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CICLISMO

El miedo del ciclista al futuro

Una hernia discal mantiene brumoso el porvenir de Mikel Zarrabeitia

Carlos Arribas

Si quieren conocer lo que es el verdadero dolor de un ciclista no se conformen con adivinarlo en, el rictus del rostro de un corredor subiendo destacado el Tourmalet, por ejemplo. No,- algo más sencillo: acérquense uno de estos días a Abadifio (Vizcaya, pegando a Durango), a la casa de Mikel Zarrabeitia -24 años, recién afeitada la cara; las piernas, un bosque de vello-, siéntense frente a, él y pregunten. "Más duro que la propia bicicleta es no poder. montarte en ella", les responderá. Zarrabeitia, segundo tras Tony Rominger en la última Vuelta, sabe de qué habla. Desde la víspera del Tour, el 1 de julio, hace más de cuatro meses y medio, el joven ciclista no sabe lo que es pedalear al aire libre. Peor, aún no sabe a ciencia cierta cuándo volverá a hacerlo. "Me han dicho que si todo va bien, en diciembre ya podré volver a montar", dice. "Pero, de todas formas, hasta mayo no volveré a competir". El futuro ciclista de uno de los jóvenes herederos de Miguel Induráin está en el aire. Una hernia discal en la región lumbar "la espalda es el peor sitio para lesionarse: es el centro del cuerpo, afecta a todas las partes. Y, además, no es lo Mismo que te operen de algo y te den plazos de recuperación que algo tan vaporoso e indefinible como esto", seguida de un accidente de coche que le dejó maltrecha la clavícula, tienen a Zarrabeitia parado, rumiando su mala suerte, dolorido, con miedo, solo, con dudas, y también esperanzado. Es un vasco que se ha hecho ciclista por influjo familiar y porque en su tierra no se entiende casi la existencia si uno no trabaja por destacar en algún deporte que se le dé bien. "Es como todo, a alguien se le da bien escribir, por ejemplo, y se dedica a ello. Y a mi se me dio bien montar en bicicleta desde un principio, casi de forma natural". Y eso es algo que debe de dar su pueblo, Abadiño, muy cerca de Mañaria, el pueblo de los Gorospe, y de Bérriz, el de los Lejarreta. Y allí, a apenas 50 metros de su casa, vive David Etxebarria, uno que se ha hecho profesional con el ONCE, y un poco más allá, otro profesional con el Euskadi.Mala suerte. Detrás de su casa, cubierto con plásticos, un montón de chatarra, los restos de su R-19 rojo accidentado el 16-de septiembre. Un monumento simbólico a la mala suerte. "No lo tenía asegurado a todo riesgo y la reparación me costaría más de un millón de pesetas. Así que me compraré otro, aunque todavía no he vuelto a conducir desde el accidente". Poco le consuela a Zarrabeitia que se., le diga que es tauro, como Eddy Merckx o Marino Lejarreta, y que todo le irá bien. No cree en los horósco pos, sino en lo tangible. "Empe zó a dolerme la pierna en la Vuelta a Luxemburgo y en un princi pio parecía una lumbalgia, que se pasaría con buen masaje, pero siguió molestándome y luego se agravó la víspera del Tour, que debí coger frío. Ahí ya me dije ron lo del nervio ciático y que con 15 días de reposo se me pasa ría. Y después, nada, que era una hernia discal. Y ahí, más dudas. Primero me asustaron, me dije ron que era extrañísimo a mi edad, pero me fui enterando y -vi que había jóvenes normales, no deportistas, con el mismo pro blema. Vi a unos cuantos espe cialistas y todos me decían que tenía que operarme. Y seguimos buscando. Fuimos a uno muy . bueno a Burdeos pero sólo me miró un poco un par de minutos y luego se puso a hablar del ré cord de la hora de Induráin. Hasta que uno de aquí, de Du rango, que dicen que es el mejor, me dijo que no era necesario operarme, que con ejercicios de rehabilitación podría recuperar me. Me dio un plazo de cuatro, meses y ya llevamos cuatro y me dio. Y luego, el accidente. Dejé la rehabilitación y me pusieron una serie de ejercicios con pesas, que es en lo que estoy ahora". Otros ciclistas, los italianos Fondriest y Bafli, por ejemplo, se han opera do de hernia discal y han vuelto a la coffipetición con éxito*. "Pero una operación no tiene vuelta a atrás: si recaes no hay solución, y si recaigo después de los ejerci cios, aún puedo operarme". Esto le está pasando a los 24 años, con todo por delante. "Si hubiera surgido a los 30 habría sido dife rente. Habría colgado la bicicleta y ya está".

