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Reportaje:

La estrella que no quiere fotos

Stoner, líder del Mundial, alcanza la madurez sobre la moto más afable que pilotó jamás

Nadia Tronchoni

Ocurrió en una semana tranquila, sin carreras de por medio. Casey Stoner (Kurri-Kurri, Australia; 25 años) viajó a Italia y reunió a su equipo en una pista de karts. La sorpresa tenía forma de bólido. El piloto de Honda había regalado un kart a cada uno de sus mecánicos habituales. "La próxima vez que vayáis a una pista ya no hace falta que alquiléis los coches', nos dijo. Viéndonos correr, era la persona más feliz", cuenta Cristian Gabarrini, su jefe de mecánicos.

El líder del Campeonato del Mundo de MotoGP es un tipo tan complejo como adorable. Y posee un talento enorme. Su gente aprecia su sinceridad, tolera su tozudez y disfruta de la que es quizá la temporada más dulce que recuerda, más incluso que la de 2007, cuando se proclamó campeón mundial y vio cómo muchos le quitaban méritos. Ahora ha alcanzado su madurez personal y profesional. Y lo hace a lomos de la moto más afable que ha pilotado jamás, una Honda veloz y suave, tan diferente a la Ducati a la que estaba acostumbrado que ya se ha desprendido de aquel apodo incómodo que a menudo acompañaba su nombre.

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Le llamaban Rolling Stoner. Pero ahora es solo Stoner. Y despierta la admiración de los que dudaron de él cuando rodaba por los suelos un día sí y otro también. "Con la Ducati siempre iba al límite. Con la Honda tiene más confianza. Hasta Valentino Rossi ha dicho que él pensaba que se caía porque era nervioso. Ahora entiende que la Ducati es muy complicada. Casey se caía porque trataba de suplir con sus habilidades las deficiencias de la moto", apunta Livio Suppo, director general de Relaciones Públicas de HRC, antes en la fábrica italiana y uno de los grandes valedores de Stoner. "Además, ahora tiene compañeros muy fuertes, como Pedrosa, Simoncelli o Dovizioso, y eso es un gran estímulo", añade.

Todos los que han trabajado con Stoner destacan su misma cualidad. "Es capaz de llegar a un circuito que no conoce y en la primera vuelta ir más rápido que nadie", indica Ramón Forcada. "Lo hace independientemente de las condiciones meteorológicas, conozca o no la moto o el trazado", comenta Suppo. "Sabe inmediatamente qué neumático es el que necesitará en la carrera. Su mejor cualidad es simplemente su talento", concluye Gabarrini. Claro que, como todas las estrellas, existe un pero: "Es cabezota como nadie", dice Forcada. "No es fácil trabajar con él, pero, al tiempo, es muy gratificante", explica Suppo, que asegura que aprecia mucho su honradez y su generosidad. Lo mismo que Gabarrini: "Es una persona que no está hecha para estar aquí. Es muy sincero, a veces demasiado. Nunca le oirás decir algo que no piense. Puede parecer rudo, pero no es un hipócrita". "Es instintivo y transparente. Incapaz de esconder lo que piensa", agrega Suppo. Se ha visto este curso, con su bronca con Rossi cuando este se lo llevó por delante en Jerez, con el golpe de puño que dio a Randy de Puniet en plena pista por estorbarle durante una vuelta o con el rifirrafe que mantuvo con Karel Abraham en los tests de Mugello.

Aunque su talento le lleva la contraria, Stoner no está hecho para los focos ni para las cámaras. Anunció el jueves que será padre el próximo febrero, tras haberse casado recién cumplida la mayoría de edad, y abandonó Montecarlo, demasiado ruido y gentío, por la apacible Suiza. Vive en una casa en medio del campo, posee un par de granjas en Australia con cientos de vacas, su gran inversión, y sueña con retirarse en Estados Unidos para montar un negocio, pues allí, dice, nadie le conoce. "Casey detesta ser famoso. No soporta que le hagan fotos y le da vergüenza que le pidan autógrafos", insiste Suppo, que confiesa tener curiosidad por ver cómo se le ablandará el carácter cuando tenga el bebé. "Mi vida cambiará mucho, seguro. Las prioridades serán totalmente diferentes. Ya estamos preparando todo para su llegada", dice él con una inmensa sonrisa.

Casey Stoner, en Brno.
Casey Stoner, en Brno.REUTERS (DAVID W. CERNY)

Del 'no' rotundo a Japón a casi un 'sí'

Hora y media de encuentro y ninguna posición definida, pero algunas conclusiones implícitas. Como dijo Valentino Rossi tras la reunión de ayer con ocasión del Gran Premio de la República Checa: "La carrera, oficialmente, se hará. Así que será difícil no ir a Japón".

Los pilotos, que aspiraban a defender una posición única y que hace unas semanas se mostraban más unidos que nunca, ni han tomado una decisión sobre su presencia en el GP de Japón (2 de octubre) ni logran mantener la unidad. Todos se muestran reticentes a viajar a Motegi, a 120 kilómetros de la central nuclear de Fukushima, afectada por el tsunami de marzo, pero todos han recibido las mismas presiones de sus equipos y lo que antes era un rotundo no ahora es casi un sí.

"En un mes diremos algo", apuntó Jorge Lorenzo antes de añadir que "la cosa está confusa" cuando fue el más firme defensor de un plante.

"Es obvio que todo el mundo prefiere no ir, pero en la vida hay que hacer cosas que a uno no le apetecen", afirmó Carmelo Ezpeleta, responsable de Dorna, organizadora del Mundial.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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