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Reportaje:Final a cuatro de la Euroliga

El ídolo eterno de Grecia

Giannakis aspira a ser el primero en ganar la Euroliga y el Eurobasket como jugador y técnico

Robert Álvarez

La afición griega tiene la tendencia a mitificar a sus ídolos y en lo más alto de ese altar venera a Panagiotis Giannakis, el mito que formó junto a Nikos Gallis el dúo fundacional de su país en la élite europea. Tras el Eurobasket de 1987, que desató la locura en las calles de Atenas, Giannakis prosiguió su carrera como jugador en el Aris para acabar fichando por el Panathinaikos. Con el equipo del trébol logró la Euroliga al derrotar al Barcelona en la polémica final de 1996, precisamente también en París, con el tapón ilegal de Vrankovic a Montero, tras una acción a la que dio inicio precisamente en un resbalón y pérdida de balón suyos.

Catorce años después, de nuevo en París, a Giannakis, a quien apodan El Dragón, le espera otra posible cita histórica puesto que, si gana el Olympiacos, se convertirá en el primero que gana la Euroliga y el Campeonato de Europa de selecciones como jugador y como entrenador: Grecia repitió título en el Eurobasket de 2005 en Serbia con él al frente del banquillo, un año antes de lograr la plata en el Mundial de Japón por detrás de España y por delante de Estados Unidos. Si gana la Euroliga se unirá a las tres únicas personas que han sido capaces de ganar el título como jugadores y como entrenadores: el ruso Armenak Alachachan, el español Lolo Sainz y el serbio Svetislav Pesic.

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"Aquella final de 1996 significó el primer título para un club griego en la máxima competición europea y una buena forma de acabar mi carrera como jugador. Este tipo de citas son una gran oportunidad que no se presenta cada día y lo que quiero es que mi equipo juegue duro y haga un buen baloncesto", cuenta Giannakis. La gestión del vestuario es una de sus virtudes, sobre todo teniendo en cuenta la personalidad y el liderazgo de Papaloukas, Teodosic, Vujcic y compañía. Giannakis ha sido capaz de recuperar para la causa, tanto para la selección como para el Olympiacos, a un jugador como Schortsanitis, a punto de perderse por su carácter díscolo y por su propensión a engordar. De hecho, tras un buen Mundial en Japón, Giannakis no le permitió jugar ni un minuto en la final a cuatro del año pasado por su indisciplina.

También se alaba la paciencia e inteligencia de Giannakis para ayudar a adaptarse al baloncesto europeo a Josh Childress, muchas veces titular en Atlanta Hawks. El propio preparador fue elegido por Boston en el draft de 1982, cuando era casi impensable que un europeo pudiera competir en la NBA o ni tan siquiera ser seguido por un club como los Celtics.

Ahora, a sus 51 años, Giannakis mantiene la misma pasión por el baloncesto: "Siempre supone una motivación observar cómo vas a reaccionar bajo la presión de citas como la final a cuatro. Para mí, es una gran prueba de tu carácter y tus capacidades. Y cada una de estas situaciones deben servirte para el futuro".

Giannakis.
Giannakis.EFE

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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