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Reportaje:PEKÍN 2008 | Faltan 144 días para los Juegos

"Soy un experimento"

Almudena Cid trata sus pies media hora al día para llegar a sus cuartos Juegos con 28 años, edad 'imposible' para la gimnasia

Amaya Iríbar

Almudena Cid rara vez contesta el móvil. Va tan ajetreada, hoy Madrid, mañana Amsterdam, siempre Barcelona, que contesta con un sms. Por eso cuesta imaginar que esta mujer de 27 años saque al menos seis horas diarias para entrenarse, para lanzar las mazas, el aro, la cuerda y la cinta, bajo la seria mirada de Iratxe Aurrekoetxea, que ha guiado todos sus pasos sobre el tapiz. Y dedica media hora más a meter sus pies, machacados tras tantos años de puntillas, en una máquina de magnetoterapia para consolidar los huesos. Todo sin perder la sonrisa, que le sale fácil, como las palabras, y se le refleja hasta en los ojos, de un verde extraño.

"Soy un experimento. No hay ninguna gimnasta de mi nivel que lleve el tiempo que llevo yo", dice en el centro de Alto rendimiento de Sant Cugat (Barcelona); "entreno como si fuese algo normal, pero sé que no lo es". Es jueves. Las dos de la tarde. Y acaba de terminar la sesión de la mañana. Es su única tarde libre, domingos al margen. El resto de los días tiene dos sesiones de entrenamiento, mañana y tarde, para un total de "entre seis y siete horas diarias". Unas tres menos de lo que hacía antes.

"Ahora no aguanto como antes y me da mucha rabia. Noto que mi cuerpo se rebela"

"Ahora no aguanto y me da mucha rabia", reconoce Cid, que tendrá 28 años en los Juegos de Pekín, una edad casi imposible para la gimnasia; "noto que mi cuerpo se rebela. Me duele al estirar y al calentar y tengo que trabajar más la flexibilidad". Y los pies, siempre los pies. Sufrió dos fracturas de estrés en 2006. Le molestan si hace frío, se entrena siempre con el izquierdo protegido con un vendaje y rara vez usa tacones. También se duele de la espalda, que se le carga de más en el lado derecho, lo que combate con masajes.

Esa es la parte mala, la factura de un cuerpo que lleva 13 años en competiciones internacionales, que va a por sus cuartos Juegos Olímpicos y carga sobre los hombros siete Mundiales y siete cambios de código de puntuación. Eso y haber abandonado a su familia, que sigue en Vitoria, con 14 años.

¿El lado positivo? La experiencia le permite dejar los nervios fuera de la pista y su tesón le ha convertido en la imagen de la gimnasia clásica, la de antes, la que primaba la expresión artística sobre el contorsionismo tan en boga ahora. Además, le cuesta mucho menos aprender nuevos elementos.

Este año, como todos los años olímpicos, el último para Almudena, todo a su alrededor se acelera. Su despertador suena a las ocho y media de la mañana. A veces, siempre que está su novio, en su nueva casa, en la cercana Rubí. Y a veces en la residencia de Sant Cugat, donde mantiene la habitación que ocupa desde 2000, cuando decidió trasladarse tras varios años concentrada en Madrid. De 9.30 a 14.15 entrena en una sala con un sólo tapiz, ventanal desde el suelo hasta el altísimo techo y una agradable luz natural. Luego come en la cafetería del centro -"aquí todo es fácil, te lo dan todo hecho"- y vuelta a ensayar a las 18.00 hasta pasadas las nueve de la noche de la noche.

Toda la preparación está enfocada a un esfuerzo de minuto y medio. Pesas, entrenamiento aeróbico -en una máquina elíptica para proteger pies y rodillas-, hora y media diaria de ballet -"es imprescindible y no me disgusta"-, abdominales, ejercicios para los glúteos..., y dos aparatos por sesión. Del programa olímpico ha desparecido la pelota, uno de sus favoritos, pero a cambio tiene un nuevo ejercicio de mazas del que está muy orgullosa, inspirado en un ballet de Víctor Ullate, que le ha dado su aprobación.

El resultado es un cuerpo estilizado, de espalda cuadrada y no tan delgado como parece en televisión. Su ficha dice que mide 1,67 metros y no llega a cincuenta kilos. "Yo no me peso", contesta rotunda, intentando desterrar el mito de las gimnastas anoréxicas que tanto daño ha hecho a su especialidad.

"Cuando estaba en Madrid nos pesaban todos los días y si nos pasábamos lo notábamos en la cena", recuerda. "Pero eso ya no pasa. Estoy segura de que tampoco allí. Los tiempos han cambiado. Ahora tenemos un nutricionista, nos cuidamos. Es una cuestión de salud, de no arriesgar una lesión. Igual que nos enseñaban de pequeñas a hacer elementos, debían habernos enseñado a comer", dice.

La gran diferencia de hoy con las mismas fechas de hace cuatro años es que Cid sabe que tiene la plaza olímpica asegurada. Para Atenas mantuvo una guerra fratricida jaleada por la federación española con Jennifer Colino. "Fue una locura", recuerda; "ahora es diferente. He podido escoger las competiciones que vienen bien para mi cuerpo y para mi preparación olímpica". El calendario que cuelga en el gimnasio tiene marcados con fluorescente varias pruebas de la Copa del Mundo y el Europeo en junio.

Con la práctica deportiva interiorizada, Almudena Cid, octava en Atenas 2004, ha aprendido en los últimos tiempos a hacer otras cosas. Se ha sacado el carné de conducir: "Me da mucha libertad", asegura. Diseña sus propios maillots, coloristas y llenos de lentejuelas. Forra a mano sus aparatos, como ese aro naranja personalizado con miles de diminutos trozos de papel de colores. "¡Tardé horas en hacerlo!". Incluso viaja hasta Holanda para convertirse en imagen de la próxima campaña de Nike. Y así seguirá hasta agosto. "Cuando volví de Atenas seguí entrenando y no veía claro cómo dejarlo", termina la alavesa. "Ahora lo tengo claro. Sé lo que quiero hacer y la gimnasia me limita". Entre muchas otras cosas, ponerse tacones y olvidarse de sus heridos pies.

Almudena Cid

- Almudena Cid nació

el 15 de junio de 1980 en Vitoria. Vive en Barcelona.

- Será la segunda española que participa en cuatro Juegos, tras Pilar Fernández (tiro olímpico).

- Fue octava

en Atenas 2004.

- Se entrena desde niña

con Iratxe Aurrekoetexea.

- Ha participado en siete Campeonatos del Mundo

y ha vivido siete cambios

del código de puntuación.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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