Tarde de picnic en el Calderón

Un debate impensable hace 15 días ha cobrado forma en el Calderón. Acostumbrado al tándem Agüero-Forlán, la pareja de delanteros titular en las últimas cuatro temporadas nevara o hiciera sol, plantear la suplencia de Zipi o Zape era un anatema. Una herejía. La falta de competencia en la plantilla, con marías como Sinama o Mista, no animaban a la controversia, incluso pese a la discretísima campaña de Forlán esta temporada. Aprovechando una sanción al Kun, Quique Flores, quizá envalentonado por tener fecha de caducidad, rompió el statu quo el domingo pasado en Pamplona, dando bola a Diego Costa y mandando al banquillo a Forlán.

El hat trick del brasileño puso en un compromiso al entrenador: ningún jugador en la historia del club había sido suplente en el partido siguiente a marcar un triplete. Costa avivó la llama que rondaba la cabeza de Quique y repitió en el once frente a la Real Sociedad, como telonero de lujo del Kun mientras Forlán, el tercero en discordia, volvía a ser suplente por segunda vez consecutiva, lo nunca visto desde su llegada a la escuadra del Manzanares. Casualidad o no, el caso es que el conjunto rojiblanco mezcló como pocas veces había hecho en la Liga, firmando una primera parte estupenda con jugadas de todos los colores que le valieron para congraciarse con la grada pese al fiasco de temporada.

Hasta que Forlán le reemplazó mediado el segundo tiempo con disparidad de opiniones, Diego Costa no solo no desentonó sino que se entendió de rechupete con Agüero, que no le negó la pelota en ninguna ocasión. Para ejemplo, la asistencia por alto al brasileño, que tras ganar la espalda de los centrales se giró con ligereza y remató al poste. Fino como no se le había visto, el trotamundos brasileño, al que el club busca equipo en Turquía a cambio de 14 millones de euros, fabricó el primer gol tras otro balón en largo. En vez de encarar la portería, Costa arrancó hacia el interior, arrastrando a los defensas, dejando libre el carril izquierdo para la entrada de Filipe Luis. El lateral, tras una asistencia preciosa, un taconazo de lujo, chutó sin complejos con la zurda aprovechando el hueco que Bravo dejó en el primer palo. Pese al despiste, el portero fue el mejor de su equipo y evitó que la goleada fuera más contundente.

Enfrente, salvo una aproximación de Griezmann, que remató muy forzado un centro de Carlos Martínez, De Gea no apareció en escena en toda la primera mitad y con cuentagotas tras el descanso. La Real Sociedad cosechó su quinta derrota seguida por su preocupante falta de ideas. Al club donostiarra se le veía venir desde San Sebastián, con Bravo iniciando en largo todos los ataques y Xabi Prieto prolongando la pelota para que Tamudo se buscara la vida. Cada vez más asomada al precipicio del descenso, a la Real no la sostiene ni Aranburu. En cambio, la mejora de Tiago, bien sintonizado con Mario Suárez, némesis de Assunção, ha catapultado al Atlético. La ventaja no encabritó a los rojiblancos, que siguieron circulando el cuero hasta que Reyes justificó el precio de la entrada. El extremo fintó tres veces a Carlos Martínez sin tocar el balón hasta que lo sentó y su envío atrás lo embocó a la red Mario Suárez.

El intermedio no cambió la película, aunque a la Real le dio un ataque de dignidad y se mostró un poco más combatida. No le sirvió de nada. El Atlético siguió siendo un ciclón y fabricó una oportunidad tras otra para su pelotón de fusileros. Tras fallar un saco de ocasiones, tuvo que ser en un córner en contra cuando llegó el tercero: Agüero cerró la cuenta tras un contragolpe de 40 metros en el que cruzó la pelota lejos de Bravo. Fue el cierre perfecto a una tarde de picnic en el Calderón.