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Reportaje:VUELTA A ESPAÑA 2011

El País Vasco está de vuelta

Dos etapas recorrerán Vizcaya, Álava y Guipúzcoa por primera vez desde 1978

Carlos Arribas

"Los deportistas vivíamos ajenos a la lucha y a los problemas del país, y, visto desde ahora, lo siento. No es cuestión estar ajeno", dice Txomin Perurena, junto a Fuente y Ocaña el símbolo del ciclismo español de los primeros años 70. "Vivíamos en una burbuja. Ni nos enterábamos de lo que pasaba en la calle", dice José Enrique Cima, otro buen ciclista de la época, compañero de Perurena en el Kas. Ambos, y con ellos todo el pelotón de la Vuelta del 78, se dieron de bruces con la realidad en forma de corte de carretera y gritos, el mediodía del domingo 14 de mayo en Durango.

Era el último día de una semana de violencia y muerte, la semana pro amnistía. "Ya de salida, algunos ciclistas vascos nos avisaron de que podría haber problemas y rodamos todos agrupados, lentos", recuerda Cima, quien dos días antes se había impuesto en El Vivero, el parque de atracciones de Bilbao, sin imaginar que habrían de pasar 33 años antes de que ningún otro ciclista de la Vuelta volviera a levantar los brazos en Bilbao. "Y nada más pasar Amorebieta, ya cerca de Durango, en un prado enorme, como 100 metros por delante vimos que empezaban a rodar troncos por las laderas y cortaban la carretera. Los Renault de Hinault, el líder, estaban acojonados, y eso que Perurena intentó tranquilizarnos. Pero no hubo otra que subirnos a unos coches y volver a salir desde las afueras de San Sebastián para terminar la etapa". Por la tarde, se disputó la contrarreloj final, aunque después se anularon sus resultados porque varios aficionados habían parado a algunos corredores, como a Bernaudeau, que acabó en el podio, y Gandarias.

"Cuanto más lo recuerdo, menos lo entiendo", dice Perurena. "Por cuatro chavales, que no eran más, y cuatro tablones y chinchetas, se cortó la carrera. No hubo miedo ni conatos de violencia de ningún tipo. Lo que no podía imaginar es que tuvieran que pasar 33 años para volver. No creo que fuera solo por eso, debía de haber mar de fondo". Recuerda Perurena que la Vuelta en el País Vasco había sobrevivido incluso a una bomba de ETA que cortó la carretera en el descenso del puerto de Urbasa, en 1968. "Y aquel día es el que más aficionados he visto en las cunetas", dice. "Fue en el Alto del Perdón, que subimos ya en coche, pues se había neutralizado el recorrido. Nos insultaban por no ir en bici. Y no entiendo cómo solo castigaron al ciclismo, pues los equipos de fútbol juegan Liga y Copa del Rey y no pasa nada".

En febrero de 1979, el diario El Correo Español, de Bilbao, que organizaba la ronda española desde 1955, anunció que no lo haría más. Su presidente, José María Bergareche, argumentó fuertes pérdidas económicas. Comenzó a organizarla entonces Unipublic, que, apoyada por la televisión en directo, la convirtió en un sano negocio y nunca volvió al País Vasco. "No volvió por miedo", dice Miguel Madariaga, el patrón del Euskaltel. "Pero eso, el miedo, ya ha acabado en el País Vasco".

Pedro Celaya, médico del RadioShack, recuerda la Vuelta del 78, que siguió como aficionado, con una mezcla de admiración y pena. "Admiración por Hinault, el ganador, belicoso, testarudo, atacante, que en la subida de Orduña hizo una demostración increíble. Recuerdo que estaba solo, sin apenas público, en mitad de la subida, y le vi pasar a toda velocidad moviendo un 53/17 o 19. Nunca había visto nada igual", dice Celaya. "Y pena porque el miedo alejó a un país amigo del ciclismo de un espectáculo ciclista creado por vascos. La Vuelta a España se sentía como algo propio, más propio incluso que la Vuelta al País Vasco".

El 9 y el 10 de septiembre próximos, meta en Bilbao y Vitoria, la incongruencia quedará, tarde, reparada.

El disputado Contador

Por la presentación de la Vuelta, por Alicante, oh, eterna primavera también en enero, se pasaron algunos de los mejores ciclistas españoles. Estuvieron Samuel Sánchez e Igor Anton, Carlos Sastre y Purito Rodríguez. También estuvo Vincenzo Nibali, el siciliano que ganó en 2010. Todos aplaudieron el recorrido, la multiplicación de montañas, la casi ausencia de contrarreloj (40 kilómetros, llano en Salamanca), la oportunidad de espectáculo. No estuvo Ezequiel Mosquera, el segundo del podio pasado, sospechoso de dopaje por un análisis positivo; tampoco estuvo el más deseado, el anhelado, el mejor, Alberto Contador, quien, a la espera de una decisión sobre su clembuterol, aún no sabe siquiera si podrá correr no solo la Vuelta (20 de agosto a 11 de septiembre), que ya ganó en 2008, sino también el Giro, en mayo, que también ganó en 2008, y el Tour, en julio, en el que ya se impuso en 2007, 2009 y 2010. Aunque si por él fuera, y así lo ha verbalizado unas cuantas veces, él correría las tres, para ganarlas. Y por ganas de los organizadores no quedaría.

"Espero que el comité de competición haya decidido sobre Contador a mediados de febrero", contestó el presidente de la federación española, Juan Carlos Castaño, a la pregunta más repetida del día. Antes de decidir, la española esperará a recibir la opinión de la UCI y la AMA sobre los argumentos científicos de la defensa de Contador, quien puede ser sancionado por un máximo de dos años y con la pérdida del Tour de 2010. "Si la federación española lo absuelve y aunque la UCI o la AMA recurran ante el TAS, Contador tendrá abiertas las puertas del Giro", dice Angelo Zomegnan, el organizador de la carrera italiana. "Si tiene licencia, por supuesto que puede correr, nosotros no somos nadie para prohibirlo". Más cauto, Christian Prudhomme, el director del Tour. "El Tour solo tomará una decisión sobre Contador cuando haya una decisión firme, y espero que sea lo antes posible", dijo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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