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Reportaje:TENIS | Open de Australia

Cuatro estaciones en un día

Las duras condiciones ambientales de Melbourne marcan la preparación de los jugadores

En 1851, Thomas Clapperton, a la sazón buscador de oro, descubrió que la presencia en Australia de tan preciado metal conseguía superar la desincentivadora dureza de su clima. "Los buscadores llegan diariamente. Vienen a pesar de la extrema severidad del tiempo", escribía en el Melbourne Herald. Casi dos siglos después, en Australia ya no hay fiebre del oro. Sí se mantienen, claro, las condiciones ambientales extremas. Enero es mes de Open de Australia, verano y sudores. Las temperaturas sobrepasan con facilidad los 30 grados. Todos viven obsesionados con los protectores solares, con que Australia sufre las consecuencias del efecto invernadero, con que aquí la capa de ozono es muy fina y con que abrasa el sol... Y, de repente, llueve. Y luego se levanta el viento. Y al minuto, otra vez un calor insoportable. Y por la noche, frío. Y siempre, humedad. Son las cuatro estaciones en un día de Melbourne, que rezan las camisetas de propaganda. Y desde ayer las sufren los tenistas del Open, que en su primera jornada vio pasar ronda a Juan Carlos Ferrero, Tommy Robredo, David Ferrer, Feliciano López, Guillermo García López y Vivi Ruano, pero no a Laura Pous ni a Anabel Medina.

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"Lo más difícil es el cambio tan brusco de temperatura", explica Ruano, que no se acostumbra a una ciudad que alcanzó ayer los 30 grados, que espera recibir el debut de Rafa Nadal, hoy, con 35 y que el miércoles se mojará con la lluvia, según las previsiones. "Pasamos de mucho frío a mucho calor, de entrenarnos con pantalón largo a jugar con corto. A veces coges insolaciones porque juegas a la hora que sea, a las cuatro de la mañana para tu cuerpo, y te dan pájaras, flojeas de pasar tanto calor y sudar tanto. Los músculos notan mucho el cambio de temperatura. No es lo mismo venir como espectador o periodista, sin darle al cuerpo caña; estresado, pero sin hacer ejercicio", avisa. "Lo que llevo peor", coincide Robredo, el número siete del mundo, "es que hay 25 grados de diferencia entre España y Australia. El cambio horario también es jodido. Tras pasar de los cinco grados de España a los 30 de aquí, empezamos a jugar con sol, viento y a cielo descubierto".

Los tenistas españoles no son una excepción. El sol puede apretar tanto en Australia que el reglamento del Open lo recoge entre sus normas. La Extreme Heat Policy (Política sobre Calor Extremo) "permite al árbitro suspender el comienzo de los partidos en las pistas descubiertas si la temperatura excede de los 35 grados". Como eso en enero es frecuente, la norma tiene que combinarse con un índice creado por los marines de Estados Unidos, propensos, dice la historia oficial del invento, a sufrir ataques al corazón mientras se entrenaban en la húmeda isla Parris, de Carolina del Sur: el Wet Bulb Globe Temperature, que combina temperatura, humedad e intensidad de la radiación solar, debe llegar a 28. En ese momento, cuando el cuerpo tiene dificultades para perder temperatura, se pueden suspender los partidos. Nunca, por cierto, los que ya se estén jugando.

No hay tenista en el torneo, excepción hecha de los australianos, que no haya llegado al país o a sus alrededores hace 15 días para adaptarse. "El organismo sufre el desgaste de la mayor temperatura y humedad porque aumenta la pérdida de líquidos. Es duro. Cuanto más se tarda en ir, más se sufre", dice el doctor Cotorro, médico de la Federación Española; "pasar de una altura mayor a la de Melbourne también se nota. La actividad física ayuda a regular porque cansa y el cuerpo así descansa mejor. Eso, sin embargo, es un arma de doble filo: los primeros días vas muy cansado". La regla tiene excepciones: "Rafa y Tommy aguantan perfectamente el calor. Son jugadores potentes y fuertes. Y las características físicas son las que marcan que te adaptes mejor a los cambios".

El primer paso, por lo tanto, está en el propio cuerpo. Y por eso hay tenistas más preocupados que otros. El mosquito Ferrero, por ejemplo. "Es que afecta muchísimo", argumenta Antonio Martínez, su entrenador de toda la vida; "hemos venido 10 días antes. Si no, es imposible, porque con 10 horas de diferencia el cuerpo no está demasiado bien. El primer día, por la tarde, estás que te caes".

Rafa Nadal firma autógrafos a sus admiradores.
Rafa Nadal firma autógrafos a sus admiradores.EFE

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