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Reportaje:Fórmula 1 | Gran Premio de Estados Unidos

"Todo se decide en los 'boxes"

Alain Prost, el 'Profesor', ofrece una mirada desapasionada, descreída y escéptica sobre la rivalidad en McLaren entre Hamilton y Alonso

Carlos Arribas

Alain Prost es un rebelde, uno que ama llevar la contraria al pensamiento mayoritario, y no le importa acudir, como buen aficionado al ciclismo que es -manda narices en estos tiempos-, a la salida de una etapa de la Dauphiné Libéré en Hautesrives - junto al Ródano, a la altura de los viñedos de shyrah del Hermitage, a la sombra del palacio ideal del cartero Cheval- para aprender de un mecánico las últimas novedades de materiales en el mundo de la bicicleta y saludar, de paso, a su ciclista favorito, que no es, evidentemente, ningún francés, sino un español al que algunos franceses quieren impedir que corra el Tour de Francia, es decir, Alejandro Valverde.

Se hace unas fotos, se abraza, charla con el murciano, cuenta cuánto le gusta participar en carreras populares y después, Prost, diminuto, aún en los huesos, ni un gramo de grasa, aún, 55 años, melena rizada, descuidada, se sube al coche del director del Caisse d'Épargne, Eusebio Unzue, y hace de copiloto, de aficionado afortunado, camino del Mont Ventoux. Y allí, claro, habla de automovilismo, de Hamilton, de Alonso, de una rivalidad encarnizada dentro de McLaren que, casi 20 años después, recuerda inevitablemente, a la que él mismo vivió primero con Niki Lauda, después, y sobre todo, con Ayrton Senna.

"Es un gran error tener dos coches iguales en la misma escudería. Genera mucha tensión"
"Fernando Alonso, de todas maneras, es un superpiloto, un gran, gran piloto"

"Pero pienso que ahora es un error tener dos coches iguales dentro de la misma escudería. Finalmente, se volverá contra ellos, porque genera demasiadas tensiones", dice. Y no duda. ¿Pero qué le pasa al profesor? ¿Se ha hecho demasiado viejo? ¿No recuerda lo que decía en los tiempos en que se pegaba cotidianamente con su compañero de escudería Senna?

En 1984, cuando Prost llegó a McLaren, el titular de la escudería de Ron Dennis era el austriaco Nikki Lauda, dos veces campeón del mundo. Prost, irreverente, un inconformismo azuzado, fomentado por Ron Dennis, el patrón, no dudó en intentar ganar el título. Ganó más carreras que el austriaco, pero perdió el mundial ante su compañero por sólo medio punto. La situación tornó cuatro años más tarde, cuando a un establecido Prost, ya bicampeón del mundo, le llegó de compañero el brasileño Ayrton Senna, quien como todos los genios, los campeones, no conocía la palabra respeto: ganó el título el primer año de convivencia. Tan imposible era la cohabitación en 1989, el segundo año, que ambos tuvieron que firmar un pacto de no agresión: ninguno intentaría cerrar al otro camino de la primera curva. El acuerdo duró nada. Senna lo rompió en el GP de San Marino. Prost le respondió en Suzuka, en el último GP de la temporada, donde ambos se jugaban el título. En una chicane Prost cerró el paso voluntariamente a Senna. Los dos monoplazas se engancharon. Prost se bajó del suyo, pero Senna, con ayuda de los comisarios volvió a la pista y ganó el gran premio. Poco después, sin embargo, fue descalificado por atajar ilegalmente. El título fue para Prost, que al año siguiente emigró a Ferrari. Ganó el título en 1993 y después se retiró. Pocos días antes de morir, Ayrton Senna le envió un mensaje: "Regresa Alain, te echo de menos. Sin ti no es lo mismo, no encuentro motivación para luchar, para ir más allá". En el entierro de Senna, Prost fue uno de los portadores del féretro. "Con Senna también murió una parte de mí, tan unidas han estado nuestras carreras", confesó.

"Pero ahora no es lo mismo", dice Prost, quien no ve mucha más pasión en el circuito. Lo dice con frialdad, lucidez. "En mis tiempos, el piloto era más importante que la máquina; ahora, primero es la tecnología, las manos van después. Y los coches están tan igualados por culpa de las limitaciones y los avances tecnológicos que es muy difícil adelantar en carrera. Las carreras se deciden desde los boxes. La estrategia de los patrones marca la fórmula 1, lo único que se sale de sus cuentas son los errores de los pilotos".

Cuenta después Prost una historia. Explica que hace seis años, cuando McLaren puso en marcha su simulador de grandes premios, en las demás escuderías se reían, lo consideraban una playstation, un juguetito. "Pero ahora, el simulador ha alcanzado una perfección asombrosa, es hasta capaz de simular las condiciones meteorológicas, la lluvia, el asfalto húmedo, el viento, todo. Y Hamilton ha trabajado mucho más que Alonso con el simulador, y su forma de manejar es mucho más suave, menos brusca que la del español. Creo que para McLaren, así, es más fácil ajustar los coches de acuerdo a las características de Hamilton", dice Prost. "Pero eso no puede esconder un hecho: Alonso es un superpiloto, un gran, gran piloto".

Alain Prost.
Alain Prost.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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