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Entrevista:EL RETROVISOR | Alemania 2006

"Si no fumaba un puro antes de los partidos no rendía"

Rosendo Hernández recuerda el papel de la selección española en el Mundial de Brasil 50, donde concluyó cuarta, su mejor puesto

"Antonio Ramallets Simó, Estanislao Basora Brumet, Telmo Zarraonaindía Montoya., Rosendo Hernández González...". Antonio Puchades recita de memoria el nombre completo de sus compañeros en la gesta del Mundial de Brasil en 50. "Me encerraba en la habitación del hotel, allá en Brasil, y los escribía para no olvidarlos. Me sé de memoria el nombre y los apellidos de todos. Y te digo de carrerilla las alineaciones de nuestros rivales".

Como cada tarde, con la ayuda de su hermano Alejandro, Rosendo Hernández (Santa Cruz de la Palma, 1921) se sienta a la puerta de la casa que le regaló a su familia cuando fichó por el Atlético Aviación. Allí se fuma su purito. Su memoria se ha ido desvaneciendo en los últimos años como el humo de esos puros palmeros que lo acompañaron toda su carrera deportiva . El humo y el silencio.

Fue un pulmón del centro del campo con un disparo muy poderoso

"Rosendo Hernández. Salga de la fila. Usted no va al frente". Rosendo Hernández, jugador del equipo de fútbol del cuartel de León donde estaba movilizado durante los días inciertos de la guerra civil, acató la orden de su teniente. Acababa de salvar el pellejo gracias al fútbol. Rosendo ya no lo recuerda.

No recuerda cuando Nando, jugador del Athletic concentrado en El Escorial, pidió al seleccionador que se quería quedar en casa por miedo a montar en un avión para ir a jugar el Mundial de Brasil en 1950.

No recuerda cuando Panizo y Gonzalvo II se fueron con el entrenador Benito Díaz a espiar los entrenamientos del equipo estadounidense en Río de Janeiro. Al regreso al hotel, Panizo tranquilizó a sus compañeros con un "!Estos tíos no tiene ni puta idea!". Al día siguiente, durante el partido, los españoles, desbordados por el empuje americano, buscaban al bilbaíno para soltarle: "¿Qué no tenían ni puta idea?".

No recuerda cómo sus compañeros vascos se metían con él cuando lo veían fumarse esos puros de 15 centímetros, los Nuncios. "Rosendo, no vas a poder con las botas si sigues fumando así". Rosendo se encendía con la broma. "Yo, con mi puro, soy mejor que todos ustedes juntos".

No recuerda los días vividos en Sao Paulo, antes de enfrentarse a Suecia. Compartieron hotel con los jugadores nórdicos. Los españoles miraban boquiabiertos a los rivales que se pasaban el día tomando el sol, bañándose en la piscina y apurando grandes jarras de cerveza. "Esta gente no son deportistas. Les vamos a meter unos cuantos", decía convencido a sus hombres el seleccionador español. Los seleccionados tenían prohibido el alcohol, el tabaco y bañarse en el mar o en la piscina, prohibición esta última insufrible, estando como estaban, alojados en primera línea de playa en Copacabana. Los relajados suecos, dieron buena cuenta de los sufridos hispanos: 3-1.

Rosendo Hernández no recuerda ya que recibió permiso del médico del Espanyol para fumarse un puro antes de cada partido. "Es que si no, no rindo". Ha olvidado ya que fue un interior izquierdo pundonoroso. Un pulmón en el centro del campo. Un prodigio de fuerza. Un poderoso disparo... El hombre que le hacía llegar a don Nicolau Casaus los puros palmeros.

De repente, Rosendo rompe el silencio de los últimos días mientras el humo de su puro de diluye en la tarde: "Don Benito Díaz, que me escondía los puros, Don Benito Díaz...". Es su último recuerdo de aquel inolvidable Mundial. El sol se pone en Santa Cruz de la Palma. La brisa del mar se perfuma de tabaco y de olvido.

Jugadores de la selección (de izquierda a derecha): Silva, jugador sin identificar, Gainza, Zarra, César, Hernández y Basora, y, agachado, Igoa, en una concentración en El Escorial en 1950.
Jugadores de la selección (de izquierda a derecha): Silva, jugador sin identificar, Gainza, Zarra, César, Hernández y Basora, y, agachado, Igoa, en una concentración en El Escorial en 1950.

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