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Reportaje:

La huida hacia delante de Marta Domínguez

La atleta anuncia su regreso para los Juegos de Londres, pero no rebate las pruebas de que supuestamente se dopó

Amaya Iríbar

Marta Domínguez tuvo ayer una oportunidad preciosa para despejar todas las dudas sobre si alguna vez ha recurrido a sustancias dopantes para mejorar su rendimiento. Pero siete meses después de que estallara la Operación Galgo, en la que fue registrada su casa y ella declaró como imputada, y cuatro días después de que la juez la exculpara del delito de facilitar un medicamento sin receta a su liebre, Eduardo Polo, la campeona del mundo de 3.000m obstáculos, probablemente la mejor atleta española de la historia, prefirió enrocarse y renunció a aclarar algunos de los aspectos más oscuros del caso, esos que llevaron a la juez a asegurar en un auto que hay "sospechas de que Marta Domínguez fuera considerada consumidora de sustancias prohibidas". En sus investigaciones, la Guardia Civil, que no halló material suficiente para que la juez atendiera su petición de imputarle un delito de dopaje, halló evidencias de que su entrenador, César Pérez, le preparó planes de dopaje de 41 días para el Mundial de Berlín de 2009 (donde ganó) y el Europeo de Barcelona de 2010 (plata).

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El lugar elegido fue la sede del Comité Olímpico Español, en Madrid. Flanqueada por su abogado, José Rodríguez, que tomó el micrófono en los momentos más comprometidos, con una camisa negra y gesto adusto, el suyo de siempre, Marta Domínguez solo convenció a los entregados de antemano cuando dijo: "Jamás he hecho nada. Si hubiera tomado algo prohibido, habría dado positivo en algún control, y me han hecho muchos". Porque cuando le preguntaron por los detalles menos claros de la investigación, por Urco -el nombre del perro de su marido que aparece en el sumario de la Operación Puerto de 2006 asociado a una bolsa de sangre; el nombre que figura junto a su número de teléfono en la agenda del médico Eufemiano Fuentes, imputado en los dos casos-, o por esa conversación con Alberto García en la que parecen hablar en clave de una sustancia prohibida o por su relación con el doctor Fuentes, no supo, o no quiso, aclarar las cosas. "Todo han sido especulaciones de los periodistas. ¿Yo soy Urco? Soy Marta Domínguez", zanjó molesta. Solo admitió que su marido "siempre ha tenido perros".

También reconoció que conocía a Fuentes porque se lo presentó su mujer, con la que compartió equipo, pero restando importancia a la relación con el polémico médico. "Yo tengo el teléfono de Rajoy, ¿y qué significa eso? Y también tengo el de Bisbal. ¿Y qué?", dijo retadora. Y aseguró que cuando habló con Alberto García de "limpiar la casa por dentro" se refería a "aminoácidos", una sustancia legal.

Desde el 9 de diciembre, cuando fue detenida y su casa de Palencia registrada, Marta Domínguez se ha sentido perseguida, víctima de un "juicio paralelo". "No puedo decir que no he sufrido. Ha sido una situación muy difícil y lo que más me ha dolido ha sido ver a mi familia sufrir", reconoció.

La juez la imputó por un delito de tráfico de sustancias dopantes, por vender medicamentos sin receta y por evasión de impuestos. Pero no puede acusarla de doparse porque el Código Penal no persigue a los deportistas, sino a los que le facilitan productos prohibidos y a los que les inducen a consumirlos.

Por eso, aunque ha sido exculpada, eso no significa que la campeona no se haya dopado. De hecho el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha solicitado al juzgado que le facilite las pruebas que permitirían sancionar deportivamente -lo normal son dos años de suspensión- a los atletas que aparecen en el sumario como "sujeto pasivo de dopaje". La juez no lo ha hecho todavía.

La batalla de la atleta, ahora que se siente libre, es otra. Es volver a la normalidad. Es correr el año que viene en los Juegos de Londres. "He empezado la preparación, pero aún no corro. Necesito que mi cuerpo recupere la normalidad", explicó la atleta, que ha sido madre de su primer hijo recientemente. ¿Y su entrenador sigue siendo César Pérez?, le preguntaron. "Sí, pero está imputado y no sé si puede serlo", contestó. "No he tenido nunca nada que esconder", había dicho antes; "la gente puede pensar lo que quiera, pero la juez ha dictado sentencia. Con eso tiene que valer y a mí me vale".

Marta Domínguez, en la sede del COE.
Marta Domínguez, en la sede del COE.ANDREA COMAS (REUTERS)

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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