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Reportaje:

"El final de la Liga de las Estrellas"

Los clubes españoles temen que la revocación de la 'ley Beckham', que engordará la factura fiscal que pagan por los 'cracks' extranjeros, dañe su competitividad en Europa

Carlos Arribas

El apocalipsis descendió ayer sobre el fútbol español y, atendiendo a las voces unánimes procedentes de los clubes, llega desde el Congreso de los Diputados y en forma de ley fiscal. La aprobación del fin de la llamada ley Beckham (la excepción según la cual los extranjeros que ingresan más de 600.000 euros anuales cotizan al IRPF un 24% y no el 43% como los ciudadanos españoles) equivale, en palabras de Javier Tebas, vicepresidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), "al final de la Liga de las Estrellas". "En dos o tres años, la Liga española, ahora una de las mejores del mundo, será una Liga vulgar que no podrá atraer a las grandes figuras", dice Tebas, quien no se recata en reclamar para la industria del fútbol español la protección que el Estado pueda dar a otros sectores y que lamenta que los clubes no hayan sido consultados antes de aprobarse la enmienda: "Si el Gobierno quiere una Liga de segunda...".

Quienes ganen más de 600.000 euros anuales cotizarán al 43% en vez de al 24%
Salarios como los de Cristiano o Ibrahimovic serán más costosos para los equipos
Con las nuevas reglas, se complicará, por ejemplo, fichar a Ribéry o a Cesc
El presidente de la LFP amenaza incluso con un paro de la Liga
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La competitividad económica de los clubes españoles en Europa depende en gran medida de la ley Beckham, que ha permitido en los últimos años fichar a los mejores cracks mundiales. Salarios como los de Cristiano Ronaldo (13 millones de euros anuales), Ibrahimovic (11 millones) o Kaká (nueve) serán mucho más onerosos para los clubes en los próximos años, cuando se doble prácticamente su tributación al IRPF. La revocación de la ley Beckham no tiene efectos retroactivos, por lo que los 100 millones de euros que cuantifica José Luis Astiazarán, presidente de la LFP, como "factura" para los clubes no son más que un cálculo teórico, basado en una masa salarial que, en Primera División, alcanza los 1.800 millones de euros.

Lo que no es tan teórico será la dificultad para el Real Madrid, por ejemplo, de fichar la próxima temporada, con la entrada en vigor de las nuevas reglas de juego, al francés Ribéry (Bayern) o repatriar a Cesc (Arsenal). O para clubes de clase media alta, como el Valencia, el Sevilla, el Atlético o el Deportivo, la entrada a saco en los mercados.

Exceptuando al Barcelona, que negocia en términos de salario bruto, la negociación con los agentes y sus jugadores se establece siempre en neto. El agente solicita una cantidad limpia y es el club el que debe organizar su ingeniería financiera para conseguir que el neto suponga el menor bruto posible. Por eso, argumentan los directivos españoles, el IRPF de los futbolistas, aunque nominalmente grave a los jugadores, personas físicas, es, en el fondo, un impuesto sobre los propios clubes.

Por eso continúan los clubes con su argumentario crítico, desarrollado en forma de cuento de la lechera en versión círculo vicioso, el aumento de la presión fiscal sobre las sociedades futbolísticas redundará, de entrada, en problemas empresariales y en menores ingresos, paradójicamente, para el Estado. Si un club, como el Madrid, por ejemplo, paga 15 millones de impuesto de sociedades gracias a sus beneficios, si éstos descienden, ya que sin estrellas no será competitivo deportivamente, también bajarán los ingresos de Hacienda, como también descenderán si se dejan de ingresar, por ejemplo, los cinco o seis millones de euros anuales que pagan ahora figuras como Kaká, a las que ya no se podrá fichar.

Recuerda Tebas que, mientras se revoca la ley Beckham, el Gobierno no ha tocado la fiscalidad reducida de las SICAV (sociedad de inversión de capital variable) en las que se refugian las grandes fortunas, cuyo mantenimiento no es tan importante, dicen, para la sociedad como lo es la buena salud económica de la industria del fútbol, que afecta finalmente a negocios tan complicados como el de los canales televisivos. La ley Beckham supone para las estrellas extranjeras de la Liga la menor presión fiscal de Europa, pero los clubes no entienden que eso supusiera una situación injusta. Informan de que países como Francia, Alemania o Reino Unido estaban estudiando el modelo español y recuerdan la ventaja que supone para Inglaterra o Italia un paisaje audiovisual en el que todos los partidos de la Liga se emiten en canales de pago, donde no es obligatorio incluir los goles en los resúmenes de tres minutos en abierto y donde hay una negociación colectiva de derechos de transmisión que generan para sus respectivas Ligas ingresos anuales cercanos a los 1.000 millones de euros anuales. Un modelo que, entre líneas, reclaman para España como compensación.

Si Astiazarán amenaza con un paro de la Liga, otras voces de la LFP no amagan con tanto, como tampoco lo hacen los agentes e intermediarios consultados, quienes creen que, en el fondo, el nuevo panorama fiscal sólo afectará a los "flecos" de las negociaciones -ingeniería a base de derechos de imagen, cuentas en paraísos fiscales y demás- y no pondrá en peligro el carrusel anual de traspasos de cracks entre los mejores equipos de la Champions, la base última de su negocio, y de los clubes. El comercio es, no se olvide, la raíz de la economía de mercado.

Ribéry, en el banquillo del Bayern Múnich.
Ribéry, en el banquillo del Bayern Múnich.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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