) se enmendó con seis triunfos seguidos. Y a la pifia ante el Espanyol en la Copa (1-2), se respondió con un sprint final que catapultó al equipo a vencer la Champions y la Copa. Sí que acumuló dos fracasos más (Mallorca y Osasuna), cuando la Liga estaba sentenciada. Esta temporada tampoco parece haber cambiado demasiado el asunto. El fiasco ante el Rubin (1-2) en casa ha impulsado al Barça, que ha sumado 16 partidos sin claudicar, con 4 empates y 12 victorias. "El equipo no ha echado el freno", indican desde el vestuario.

Los técnicos llegaron ayer muy pronto a la ciudad deportiva, preocupados por cómo se encontrarían al equipo. "Están enchufadísimos. ¡Son unos cracks!", reconocía uno de los ayudantes de Guardiola. "Que se preparen; los han enfadado", bromeó otro cuando se terminaba la sesión. El campeón se ha puesto en pie.

El delantero azulgrana lamenta una ocasión durante el partido de Copa ante el Sevilla
El delantero azulgrana lamenta una ocasión durante el partido de Copa ante el SevillaEFE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_