Un español de Ghana
Godwin, central del Liverpool que de niño ni sabía dar al balón, llega al equipo sub 19

Hace tres años, Antwi Godwin (Kumasi, Ghana; 1988) no sabía ni darle a la pelota. Y menos aún controlarla. Ahora, el defensa central de los reservas del Liverpool, con pasaporte español, ha sido convocado por la selección sub 19, la de Ginés Menéndez, para los entrenamientos de los días 14 y 15 en Las Rozas. Le ha costado.
Con una situación familiar delicada, Godwin abandonó Ghana con su madre en busca de trabajo y fortuna. Recaló en el infantil del Zaragoza, en el que empezó a coger el tranquillo a eso de correr tras un balón. Pero poco más. El club ni pudo inscribirle por no tener aún la documentación.
Hace dos veranos, tras una temporada en blanco, el Liverpool le llamó para hacerle unas pruebas. "Tenía unas condiciones físicas tremendas, pero nada de calidad", recuerda Paco Herrera, ex chief scout (cargo que mezcla las funciones de director deportivo y secretario técnico) del club inglés y ahora director deportivo del Espanyol. "En el salto, sin embargo, ganó a todos los del primer equipo", añade. Dos meses después, una vez obtenido el pasaporte, el Liverpool lo fichó sin pagar traspaso. "El Zaragoza no le había hecho un contrato y su representante se negó a que siguiera en él", recuerda Herrera.
Hace dos años, el cuadro suplente del Liverpool estaba plagado de gente mayor. Herrera y Rafa Benítez acordaron rejuvenecerlo. El plantel se quedó en doce jugadores, entre ellos Sinama-Pongolle (Recreativo) y Letallec (Sochaux). Así, Godwin incluso jugó de delantero. Ni la olía. "Aunque ya bajaba bien la pelota para jugar de espaldas a la portería, le faltaban los movimientos del ariete", asegura Herrera. Completado el grupo, sin embargo, se habituó a la cobertura. Y se ganó el afecto de Melwood, la ciudad deportiva de los reds. No sólo se comunica con alegría, sino que se esforzó más que nadie por hacerse un sitio en el equipo que, al final, ganaría la Copa juvenil de Inglaterra.
Día tras día, Godwin se quedaba tras los entrenamientos para mejorar su técnica. "No sabía darle al balón, pero era muy inteligente jugando y sabía los aspectos tácticos. Tiene poca cultura, pero mucho carácter", sostiene Herrera. Así, se hartó de pegarle a la pelota de todas las formas contra una pared, de chutar a una portería enana desde diferentes distancias, de derribar objetos con el cuero... "Ahora es un pedazo de central", concluye con orgullo Herrera.
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