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Entrevista:MARTINA NAVRATILOVA | Ex tenista, ganadora de 18 títulos individuales del Grand Slam

"No me disculpo por ser quien soy"

Martina Navratilova (Praga, República Checa; 1956. Desde 1975 tiene la nacionalidad estadounidense, pero desde 2008 también tiene de nuevo la checa) carga cada día con el peso de su brillante pasado: 18 títulos individuales del Grand Slam del tenis, 31 de dobles y 10 mixtos. A los 53 años, sigue fina y atlética, peloteando en las pistas de los torneos grandes, competitiva como cuando era jugadora. Una tenista retirada con toda la pinta de poder salir a la cancha en cualquier momento para intentar aumentar su lista de 167 títulos, más que nadie. Ella, que tiene una vitalidad a prueba de bombas y ahora disfruta como comentarista y embajadora de la fundación Laureus , no lo ve igual, como le explica a este diario por teléfono mientras desgrana sus pasiones, desde la política hasta el deporte.

"Nunca pensé que fuera malo ser gay, que dos personas se quisieran"
"El comunismo destruyó millones de vidas, entre ellas las de mis padres. No le perdono"
"Ante los niños, los deportistas tienen más responsabilidad que los políticos"
"La competición, para mí, siempre fue conmigo misma, no con las demás"
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Pregunta. ¿Qué le mantiene tan activa?

Respuesta. Siempre he tratado de dar lo mejor de mí misma en cualquier cosa que haga: esquí, carpintería, pilotar un avión... Quiero hacerlo lo mejor posible. Me levanto cada mañana con una sonrisa en la cara porque siempre tengo algo que hacer. Eso es lo que me mantiene en movimiento. Considere las alternativas. Prefiero eso a los quejicas, a los que sienten pena de sí mismos. Una vez, conduciendo por Austin [Tejas, Estados Unidos], vi a una mujer corriendo a un lado de la carretera. Sólo tenía una pierna. Corría con muletas. Cada vez que voy a sentir pena de mí misma, pienso en ella.

P. Su biografía se titula Being myself (Siendo yo misma). ¿Por qué?

R. Yo no me disculpo por ser quien soy. Se me conoce por hablar claramente. Soy quien soy y ojalá la gente me aprecie por mí misma. No voy a ser menos de lo que soy para que alguien se sienta a gusto. Cuando el asunto ha sido mi sexualidad, que la gente se avergonzara de ser gay, lo que sea..., yo siempre he sido honrada conmigo misma y eso me hace sentirme orgullosa. Nunca pensé que hubiera nada malo en ser gay. ¡Era una niña pequeña! Una niña pequeña creciendo y escuchando hablar a la gente de los homosexuales, de ser hombre y mujer. Nunca pensé que hubiera nada malo en que dos personas se quisieran. Nunca he pensado que tuviera que pedir disculpas por nada. Ésa es la conclusión: siempre he sido yo misma.

P. ¿Los deportistas deben hablar de todo?

R. Tenemos la responsabilidad de dar un paso al frente para defender al débil. Siempre he hablado de cualquier tipo de desigualdad, de cualquier tipo de injusticia, fuera con niños, con animales o con la naturaleza. Es un poder que me gusta ejercer. Los deportistas tienen más responsabilidad en este sentido que los políticos porque los niños les ven como ejemplos. Son sus héroes y deben ser modelos que hablen de los problemas.

P. Huyó de la antigua Checoslovaquia y se nacionalizó estadounidense ¿Qué le parece el auge actual del comunismo en el Este de Europa?

R. Es terrible. La gente tiene una memoria corta. Debería recordar lo que pasó. Me disgusto mucho cuando veo las elecciones y que los comunistas en la República Checa se llevan el 50% de los votos. Pienso: "¿Están locos o qué?". El comunismo es una idea bonita que nunca podrá funcionar porque le quita el poder al individuo. Me entristece que la gente piense que tenía cosas buenas cuando nunca las tuvo. Destruyeron a millones de personas. Destruyeron millones de vidas, incluidas las de mis padres. Nunca les perdonaré.

