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Reportaje:EUROCOPA 2008 | El mejor debut de España

Primer aviso de Luis

El técnico afirma que la airada reacción de Torres al ser sustituido tendrá consecuencias y el ariete dice que se enfadó consigo mismo

Diego Torres

A Fernando Torres le tiene mosca Luis Aragonés y Luis Aragonés no hace nada por aliviar la picante desazón del jugador. El delantero del Liverpool y el técnico acumulan suspicacias recíprocas desde 2001. Gota a gota, la tensión empezó a revelarse el año que el Atlético ascendió a Primera. Ayer, en el apacible valle de Neustift, donde todo parece insignificante a los pies del macizo de Stubai, el seleccionador español alimentó la inquietud del futbolista cuando avisó de que su reacción, visiblemente airada, al ser sustituido en el minuto 53 del partido contra Rusia sería respondida con un golpe de autoridad. La advertencia fue tan breve como oscura: "Puedo asegurar que las cosas no se quedarán así".

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Luis lanzó un pequeño dardo volandero a sabiendas de que su destinatario acusaría el recibo. Lo hizo provocado por el grupo de periodistas que acompañan al equipo, que saben por experiencia que el seleccionador es vulnerable a ciertas tentaciones de la vanidad. Cada vez que le sugieren que su liderazgo se resquebraja, el hombre es incapaz de reprimirse. Con 69 años, salta a escena y se convierte en el protagonista. Necesita reafirmarse en público, haya o no haya motivos para pensar en amenazas.

Hasta ayer no se sabía si el enfado de Torres era el síntoma de un problema. Más bien parecía un incidente rutinario. Desde ayer se puede sospechar que el conflicto existe. "Ésas son cosas internas", dijo el técnico cuando le preguntaron si había hablado con el jugador; "pero puedo asegurar que las cosas no se quedarán así. No se dejarán pasar".

"Vamos a ver", dijo Luis cuando le pidieron menos esoterismo y más claridad; "comprendo y entiendo que el jugador se enfade. Estoy con Torres. Yo he sido jugador y me he enfadado. Pero la corrección... Yo, primero, como jugador, me debo enfadar conmigo mismo. Debo ser coherente. Lo importante es que los que no juegan se tienen que cabrear. Ahora, ese cabreo debe ser consigo mismo".

El seleccionador dejó claro que los gestos de Torres al ser sustituido por Cesc no le gustaron nada. El mensaje hará diana. Los goleadores son la especie más sensible del fútbol. Sus membranas perciben todas las señales que emite el pequeño universo que habitan.

A sus 24 años, Torres sabe que Luis, quizá para motivarle, nunca le demostró su plena confianza. Siempre anduvo subrayando en público sus deficiencias técnicas: que si golpeaba mal, que si controlaba peor... Torres también apunta un dato que irrita a los goleadores: las sustituciones. De los 41 partidos que ha jugado con Luis en la selección sólo ha terminado 11. Y marcó en diez de esos 11. Torres cree que el dato demuestra dos cosas: primero, que siempre que han apostado por él ha respondido; segundo, que necesita 90 minutos para producir. Está convencido, como todos los delanteros, que los minutos son una muestra de confianza.

En el cuerpo técnico de la selección consideran que Torres se equivoca al ventilar su egoísmo. Dicen que esto podría afectar a la unidad del grupo y recuerdan, salvando las distancias, el precedente fatal de Raúl durante el Mundial de Alemania. También exhiben la estadística de Villa. El contraste es llamativo: desde septiembre de 2006, cuando empezó la fase de clasificación para la Eurocopa, Villa ha marcado 12 goles. Torres se ha quedado en dos durante el mismo periodo. La sequía del delantero español con mayor prestigio internacional refleja un hecho. La selección no ha proporcionado a Torres las condiciones que encuentra en el Liverpool, en el que ha marcado 33 goles en 44 partidos esta temporada. La cifra es relevante.

Tal vez demasiado para Luis, que siempre sospechó de los jugadores carismáticos. "Me enfadé al principio", dijo Torres sobre su sustitución tras el partido; "pero me enfadé conmigo mismo. Siempre se puede mejorar". No parecían las palabras de un resentido ni de un jugador deseoso de desafiar al entrenador. Todo resultaba corriente. Hasta ayer. A partir de ahora, la unidad de la selección y su éxito en la Eurocopa dependerán también de la gestión que hagan de su orgullo el entrenador y el jugador. En sus manos está salvar un obstáculo que puede ser tan inocuo como definitivo.

Villa y Fernando Torres celebran el primer gol del delantero asturiano frente a Rusia.
Villa y Fernando Torres celebran el primer gol del delantero asturiano frente a Rusia.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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