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Entrevista:EXTRAÑOS EN LA GRADA | EDUARDO ARROYO | FUERA DE JUEGO

"La disputa Barça-Madrid será eterna"

Juan Cruz

Eduardo Arroyo, pintor, memorialista, periodista y escritor, es escéptico ante muchas cosas y algunas le producen una rabia que desparrama en artículos, declaraciones y otras diatribas. Pero desde niño vive una pasión que tiene que ver con la disputa, pero que a él le parece un arte, el boxeo: "De niño, empecé a asistir a los combates de boxeo. Tengo un recuerdo extraordinario de los diez años, cuando fui a ver a mi ídolo de la época, Luis Santiago, contra Ray Jameson, que le ganó, en el antiguo estadio Metropolitano, donde jugaban los técnicos de Aviación". Y fue, de niño también, a la inauguración del Bernabéu, ocasión gloriosa en la que se enfrentaron el Real Madrid y Os Belenenses.

Fue un bautismo doble y una doble pasión que continúa, el boxeo y el Madrid: "Después de esos bautismos, he seguido el deporte con mucha intensidad. Pero no todos". No le gustan, dice, ni el esquí, ni las motos ni las carreras de coches, "esos deportes que a la gente tanto le apasionan". "El de las motos me parece de los más crueles", sostiene; "ves ahí a chicos de 14 o 16 años, todavía no formados, no sé a cuántos kilómetros por hora..., y algunos, por imitarlos, terminan tetrapléjicos en el hospital de Toledo". También le parece cruel el alpinismo: "Toda esa gente que se despeña... Pero a los que lo hacen les parece divertido y agradable. No me interesan para nada, no los veo".

Pero le interesan en cambio el atletismo y el baloncesto: "El baloncesto lo practiqué hasta un nivel decente y fui campeón de España con el Madrid, pero ahora siento menos pasión por él", cuenta. También practicó el fútbol: "Mal, pero bastante. En el baloncesto calenté mucho banquillo porque no era bueno. Como quería irme a París, pasé de entrenarme tres veces por semana. Entonces habría sido un buen pívot, con 1,83 metros, pero con las estaturas de ahora no habría servido ni para el equipo de mi barrio".

La raíz de su pasión por el boxeo le lleva a la historia y a la estética: "Aunque pueda parecer pedante, cuando era niño, lo asimilaba a los duelos, a los enfrentamientos de los gladiadores, a la Edad Media, a esa cosa de caballeros... Ya comprendía que era un deporte que empezó justamente en la antigua Grecia y que era quizá uno de los más antiguos del mundo. Como la esgrima, lo practicaban los caballeros. De mayor, he mezclado esa pasión con el veneno literario y he asociado el boxeo con todo lo que genera de fantástico, heroico, épico y dramático. Y de terrible al mismo tiempo, que es algo que siempre me ha interesado mucho".

Ahora eso se ha terminado: "Aquí no veo boxeo. Han decidido que hay que cargarse el boxeo y se lo han cargado, como se han cargado los toros o se los van a cargar definitivamente. Como estamos en un país de prohibiciones, eso es absolutamente normal".

Una referencia literaria, el boxeo, y una pasión abrumadora, el Madrid. Ahí lo ves, muchas veces, en el graderío del Bernabéu.

Pero durante años vivió en París. ¿Cómo mantuvo la afición desde lejos? "En esa larga etapa que estuve alejado de España hubo dos pasiones que han estado metidas en la nevera: los toros y el fútbol", contesta Arroyo; "una cosa es seguir los toros en directo y al día siguiente en los periódicos o comentándolo con los amigos y otra diferente vivir de las escasas referencias de la prensa francesa. Pero luego he vuelto y la pasión está ahí".

Jugó en el Madrid de baloncesto. Pero ahora el Madrid de fútbol es su ración semanal de pasión deportiva. "Además, tengo la suerte de que, muy generosamente, Florentino Pérez me invita al palco y me permite dar una canalización a mis pasiones", se felicita.

¿Su equipo? "Vive altos y bajos. Le veo mucho futuro porque, además, tiene mucho pasado". ¿Y cómo ve esa dicotomía José Mourinho-Pep Guardiola desde la grada? "Son dos entrenadores estupendos. Y la riña entre un equipo y otro... Eso ha ocurrido siempre. Es eterna. Cuando salían los premios de la Lotería Nacional en los carteles, en el Salón de Loterías, si salían los premios en Barcelona, la gente de Madrid silbaba. Y en Barcelona pasaba al revés. Absurdo. Pero eterno".

TOMÁS ONDARRA

El cerdo y el dedo

- Cuando se habla a Eduardo Arroyo de la tradicional riña entre el Madrid y el Barcelona, se remonta a dos hechos. Uno, actual, el del dedo de Mourinho en el ojo de Vilanova; otro, aquella bronca espectacular con la que el Camp Nou recibió a Figo cuando el portugués vestía por primera vez en la cancha azulgrana la camiseta blanca. "Recuerdo la época del cerdo con Figo, que fue terrible [se lanzó una cabeza de cochinillo al césped]. Creo que, en las etapas que yo he vivido, lo que ocurrió con Figo

ha sido mucho más importante que lo que estamos viviendo ahora.

Creo que es normal. El fútbol genera pasiones, no siempre las más deseadas, pero es un fenómeno tan importante, que mueve tantas situaciones y pasiones, ahora cada vez más, que comprendo que haya esas tensiones. Me gustaría que

las cosas fueran más tranquilas, pero sé que es difícil.

¡Si los periódicos deportivos tienen a un periodista por futbolista! ¡Impresionante lo que genera el fútbol!".

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