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Crónica:TENIS | Abierto de Australia
Crónica
Texto informativo con interpretación

El día de los hambrientos

Djokovic derriba a Federer y Na Li se convierte en la primera china en la final de un grande

La noche es fría. El ambiente, caliente "como un partido de fútbol". El serbio Novak Djokovic vence 7-6, 7-5 y 6-4 al suizo Roger Federer, y al hacerlo pasa una hoja irrepetible de la historia del tenis. Su victoria en semifinales, que es el triunfo del hambre, un golpe contra el poder establecido, significa que el número dos acumula cuatro grandes seguidos sin llegar a la final, lo que no le ocurría desde 2003. Su triunfo, unido a la derrota en cuartos de Rafael Nadal, se traduce en un escenario casi nuevo: los dos mejores han ganado 21 de los últimos 23 grandes. Y su pase al encuentro decisivo, logrado con mordiscos de furia y cicatrices de guerra (una hora por set, solo ocho puntos más ganados que el suizo), le permite luchar por un rarísimo doblete: ganar la Copa Davis, que cierra la temporada, y el Abierto de Australia, que la abre, seguidos. Todo empezó en un 'hospital' de Belgrado.

"Novak ha sido mejor y hay que aceptarlo. Esto no es el fin", reconoció el suizo
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'Aussie Kim'

"Nuestra meta tras ganar la Davis", se ríe el número tres; "era celebrarlo durante tres días, pero al segundo ya estábamos en el hospital". "Ganar el título y experimentar ese sentimiento en la pista, con toda mi nación y mi equipo, fue muy especial, histórico. He construido mi confianza sobre eso", continúa. "Llegué aquí bien preparado físicamente, motivado mentalmente para conseguir triunfos. Estoy hambriento de éxitos".

"Novak ha sido mejor", reconoció Federer con gesto tranquilo. "Hay que aceptarlo. Esto no es el fin. Duele, es una decepción, claro, pero es el principio de muchos otros torneos. Soy optimista".

"Hambre", dice Djokovic, ganador del Abierto de Australia 2008, finalista de los dos últimos grandes, y aún así tantas veces negado por los dos mejores a las puertas del triunfo. "Hambre", podría decir Na Li, la primera china en la final de un torneo del Grand Slam, la suficiente, podría deducirse, como para sufrir y sufrir bajo el sol (3-6, 7-5 y 6-3 a la danesa Wozniacki, que tuvo punto de partido) pensando en un cheque durante todos esos minutos: "Remonté por el prize money (el dinero de pasar de ronda)", dijo. Y hambre, "ambición", dice Javier Piles, tiene David Ferrer antes de enfrentarse hoy (9.30, Cuatro) en semifinales al británico Andy Murray.

De esas punzadas en el estómago nacen tenistas-frontones, jugadores de pulmones infinitos e incansables piernas. De ese afán por lograr lo nunca conseguido, por llegar a lo más alto, vienen esos gritos de Djokovic, esos golpes violentos y esa agresividad extrema resumida en sus zapatillas flambeadas con los colores de Serbia. Su derecha fue un martillo. Sus movimientos, parabrisas. Tanta pista cubrió, que desquició a uno de los mejores tenistas de la historia.

"Novak se movía tan bien de un lado a otro, lateralmente, que tuve que intentar llevármelo hacia adelante", explica Federer sobre una mala dejada en punto de break que le cuesta el partido: empieza a limar su ventaja de la segunda manga (5-2), y demuestra, además de las piernas que tiene Djokovic, su capacidad para erguirse en los peloteos de fondo como un infranqueable muro de piedra. No es el suizo el único tenista que experimenta en la central de Melbourne el martirio de tener que crear una y otra vez el punto, de ver uno tras otro neutralizados sus tiros. "¡La muralla china es más famosa!", se escandaliza Na Li cuando le preguntan por cómo ha derribado "al muro danés", incansables los brazos y las piernas de la número uno al servicio de la defensa. "Ojalá pudiera correr como un conejo", se ríe la china, y su evocación del sufrimiento, su referencia a la consistencia, avisa de los cimientos sobre los que basará Ferrer su juego contra Murray.

"Espero que esté igual de ambicioso que estos días", argumenta Piles. "En la semifinal del Abierto de Estados Unidos 2007 le vino un poco el conformismo. Ahora es mucho más maduro, más experto, y está ante una oportunidad muy importante en su carrera y en su vida". De noche, en Melbourne, Ferrer enseña los dientes: tiene hambre y una cita con la historia.

Djokovic celebra su victoria ante Federer en semifinales del Abierto de Australia.
Djokovic celebra su victoria ante Federer en semifinales del Abierto de Australia.AFP

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