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La amenaza del deporte | Ciclismo

Una complicada defensa

Los abogados de Landis basarán su estrategia en los antecedentes de Landaluze y Aitor González

Carlos Arribas

La cadena de televisión alemana ARD informó el sábado de que el cociente testosterona/epitestosterona del control anormal de Floyd Landis era de 11:1, casi el triple que el umbral máximo permitido por el Código Mundial Antidopaje, que es de 4:1. Este dato, no desmentido por el interesado, convertirá en una tarea de titanes el intento de demostrar que no se trata de dopaje sino de un problema de generación espontánea y natural de altas cantidades de testosterona previamente -durante más de 10 años de carrera y decenas de controles-, no detectado. Este es sólo uno de los escollos que su defensa, compartida por los abogados Luis Sanz y José María Buxeda, con experiencia en los casos de Aitor González, Roberto Heras y otros corredores españoles sancionados por dopaje, deberá superar.

El otro es la prueba del isótopo de carbón, la IRMS practicada por el laboratorio de París que probó, en el frasco A, que la testosterona detectada era de origen exógeno, sintética. En la conferencia de prensa madrileña de Landis, Sanz restó validez a esta prueba declarando que sólo la practica el laboratorio de París y que carece de fiabilidad. Una declaración que ha desmentido por un lado la realidad -la prueba se oficia de rutina en casi todos los laboratorios acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) siempre que el cociente testosterona/epitestosterona supere el valor de 4:1- y, por otro, Cameron Myler, el abogado de Justin Gatlin, el récordman mundial de los 100 metros, también positivo por testosterona: "Creo que la prueba es generalmente fiable y precisa. Nuestros esfuerzos irán encaminados a buscar qué causó el positivo", dijo ayer.

Para su complicada defensa ante la poderosa Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA), organismo que, si el frasco B confirma el resultado anormal, llevará el proceso de Landis, los abogados del estadounidense cuentan con dos valiosos antecedentes en los casos de los ciclistas españoles Iñigo Landaluze y Aitor González. El primero, que cuenta con un certificado de abundante producción endógena, resultó positivo por testosterona -detectada con una IRMS por París- después de una etapa de la Dauphiné Libéré de 2005. La federación española, tras estudiar un informe del toxicólogo holandés Douwe de Boer, tras recabar en vano ampliación de la información al laboratorio de París y tras considerar dudosa la aplicación de la IRMS, le exculpó. La absolución está recurrida por la UCI ante el TAS.

Aitor González resultó positivo en dos ocasiones en septiembre pasado por el anabolizante metandriol. Su abogado, Luis Sanz, basó su defensa en que la sustancia estaba contenida en un presunto suplemento alimentario vendido por Internet y llamado Universal Animal Pack. Con una receta del médico Ángel Durántez, que afirmó ante la federación española que se lo había prescrito sin saber que estaba contaminado con sustancias prohibidas, y con un análisis del laboratorio de la Universidad de Extremadura practicado por el químico Juan Maynar, la española se dio por satisfecha y le exculpó. El CSD y la UCI recurrieron.

Juan Maynar trabaja en equipo con su hermano Marcos, fisiólogo, y entre ambos intentaron probar que el futbolista Gurpegui producía de forma natural cantidades elevadas de nandrolona, otro anabolizante. Marcos Maynar, en 2004, fue investigado por la policía, que descubrió en su domicilio sustancias prohibidas compradas por Internet a una red desarticulada en la Costa del Sol. El fisiólogo alegó que eran para sus investigaciones.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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