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Crónica:TOUR 2008 | Tercera etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

El efecto 'Litu'

Valverde cede el liderato y perdona la vida a Menchov y Riccò, cortados tras una caída del cántabro de Saunier

Carlos Arribas

Menchov y Riccò recibieron un gracioso indulto, la fuga tonta nació en el kilómetro uno y llegó a destino, 207.000 metros más lejos, ganó la etapa un osito de peluche y otro jovencito francés estrenó un maillot amarillo generosamente cedido por Alejandro Valverde. El futuro era esto, señores. El nuevo ciclismo se vistió de largo en Nantes, cuna de Julio Verne, quien, de vivir aún -nada es imposible, está visto-, seguramente se habría quedado sopa delante de la tele: demasiada buena voluntad, poco espíritu aventurero, curiosidad ninguna, fantasía cero. El único sobresalto del día, el espanto, lo protagonizó el desgraciado cántabro Ángel Litu Gómez, quien con su caída al tropezar con una mediana a 26 kilómetros de la llegada desencadenó la catarata de acontecimientos.

"Si queremos ganar en París no podemos seguir de amarillo ahora", explica Unzue
Todo sobre Valverde en el Especial del Tour de Francia

Fue el efecto Litu: mientras el doliente debutante, que abandonó la carrera, permanecía en posición fetal -como Joseba Beloki hace unos años tras romperse la cadera, el ciclista del Saunier Duval también sufrió un traumatismo en la misma región- tumbado sobre el asfalto en mitad de Bretaña, a su alrededor cambiaba el ciclismo. Eso sí que es hacer historia. El pelotón se partió en más pedazos que su cadera, y en uno de ellos se quedaron cortados Riccardo Riccò, la cobra, y Denis Menchov, el ruso más ruso, dos de los pretendientes. Soplaba en el llano el viento despiadado y ruidoso de cara, casi de costado. Se reunían todos los elementos que permitían fermentar una masacre, y en otros años, en los tiempos de los añorados Manolo Saiz y su ONCE, la máquina que hacía temblar al pelotón, y de Lance Armstrong, el yanqui despiadado, así habría sucedido. No ayer. En lugar de seguir los dictados del instinto, tan bellamente resumido en la hermosa frase "al enemigo caído hay que pisarle el cuello", los demás pretendientes al trono de Contador -Valverde, Evans, Sastre, los hermanos Schleck-, y sus equipos levantaron el pie. Los deseos de venganza ya no alimentan ningún comportamiento, qué tiempos éstos. Un acelerón brutal del primer pelotón, el de los benevolentes favoritos, habría acabado con la fuga, con el osito favorito de Magalie -Samuel Dumoulin, el ganador, es un sprinter de bolsillo, pareja de la hija del dueño del Ag2r, Vincent Lavenu, a quien le brillan los ojos de ternura cuando habla de su chico y dice "es que es tan estrujable"; pese a ello, y por dinero, abandonó el equipo del suegro y se fue al Cofidis-, con el maillot amarillo del francés Roman Feillu, otro chico rápido que fue subcampeón del mundo en 2006. La renovación tras el terremoto.

"Pero para qué íbamos a tirar", dice Txente García Acosta, el que protege del viento a Valverde y ciclista de la vieja escuela -disputa su 12º Tour, lo que le convierte, junto a otro navarro, Indurain, en el español que más veces ha corrido la grande boucle- que se ha pasado rápidamente al nuevo bando. "Si más deprisa de lo que íbamos no habríamos ido". Una forma de justificarse la del gigante de Tafalla, quien, de todas maneras, aún recuerda las agonías sufridas cuando en condiciones similares, como el paso del Gois en el 99, o en el Waterloo de Mayo en 2005, el pelotón de los favoritos reaccionó de otra manera con los caídos. Eusebio Unzue, su director, prefirió presentar el argumento de la prudencia. "Nuestro único interés era llegar sin más percances a Nantes", dijo. "No tenía sentido arriesgar más por unos cuantos segundos".

Pero en el pelotón actual, en el que los directores de antaño se han convertido en jefes de empresa más pendientes del marketing que de la bicicleta, aún quedan viejos. O un viejo, por lo menos. Patrick Lefévère, el director del Quick Step, el único equipo que se organizó en cabeza tras el corte para tratar de acabar con la fuga y que mantuvo a raya a los de atrás, se tiraba de los pelos. "Si hubiera entrado el Silence

[el equipo de Cadel Evans, otro conjunto belga, su competencia], Menchov y Riccò habrían perdido 2m", dijo. "Ahora, si Evans gana el Tour con medio minuto se puede decir que ha sido gracias al Quick Step".

En 1988, Perico Delgado ganó el Tour pese a perder 56s en un corte similar en las primeras etapas. Diez años después, el pelotón indultó a Pantani, cortado con todo su equipo en Cork. El Pirata ganó el Tour. Ayer, finalmente, Menchov y Riccò perdieron 38s en los 26 kilómetros finales.

Hoy, en la contrarreloj (29 kilómetros, en la que Valverde parte a las 16.50h), Feillu perderá seguramente el liderato ante Cancellara o Millar. Valverde no lo recuperará y ni quiere hacerlo. Ni ahora, ni el jueves en la llegada de Superbesse. "Si queremos ganar en París no podemos seguir de amarillo ahora", dijo Unzue. "Mataríamos al equipo y dejaríamos a nuestro hombre solo".

Ángel <i>Litu </i>Gómez se duele tras su caída de ayer.
Ángel Litu Gómez se duele tras su caída de ayer.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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