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Reportaje:

El círculo virtuoso de Valero

España deslumbra en la Supercopa de balonmano y apuntala la renovación emprendida por el seleccionador, en la que incluye a su hijo, con vistas a los Juegos Olímpicos

Hace seis años, Valero Rivera tuvo que abandonar el Barcelona. "No jugaba por ser hijo de quien soy", argumentó. Se le hacía insoportable el peso del apellido. Su padre, Valero Rivera, había sido el factótum de aquel maravilloso equipo. Su hijo rompió amarras. Recaló en Zaragoza. "Allá donde iba, me señalaban y decían: 'Mira, ese es el hijo de...'. Yo quiero que se me conozca por ser jugador del CAI. Pero es algo que me ha caído y con lo que tendré que vivir siempre". Sus cambios de equipo fueron constantes. Del CAI al Algeciras, al Guadalajara y más tarde al Academia Octavio. Hace dos años cambió de club y de país y se fue a Francia, al Nantes.

Mientras eso sucedía, su padre, que dejó en 2003 el banquillo del Barcelona, en el que acumuló seis Copas de Europa y 12 Ligas, entre otros títulos, continuó por otros derroteros. Hasta que en 2008 fue nombrado seleccionador. Su primer torneo fue decepcionante. España fue eliminada a la primera en el Mundial de 2009. Pero no cejó en su empeño de acercar de nuevo al equipo al nivel que le permitió ganar la máxima corona en 2005. Este año, en enero, la medalla de bronce en el de Suecia marcó un punto de inflexión.

"Me alegro por él. Hizo el debut soñado: tres goles, incluido el decisivo", dice el técnico

El pasado fin de semana se disputó la Supercopa de Naciones en Alemania, un torneo exigente, pero una ocasión para experimentar con vistas a un objetivo crucial: los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El pasaporte se obtiene ganando el Campeonato de Europa, en Serbia del 15 al 29 de enero, o en el Preolímpico, que se disputará en España. Rivera seleccionó a su hijo para la Supercopa. Y junto a él a una serie de jóvenes como Guardiola, Montoro -"tiene ese lanzamiento desde 11 metros del que carecemos en España", dice-, Sarmiento, Mikel y Sierra, así como a otros habituales, incluido Iker Romero. España ganó los tres partidos, ante Suecia, Dinamarca y Alemania, y la competición. "Mi hijo hizo el debut soñado contra Suecia: marcó tres goles, incluido el decisivo. Me alegro por él", dice.

España causó una estupenda imagen. Sorprendió por la movilidad, las ayudas y la versatilidad de su defensa en 6-0, a veces reconvertida en 5-1. Y, con un ataque ágil y fluido, no sufrió tanto como otras veces en sus lanzamientos exteriores. "Todos mis equipos se han distinguido por una gran defensa y un buen portero. Siempre he creído que se consolidan desde atrás. Si tienes que meter 32 goles en cada partido para ganar, algún día no los metes", explica Rivera; "queremos una base sólida para los Juegos, pero también un equipo renovado. Hay que tener alternativas".

Entre ellas toma fuerza la de su hijo, el mismo que, cuando su padre le hizo debutar como extremo en el Barcelona, en 2002, con 17 años, decía: "Me fijo en todos, pero por el hecho de jugar en mi posición miro más a Guijosa u Ortega. Si tengo algún problema, debo dirigirme al capitán, Barrufet, y no al entrenador. Esta regla es muy importante y todos debemos respetarla".

Rivera trata de impedir el lanzamiento del alemán Roggisch.
Rivera trata de impedir el lanzamiento del alemán Roggisch.OLIVER KRATO (AFP)

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