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CLIC CLAC | TOUR 2011 | 15ª etapa
Columna
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Un Tour indefinido

El Tour continúa su largo camino de tres semanas, un poco como el tiempo, indefinido. Comencé mis columnas diciendo que el Tour eran unas vacaciones, en contraste con el Giro, que era una fiesta. Bueno, esa era al menos mi impresión.

De momento las vacaciones de este año continúan con este tiempo variable que ni se puede calificar como bueno ni como horrible. Algo intermedio. El calor siempre ha estado presente, como corresponde al mes de julio, pero la lluvia ha aparecido más de lo deseado, con las consiguientes molestias que acarrea. Cielos azules, pocos hemos visto. La carrera, pues lo mismo; ni azul ni negra: un tono grisáceo más o menos oscuro al gusto del consumidor.

Cuando ha habido oportunidad de hacer algo, no hemos visto nada, y cuando menos nos lo esperábamos, han sucedido cosas importantes. De lo sucedido, lo que más trascendencia ha tenido de cara a la clasificación general han sido las caídas. Desgraciadamente. De los ataques de los favoritos, poco hemos sacado en claro. Haber los ha habido, pero han sido tan tímidos y tan dentro de lo previsible que lo único que nos queda claro es que, a pesar de que las máscaras ya se han levantado, las fuerzas están muy igualadas. Demasiado.

Los Pirineos parecían el tope de Voeckler, pero los ha pasado sin problema mostrando fortaleza y arrogancia
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Voeckler continúa con su reinado al frente de la clasificación, que se prolonga más de lo que él hubiese pensado -eso dice-, a pesar de que él mismo no se da ninguna opción de ganar este Tour. No le creo ni en una cosa ni en la otra, más bien creo que quiere pasar la presión a sus rivales, y que cada día que pasa se ve con más opciones de dar la sorpresa en París. Los Pirineos parecían ser su tope, pero los ha pasado sin ningún problema mostrando fortaleza y arrogancia -también su equipo ha estado magnífico-. Así que en los Alpes, o le aniquilan con agresividad táctica, o como le dejen vivo hasta el último puerto no le veo yo cediendo el amarillo con facilidad.

En la etapa de ayer, después del festival atlántico de los primeros días por la Vendée y Bretaña, el pelotón vio por primera y última vez el Mediterráneo. Más que verlo lo olió, porque en ningún momento circularon por la línea de costa. El mistral, el temido viento del interior, vino al encuentro del pelotón. Sin embargo, nadie quiso rendirle homenaje. Es el sino de este Tour, el de dejar pasar las oportunidades.

Por fortuna los sprinters rompen esta tónica, y no dejan pasar ni una. Hace unos días Cavendish dijo que le quedaban dos oportunidades. Ayer cumplió en la primera de esas dos -Montpellier, su cuarta victoria en este Tour- y la próxima será París. Las escapadas nacen destinadas a la muerte viendo el poderío del HTC de Cavendish a la hora de controlar estos días, y consecuentemente al olvido.

Hoy segundo día de descanso y toca de nuevo reflexión. A ver si cada uno se aclara de qué es lo que quiere, como Cavendish, que lo tenía bastante claro.

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