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Reportaje:LIGA DE CAMPEONES | Ida de los octavos de final

La derrota se admite, la traición no

El Barça se niega a negociar el resultado y mantiene el mismo plan de la Liga en la penalizadora Copa de Europa

Ramon Besa

La condición de equipo excelso que ha merecido el Barça por su fútbol tiene una contrapartida de difícil gestión para el entrenador y sus jugadores: la exigencia es tan grande que cada vez que dejan de ganar se piden explicaciones. Así ha ocurrido después que los azulgrana hayan encadenado en cinco días un empate en Gijón (1-1) y una derrota en Londres (2-1) tras 16 victorias seguidas en la Liga.

Pep Guardiola sostiene que su equipo juega mejor que en las dos temporadas anteriores. El problema es que mantiene constantes negativas: no ha ganado ningún partido de eliminatorias de la Copa de Europa en campo ajeno, Messi no ha marcado en ninguno de los siete partidos que ha jugado en Inglaterra y los peores registros se concentran en febrero.

Los barcelonistas juegan y dejan jugar, de manera que dejan opciones al rival
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Los partidos europeos más preocupantes para los barcelonistas se han dado en los octavos de la Champions. Empataron en Lyon hace dos temporadas y en Stuttgart un año más tarde, después de rozar la derrota, mientras que el miércoles perdieron en Londres cuando se sentían vencedores. Ante el Arsenal concurrieron varios detalles para explicar la derrota azulgrana: Messi falló dos tiros tan fáciles que Guardiola cantó gol; estupendo con el empate a cero, Valdés erró en el tanto del empate; el árbitro no concedió un gol ni un penalti favorables a los azulgrana; y Wenger estuvo más lúcido que Guardiola en la rueda de cambios si se atiende al marcador final. Los errores penalizan mucho en la Copa de Europa, un torneo muy exigente, nada que ver con la Liga.

Las características del torneo podrían avalar un cambio de plan. La prensa inglesa se sorprendía por la poca malicia barcelonista -"tienen puntos débiles", coincidían la mayoría de diarios- y por su facilidad por confundir la nobleza con la ingenuidad. Ninguna jugada expresa mejor la actitud azulgrana que el gol de Arshavin. Una vez empatados, los barcelonistas se fueron en busca de un segundo tanto, no acabaron la jugada y se partieron por la mitad, error que facilitó la transición vertiginosa del Arsenal.

"Lo único que pido a mis jugadores es que no dejen de ser lo que somos, y en Londres fuimos el Barça". Guardiola responde inequívocamente cuando se le sugiere por un replanteamiento de los encuentros de la Copa de Europa en la línea de los equipos más convencionales. "Vamos a competir a nuestra manera sin traicionarnos", coinciden los jugadores, conscientes de que si acaso se impone rematar más y ser también mucho más puñeteros.

Alejados de la épica, los barcelonistas juegan y dejan jugar, de manera que sus rivales también tienen opciones al triunfo, como se advirtió cuando el Barça se convirtió en un espectador del Arsenal. El equipo ha perdido el control del juego en determinados momentos de los últimos partidos. Puede que no ataque tan bien como es su costumbre y, por tanto, defienda peor, porque una cosa es consecuencia de la otra.

Nadie en el Barça cree que los dos últimos resultados son consecuencia de una mala preparación física ni de la escasez de plantilla, sino que se atribuyen a factores del juego. "Aceptamos que nos gustaría poder rotar más para garantizar un mejor rendimiento", afirma un miembro del cuerpo técnico, "pero para nada echamos en falta a un killer o a un jugador capaz de cambiar el guion del partido. Tampoco es verdad que ser consecuentes con nuestra filosofía signifique menospreciar la agresividad inglesa". Aunque saben que pueden mejorar el juego sin balón y aumentar su precisión, los barcelonistas se niegan a negociar los resultados. La máxima es que si se juega bien, normalmente se gana, aunque de vez en cuando ocurra lo contrario.

Cesc persigue a Messi en una acción del partido del miércoles en el Emirates Stadium.
Cesc persigue a Messi en una acción del partido del miércoles en el Emirates Stadium.EFE

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.
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