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A la deriva

Una nueva etapa de transición, una nueva duda, una nueva temporada con el objetivo de la permanencia y poco más, una nueva campaña dominada por la austeridad. El Valladolid sigue en sus trece, empeñado en hacer de la precariedad su constante vital de mayor consideración. Vive a la deriva, traído y llevado por dirigentes manejones, por propietarios ausentes, por compradores ficticios y casi novelescos. Y nadie aparece con ganas de colocarlo en la línea de salida correcta. El final de la pasada temporada lo dejó en una situación esperpéntica. La dimisión del anterior presidente, Ignacio Lewin, dinamitó una situación repleta de explosiones parciales, pero tuvo un efecto balsámico en el graderío, la prensa y los empleados. Con la llegada de Carlos Suárez, vicepresidente ejecutivo, las nóminas comenzaron a cobrarse, el equipo cumplió con una victoria inverosímil en Riazor, ya a las órdenes de Pepe Moré después del fiasco del argentino Francisco Ferraro, y lo demás se redujo a pensar en cómo salir de tanto desastre.

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