> Miedo. "Paciencia, paciencia, paciencia... es lo único que oigo a mi alrededor", y es como si a Zarrabeitia le entraran ganas de romper la palabra. ¿Cuándo podré volver? ¿Cómo estaré cuando vuelva? Todo es un fluir de preguntas a las que no encuentra respuestas el ciclista. En la parte de atrás del bloque de viviendas donde vive con su familia -sus padres y sus dos hermanos, también ciclistas-, hay un pequeño almacén, un cuarto de apenas 12 metros cuadrados donde, en ganchos, están colgadas las bicicletas de todos, entre ellas las de Mikel. Hierros y ruedas embarrados, poco utilizadas últimamente. Su hermano mayor, Juan Antonio, acaba de colgarla: su contrato con el Banesto no ha sido renovado y ningún otro equipo se ha interesado por contratarlo. Su hermano pequeño, aficionado, está de reposo, y él, Mikel, de baja. Sólo,abre la puerta del cuarto para enseñarlo volver a vivir las ganas de montarse. "En diciembre espero volver a ella, pero, de todas formas,me han dicho en el equipo que me lo tome con calma, que no hay prisa, que comienza poco a poco la próxima temporada. Hasta mayo o así no volveré a competir y la mejor forma, siguiendo los planes, tendría que encont'rarla en septiembre, cuando la Vuelta". Antes de su revelación, en la Vuelta pasada, Zarrabeitia dijo que no era más que un glóbero, un ciclista dominguero. "Después de mi segundo puesto ya empecé a creerme que era algo bueno. Y entonces, pasó lo que pasó". Su madre, Jesusa Uranga, es la que contesta cuando-se le dice que, en teoría, tendría que ganar la próxima Vuelta, ya que Tony Rominger no la correrá: "Ya, pero mientras mi hijo está así, otros, como José María Jiménez o Ángel Luis Casero, también del Banesto, siguen progresando y van a dar fuerte". El pesimismo es pensar que incluso lo malo sería demasiado bueno: Zarrabeita no piensa que lo que está en peligro es su futuro como buen ciclista sino como ciclista a secas. 'El próximo afio termina mi contrato, y si no ando bien no sé si me renovarán". Es un futuro en el que se tendrá que ganar el puesto frente a sus competidores naturales, de otros equipos, los de la generación del 70, como Fer-nando Escartín y Abraham Olano; y también en su propio equipo: retirado Pedro Delgado hace falta un líder para España. Induráin lo es para el mundo.

> La soledad. "Todo depende -de él, de su voluntad y de su trabajo; es él el que se está jugando su futuro, los millones que puede ganar", es el mensaje que le llega desde su equipo, el Banesto. La soledad no deseada, la que no es fruto de una escapada. La de dos horas diarias en un gimnasió de Durango, rodeado de cultivadores del cuerpo, en aparatos de pesas y una bicicleta estática. "Hago unos ejercicios isométricos, sin forzar para nada, que me ha mandado Sabino Padilla, el médico del Banesto". Y la soledad del paseo diario por el monte, con cachava. Las relaciones con el Banesto se reducen a alguna llamada telefónica de López Cerrón y visitas a Padilla. "Se han puesto de acuerdo -para no atosigarme todos y lo centralizan con Cerrón, que informa a los demás de cómo ando". Una soledad rota por la compañía de su familia, por sus recuerdos -una habitación con algunas fotos, cuatro libros y las copas que han jalonado su corta carrera-, por los vecinos -"cuando salgo de casa apenas puedo andar dos metros sin que me paren para preguntarme cómo ando"-, por los amigos con los que se va al frontón y por las visitas de compañeros. Por allí se pasaron el jueves López Uriarte, González Arrieta y Roberto 'Laiseka. Hablaron de las vacaciones en Cuba que se había perdido Zarrabeitia -"echo de menos en sol, quiero bajar a entrenarme a Benidorm o por ahí"-, de coches -"estoy dudando: me gustaría un deportivo pero ahí no me caben las bicicletas, y también me gustaría uno' tipo Espace', pero yo solo creo que no lo aprovecharía al máximo"- y de otros compañeros, de carreras, de mujeres y novias. El ambiente de los ciclistas. El ambiente que ha mamado Mikel Zarrabeitia y que quiere que siga siendo el suyo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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