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NAVALACRUZ Pueblo de Iker Casillas

En el cine de Iker

Los aficionados se reúnen en torno a la vela que presidió la Eurocopa

Ningún niño de Navalacruz quería ponerse de portero y le tocó a Iker Casillas. Con más o menos imaginación, estos son los comienzos que a los 260 habitantes de este pequeño pueblo de Ávila les gusta recordar al guardameta de la selección Ayer eran unos cuantos menos. "Muchos se han ido a Madrid y otros están en una boda y en una despedida de soltero", dice Belén. Vive en la capital, pero quería ver el partido en el pueblo de la familia de Casillas. "Mañana me he pedido el día libre para poder ir a celebrarlo allí", cuenta mientras sus dos hijos, ataviados con la equipación de la selección española terminan de merendar en el bar de Sabi. a la espera de que comience el partido.

Este local, en la plaza de Navalacruz, fue uno de los dos puntos de reunión.Dos televisores resguardados bajo dos sombrillas para evitar el reflejo esperaban a los vecinos, que se hicieron esperar Una camiseta de Casillas firmada, un cartel colgando de una terraza en el que se podía leer Iker te queremos .Todo estaba preparado y los únicos que llenaban el lugar eran los niños. A falta de media hora para el inicio del partido unos 15 aficionados invadieron la plaza como de si un equipo de fútbol se tratara. No faltaba ni un detalle rojigualdo, hasta que apareció Delia con una pintura bicolor para la cara. En un minuto se arremolinaron a su alrededor y en poco tiempo estaban dispuestos con los colores de guerra en mofletes y frente.

El árbitro pitó el inicio del partido y se hizo el silencio. En la terraza del bar Sabi no empezaron los vítores hasta que los de dentro se hicieron notar. Entre las cuatro paredes del pequeño local había más animación. "Esto es otro mundo", dice Sabibandeja en mano, "aquí tenemos una pantalla más grande". Los holandeses empezaron a apretar con sus patadas, los goles no llegaban y la familia de Casillas no aparecía. "Casi todos están en Madrid o Sudáfrica", recuerda la esposa del alcalde. Entonces apareció el talismán: la vela que la abuela de Casillas, natural de Navalacruz, usó durante la Eurocopa. La terraza entera se encomendó al cirio, sin mucha suerte, llegó el descanso empate a cero.

Unas calles más abajo de la plaza está el centro cultural, segundo centro neurálgico para ver la final. "Hemos instalado una pantalla de cine que donó Casillas", cuenta la mujer del alcalde Benigno. Las sillas se agolpaban a los lados a la espera de que los vecinos fueran haciendo presencia. Es un regalo más de los que el madridista hizo cuando fundó el campus que lleva su nombre en la dehesa cercana a Navalacruz. Como en la plaza, los niños fueron los primeros en hacerse con las mejores sillas.

En Navalacruz ya desde la ceremonia de clausura que precedió al partido sonaba lo que puede considerarse la versión abulense de la vuvuzela: un híbrido entre la clásica trompeta y una bocina. La batalla, anoche, no solo fue en el campo. Los vecinos disputaron su particular final. Entre el bar de Sabi y la pantalla del Ayuntamiento. ¿El resultado? Empate. Ambas aficiones eran la misma. Todos animaban al mismo equipo y al mismo jugador. Al que veían corretear por Navalacruz cuando era pequeño.

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