El gol entrecortado de Linares

El 19 de febrero de este año, el delantero del Elche, Miguel Linares (Zaragoza; 1982), estaba en plena racha goleadora. Había marcado dos tantos en el partido anterior, frente al Betis, y esa noche volvió a triunfar al conseguir uno de los goles de su equipo en la victoria frente al Barcelona B. Al final de ese encuentro, sin embargo, todo cambió. Su buena trayectoria, sus ilusiones y su temporada entera se fueron al traste en el minuto 89. El ariete luchaba por un balón cuando su rodilla chocó con la del azulgrana Martín Montoya. Linares quedó tendido en el césped, mientras sus rivales le increpaban y le apremiaban para que se levantase, desconocedores de la gravedad de la lesión: rotura del ligamento lateral externo, menisco externo y ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Entre seis y ocho meses de baja, un plazo que se agotó el pasado 23 de septiembre, cuando volvió a saltar al césped en el partido entre el Elche y el Almería. Fue regresar y marcar. El sábado, frente al Numancia (2-2), volvió a entrar desde el banquillo y otra vez logró una diana. Dos goles en 101 minutos esta temporada -repartidos en tres encuentros- que, sin embargo, no han servido para que el conjunto ilicitano logre la victoria.

"Me esperaba este regreso tan bueno porque soy optimista y cuando me lesioné, me prometí volver mejor de lo que estaba", explica Linares al otro lado del hilo telefónico, a la vez que lamenta que ninguno de sus goles haya servido para lograr el triunfo, que se le resiste al Elche desde la cuarta jornada. "Todo el mundo en el equipo se ha quedado impresionado, porque marcar dos goles nada más recuperarse no está al alcance de todos", explica Ángel, ariete del Elche. A pesar de su tono de voz, tranquilo, Linares reconoce que ha pasado por momentos muy complicados en los últimos meses. "Cuando me desanimaba, lo que hacía era pensar que había gente mucho peor que yo y que, al fin y al cabo, la lesión me había llegado en el mejor momento. Si me pilla hace unos años, cuando jugaba en Segunda B o en Tercera, posiblemente hubiese sido mi final como futbolista", reconoce Linares, que hasta 2009, cuando fichó por el Salamanca, jugaba en los escalones más bajos del fútbol español en las filas del Alcoyano, del Barbastro y del Huesca.

Al recordar cómo se produjo la lesión, aún se estremece. "No me quiero ni acordar", avisa. Pero luego revive aquellas sensaciones: "Al principio, no pensé que fuera tan grave. Hablé con mi mujer y le dije que estaba bastante bien, pero cuando me levanté de la camilla vi que la rodilla me hacía cosas muy extrañas y empecé a temerme lo peor". De todo aquello, dice que lo que más le molestó fue la actitud de los jugadores del filial del Barça, que pensaron que estaba fingiendo. "Cuando veo las imágenes, me da más coraje ver cómo me gritaban y me agarraban que verme con la rodilla deshecha en el césped. No me han llamado para preocuparse por mí en todo este tiempo", señala. "Al principio le veía cabizbajo, triste, porque la lesión le pilló en un momento muy bueno, pero luego empezó a trabajar a tope, con unas ganas de volver increíbles", señala Ángel.

El percance ha quedado para él en un mal rato que le ha hecho sensibilizarse con las lesiones. El sábado, contra el Numancia, sin ir más lejos, dedicó su gol a Generelo, su compañero de equipo lesionado en junio para seis meses. "Está pasando por momentos complicados que yo he vivido hace poco. Cuando estás así, caes en el olvido: no viajas con el equipo, no sales en los periódicos... y este tipo de gestos te dan fuerza", argumenta. Linares espera poder dedicarle otro gol, uno que, por fin, valga una victoria. "Empezamos muy bien esta temporada y de repente... No sé si nos ha mirado un tuerto, pero no hemos vuelto a ser los mismos de los primeros partidos". El Elche cuenta ahora con una nueva arma. "Jugar en punta a su lado es un lujo. Presiona mucho, no para de trabajar, hace que todo sea más sencillo", subraya Ángel. Linares ha vuelto.