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32ª jornada de Liga

Pepe comunicó al Madrid que iba a seguir una terapia para controlarse

El portugués informó de ello hace tiempo al asumir que le cuesta frenar sus impulsos

Eleonora Giovio

"Nunca lo había visto así". Marcelo resumió con esas palabras el estado de ánimo de Pepe, que ayer, tras 24 horas de aislamiento, volvió a asomarse al césped de Valdebebas. Lo hizo sin su habitual sonrisa. No hubo bromas, por mucho que sus compañeros intentaran animarle. "A nosotros no nos ha pedido disculpas. Supongo que no le apetece hablar del tema, ahora hay que dejarlo tranquilo, poco a poco volverá a ser el chico alegre que todos conocemos", confesó Metzelder. El chico jovial, efectivamente, es la frase más repetida por la plantilla y la gente del club cuando se habla de Pepe. "Es un chaval muy majo, pero joven y eso le impide controlarse. No lo hace para hacer daño, simplemente es tan seguro de sí mismo que va acelerado y acaba arrollando a todo el que se encuentre por delante. El problema es que no sabe controlar la fuerza y la potencia que tiene", comenta uno de los técnicos que le entrenó. "Puedes ser una persona fantástica, pero si vas a 5.000 revoluciones saltas y acabas petando como un coche. Puedes bajar de 5.000, si quieres, hay terapias con técnicas de relajación para eso. Y si no, pues asumes el riesgo de hacer lo que hizo Pepe el otro día", explica Imanol Barrondo, ex central del Rayo y especialista en tutorías deportivas.

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El portugués, con 26 años, parece que ha decidido no asumir el riesgo, o por lo menos intentarlo, y bajar de las 5.000 revoluciones. Hace meses, según confirmaron fuentes del club, comunicó al Madrid su decisión de seguir una terapia privada individual para controlar y reprimir los impulsos. Antes de su enajenación ante el Getafe, quienes sabían en el club que tenía asistencia, estaban bastante sorprendidos por los satisfactorios resultados de la terapia, al comprobar que Pepe no había vuelto a tener calentones. La última vez que había sido expulsado fue en marzo del año pasado, en el partido de Champions contra el Roma en el Bernabéu. Esta temporada le habían sacado seis tarjetas amarillas (por cinco de la anterior). "Las terapias no son otra cosa que un entrenamiento psicologico. Igual que los deportistas trabajan la elasticidad y la fuerza, también pueden trabajar para controlar los impulsos a través de técnicas de relajación, respiración y pensamiento positivo", explica Pablo Del Río, psicologo del CSD.

"Lo de Pepe no es ninguna enfermedad. Ha reaccionado de una forma inadecuada a un sentimiento de frustración. Es normal en situaciones de presión acumuladas", matiza Del Río. Pepe es un jugador muy querido entre los empleados del club, que subrayan de él su enorme disposición, su carácter extravertido y, especialmente, su deseo por echar raíces en el Madrid y en España. En verano de 2007, nada más aterrizar en Madrid, pidió conocer a Fernando Hierro y quiso empaparse de la historia del club blanco -se quedó sorprendido por los puros que se fumaba Santiago Bernabéu-. La semana pasada, rumbo a Huelva para jugar ante el Recreativo, preguntaba porqué al Recre se le conoce como el decano del fútbol español. Pepe, que convive con una estudiante de Medicina, ha tenido la misma transformación que Doctor Jekyll y Mister Hyde. Después de empujar a Casquero y escuchar al pitido del árbitro que señalaba penalti -quedaban tres minutos para el final y Guti acababa de empatar- se transformó en Mister Hyde.

"En ese momento se dio cuenta de que el Madrid iba a perder la Liga. Podría haberse comido al árbitro. Se comió a Casquero y a Albín. Es lo que le pidió el cuerpo: dar rienda suelta a su frustración", analiza Del Río, quien pone como ejemplo a Roger Federer. "Es la tranquilidad hecha persona. Nadie se habría imaginado hace un año verle llorar como lloró en Melbourne ["Dios, esto me está matando", dijo a Rafa Nadal], tampoco nadie se habría imaginado verle romper una raqueta como hizo en Miami. Esas cosas pasan cuando se produce un desgaste importante en el organismo".

Es la tesis, también y entre otros, de Marcelo, el ahijado de Pepe, que curiosamente explotó el mismo día que su gran protector. "Ahí dentro del campo no sabéis lo que pasa, lo que es estar jugándote una Liga, no sabéis la presión que supone eso. Pepe siempre está ayudando a todo el grupo, a mí en especial, ahora ha cometido un error y somos nosotros los que tenemos que ayudarle", comentó el lateral quien ayer salió en la sala de prensa, con un discurso preparado, para pedir disculpas por los gestos irrespetuosos hacia el Cata. "Fue un partido muy duro, sobre todo con el Cata, de esos encuentros que quieres ganar como sea", soltó el brasileño, de 19 años, sin reparar en que ridiculizó a un adversario, una vez concluido y ganado el partido, sacándole la lengua y tocándose los genitales.

¿Pero cómo se pueden hacer esos gestos? "Sólo lo puede entender la gente que juega al fútbol...", contestó, como si jugar al fútbol le concediera el derecho a desairar a los adversarios. "Hubo piques durante los 90 minutos... que si yo iba a perder o él a ganar, fue un partido que nunca había vivido y reaccioné así. Me he equivocado y pido perdón por lo que he hecho", explicó confesando que Raúl le regañó: "Me dijo que tengo una carrera por delante y que tengo que aprender a comportarme". Luego, como tenía el discurso tan bien aprendido, se unió a la teoría del club del efecto óptico. "No me toqué los huevos, puse la mano ahí y justo me sacaron una foto". Las fotografías demuestran todo lo contrario.

Pepe, ayer en su vuelta a los entrenamientos en Valdebebas.
Pepe, ayer en su vuelta a los entrenamientos en Valdebebas.EFE

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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