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Crónica:Ciclismo
Crónica
Texto informativo con interpretación

Valverde revienta a 200 metros

Rubén Plaza logra en Cantabria su segundo título español

Carlos Arribas

Dentro de la estrategia, digna del Lenin de un paso adelante dos pasos atrás, de purificación de Alejandro Valverde, la consecución del campeonato de España ayer, en las alturas de la cueva del Soplao (Cantabria) era un paso importante. "Queremos que de aquí a la Vuelta, a su regreso rehabilitado ante el mundo y en todo su esplendor, Alejandro gane todo lo que pueda", explicaban en su equipo, el Caisse d'Épargne, después de renunciar a pelear por una plaza en el Tour para el crack murciano. "Y que lo gane demostrando que corre más limpio que nadie, como ha ganado los últimos años".

Valverde puede quizás, demostrar su limpieza, aunque sólo sea por el número de controles que pasa a lo largo del año, como el que más -o más aún: hace unos días Lance Armstrong se exaltaba anunciando que un solo día había sido visitado dos veces por los controladores en su casa; no era el primero: a finales de mayo, Valverde ya fue objeto de la nueva táctica de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de la doble visita cotidiana, basada en la sospecha de que el sujeto, una vez pasado un control se confía y se pincha cosas prohibidas nada más abandonar su casa el inspector con su orina y su sangre-, pero por muy bueno que sea no puede ganar todo aquello que se proponga, y ni siquiera elegir a quien le aflige derrotándolo.

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Como ayer, los desterrados.

Rubén Plaza y Tino Zaballa forman parte de los orígenes de Valverde, de sus años en el Kelme, con Belda, con Eufemiano Fuentes. Dos buenos ciclistas a los que la Operación Puerto ha enviado a Portugal. Llevaban, ellos, y otros tantos, años clamando que la mayor injusticia era que Valverde no hubiera sufrido como ellos, clamando por una venganza que ayer, finalmente, se les puso a tiro de piedra. Fue en la ascensión final. Valverde se aisló de su equipo y empezó a responder a todos los ataques, a la agresiva táctica del Euskaltel personificada en los escaladores Igor Anton y Mikel Astarloza, a los movimientos de Plaza y Zaballa, quienes, de común acuerdo, a falta de kilómetro y medio, le colocaron de frente a sus responsabilidades: se fue Astarloza y ambos dejaron la tostada al murciano, quien mantuvo las distancias. Después fue un pim-pam-pum: tirón de Zaballa, respuesta de Valverde, remache de Plaza, rendición de Valverde a los 200 metros, quien, al menos, tuvo los reflejos de no pedalear por un puesto en el podio, por evitar una fotografía que le devolvería a un pasado que quiere olvidar. Acabó cuarto, por detrás de Rubén Plaza, Tino Zaballa y Mikel Astarloza.

"La carretera ha hecho justicia con los desterrados", proclamó luego Zaballa, un cántabro de 31 años, con el mismo lenguaje que podría haber usado hace unos siglos el mismísimo Rodrigo Díaz de Vivar. "Era una ocasión única para reivindicarme", añadió Plaza, alicantino residente en Cantabria, de 29 años, quien ya fue campeón de España en 2003, cuando corría en el Banesto. Ninguno de los dos, a diferencia de Valverde, se somete a los controles del pasaporte biológico de la UCI.

Otros campeones: Alemania, Martin Reimer (Cervélo). Bélgica, Tom Boonen (Quick Step). Dinamarca, Matti Breschel (Saxo). Estonia, Rein Raaramae (Cofidis). Francia, Dimitri Champion (Bretagne-Schuller). Holanda, Koos Moerenhout (Rabobank). Italia, Filippo Pozzato (Katusha). Luxemburgo, Andy Schleck (Saxo). Noruega, Kurt-Asle Arvesen (Saxo). Rusia, Serguéi Ivanov (Katusha). Suiza, Fabian Cancellara (Saxo).

Alejandro Valverde.
Alejandro Valverde.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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