P. Ivan Lendl cuenta que alcanzó la excelencia en el tenis porque era una vía para salir de Checoslovaquia.

R. Yo siempre quise ver mundo y el deporte era el medio para conseguir un visado. Pero, si hubiera nacido en Alemania, también habría querido jugar al tenis. Amo este deporte. Salir del país fue parte de jugar al tenis, pero no lo fundamental.

P. Como jugadora, tuvo usted una voluntad de hierro. ¿Se enseña eso?

R. Siempre fui muy competitiva conmigo misma, no con las demás. Conmigo. Me enfadaba conmigo misma cuando no jugaba del todo bien. Me enfadaba más ganar por poco un partido en el que jugaba mal que perder uno en el que había jugado bien. La competición, para mí, siempre fue conmigo misma. Competición para jugar tan bien como sabía que podía; tan bien como mi capacidad me permitía, como lo hacía en los entrenamientos... Eso se puede desarrollar, pero necesitas la voluntad de entrenarte, la voluntad de enfrentarte al problema y dar lo mejor de ti misma cada día. Eso tiene que estar en ti desde el principio, pero luego se puede desarrollar.

P. Así que llegaría usted a sentirse invencible.

R. Ése fue el caso en los años ochenta. Sabía que, estando a mi mejor nivel, nadie me iba a ganar. Lo sabía. Por eso, cuando perdía, era horrible. Sentía que me había ganado a mí misma, que siempre era mi culpa. ¡Digamos que era un bonito problema!

P. Hable de Kathy Horvath.

R. Fue en la cuarta ronda de Roland Garros 1983, el único partido que perdí en todo el año [86 victorias y una derrota]. Un gran disgusto. Uno de los peores. Probablemente, el peor... También perdí contra [Helena] Sukova en las semifinales del Abierto de Australia, cuando iba a por el Grand Slam. Estaba nerviosa [llevaba 74 partidos seguidos ganados, la mejor racha de siempre]. Si pudiera volver a jugar dos partidos otra vez, elegiría esos dos.

P. Se dio a conocer con 18 años al alcanzar dos finales grandes, pero no ganó el primer título del Grand Slam hasta 1978, tres después. ¿Qué pasó en medio?

R. Mi juego es de saque y volea. Lleva más tiempo desarrollarlo que el juego desde el fondo de pista, que es más básico. Hay muchos más tiros que trabajar, muchos más golpes que perfeccionar... Hay que emplear más tiempo en llegar a ser una jugadora realmente buena. Todos los grandes no importaban tanto entonces como ahora. El Abierto de Australia y Roland Garros no lo eran tanto. Cuando llegué a la final de París en 1975, por ejemplo, Margaret Court o Billie-Jean King, esas grandes jugadoras, no estaban ahí. No importaba tanto.

P. ¿Que Kim Clijsters ganara un grande nada más cancelar su retirada habla de la debilidad actual del circuito femenino?

R. No lo veo así. Lo que veo es que Justine Henin y ella son así de buenas. Digamos que [Roger] Federer está un par de años sin jugar, vuelve y gana el primer grande que disputa. ¿Qué diría la gente? ¿Diría que el tenis masculino es débil? O diría: "¡Qué bueno es Federer!". ¿Qué cree usted?

P. Bueno...

R. Exactamente. Clijsters y Henin habían ganado títulos grandes antes de retirarse. Son grandes campeonas. El éxito de su vuelta no quiere decir que las demás no sean buenas, sino que ellas son muy buenas.

P. ¿Por qué trabaja usted con la Fundación Laureus?

R. Ayudamos a millones de chicos. Influimos positivamente en su vida dándoles una oportunidad. Yo tuve esa oportunidad, pero me pregunto cuántas niñas no la tuvieron. Sabes que no podrás ayudar a todos, pero intentas ayudar al máximo posible. Me frustra. Cuando piensas en todo el dinero que se está gastando en la guerra de Irak y en lo que se podría hacer con él... Si piensas en cómo está el mundo, cavarías un hoyo y te morirías en él porque es frustrante. Pero hay que intentar ayudar haciéndolo lo mejor que puedes, haciendo algo positivo.

Martina Navratilova, en 2008, en la sede en Tokio del Club de Corresponsales Extranjeros en Japón.
Martina Navratilova, en 2008, en la sede en Tokio del Club de Corresponsales Extranjeros en Japón.REUTERS

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