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DESDE MI SILLÓN | CICLISMO | Arranca el Giro de Italia
Columna
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El camino del exceso

Tiempos de cambio. Abril va quedando en el olvido, y poco a poco vamos avanzando en mayo, pero aún así seguimos en tiempos de cambio, curiosamente de cambios bruscos de tiempo. En ciclismo cambio de chip en la cabeza de los corredores. Atrás quedan las clásicas de primavera, primer objetivo real de algunos de ellos. Tras un bloque de carreras de pretemporada y preparatorias, llegó el bloque de las clásicas de pavé. Después de estas, el bloque de las clásicas de las Ardenas, más adecuado a los corredores de Vueltas, y por fin, tras otras carreras para afinar la puesta a punto, comienza el bloque de las Grandes Vueltas, con este Giro de Italia que impresiona más que cualquier otro del pasado.

Siguiendo con las buenas costumbres adquiridas en años de oficio, he ojeado el libro de ruta de manera deliberadamente superficial. Y lo que he visto me asusta. Y eso que el Giro siempre se ha caracterizado por sus excesos. Pero este es el Giro en estado superlativo; el más excesivo que he visto en estos últimos años.

Un recorrido que da la vuelta a la península itálica en sentido antihorario, bajando hacia el Sur a orillas del Tirreno y subiendo en paralelo al Adriático, con una breve excursión de por medio a Sicilia para visitar el Etna; y con una última semana de pura supervivencia por los Dolomitas y las montañas del Norte con escapada incluida al temido y conocido Grossglockner austriaco. En la primera semana, tras la testimonial crono por equipos, ya sorprende el kilometraje de la primera etapa, indicador simbólico del calificativo de este Giro: excesivo. Y tras unas etapas con llegadas ratoneras, sorprende también la distancia a recorrer el día de la primera llegada en alto, 110 km, impropios de una carrera profesional.

La segunda semana vuelve al esquema clásico, pero a partir del viernes comienza el festival de pendientes y desniveles de infarto. Y a partir de ahí, 10 días de supervivencia, ocho si descontamos el día de descanso y la crono del último día en Milán. Por todo esto, lo mejor es que los corredores no se agobien en exceso y vayan pasando las hojas del libro de ruta para estudiarlas una a una, y coincidiendo con la víspera de cada jornada. Estudiarlo a fondo y al detalle desde el día de hoy sería perjudicial para su estado de salud, sobre todo mental.

Y hablando de excesos, no puedo dejar de mencionar lo que he leído por ahí del descenso del Monte Crostis. Contador ha dicho que nunca ha visto nada igual y que da bastante miedo. El organizador ha asegurado que, considerando el peligro, se instalaran redes de contención en determinadas curvas tal y como se hace en los descensos de esquí alpino. Un equipo de rescate en montaña integrado por cuatro personas seguirá en un vehículo a los corredores durante todas las etapas de montaña, prestos a intervenir en cualquier incidencia. En fin, que considerando el precedente de lo que pasó en esta carrera en 2009, cuando un corredor cayó por un barranco y, entre otras cosas, salvó su vida gracias a la rápida intervención de un equipo de rescate en montaña que se encontraba dispersado durante toda la bajada, me parece que el exceso va demasiado lejos en lo que concierne a la seguridad de los corredores. Yo hablo sin verlo y quizá viéndolo cambiaría mi impresión, pero a mí este exceso me indigna de modo especial, pues conozco muy bien a la persona de la que estoy hablando y todo lo que significó en su vida aquella caída. Tan bien, que soy yo mismo, vamos. Tan solo espero que ese día pase sin ninguna incidencia que reseñar y no tengamos que lamentarnos de nada.

Y como ya he agotado mis líneas, tiempo habrá de hablar de los favoritos. De Contador, de Menchov, de Nibali o Scarponi, o incluso de Igor Antón y Purito. Pobrecillos, pena me dan. Que les sea leve.

P. D: Gracias a los Héroes del Silencio por el título.

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