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Reportaje:

La ley del silencio

Los tenistas tienen prohibido comentar en Internet su estado de forma y el de sus compañeros

La policía está por todas partes en el Abierto de Estados Unidos. En cada una de las entradas del club, amenazantes barricadas metálicas cortan o permiten el paso a los vehículos accionadas por gatos hidráulicos. Inmensas furgonetas antidisturbios aguardan dentro del recinto. Y de las paredes del vestuario, justo en el centro de todo, cuelgan carteles observados por ojos vigilantes. "Importante. Aviso para jugadores", dice el encabezamiento. La Unidad para la Integridad del Tenis ha tomado el torneo. Es una presencia intimidatoria para algunos: con letra gorda se les prohíbe usar sus facebook y sus twitters, las dos redes sociales más extendidas de Internet, las mismas que les mantienen en contacto con sus seguidores, para transmitir al mundo cotilleos, comentarios sobre lesiones de compañeros y apreciaciones sobre su estado de forma. Eso es, según las autoridades, información privilegiada que puede ser utilizada para amasar fortunas mediante apuestas on-line. Incumplir la norma, apostar o estar relacionado con alguien que lo haga tiene un precio: hasta 250.000 dólares (unos 192.000 euros) y la expulsión vitalicia de las pistas.

"Las apuestas son un tema tabú en el vestuario", cuenta un tenista tras leer los carteles dedicados a los jugadores, que temen ser señalados como parte activa de la estafa, pasar a formar parte de la lista de italianos y franceses sancionados por apostar en partidos o sufrir el mismo calvario que el ruso Davydenko, al que se investigó por haber perdido a propósito un encuentro con muchas apuestas de por medio sin que nunca se demostrara nada. "Sabemos qué jugadores pueden hacerlo, quiénes pueden tirar un partido...", añade.

Ayer arrancó el torneo. Todos los partidos fueron atentamente seguidos por dos ex agentes de Scotland Yard, ambos especializados en contraespionaje y antiterrorismo: Jeffrey Rees y Ben Gunn, las cabezas visibles de la Unidad para la Integridad, con oficina recién abierta en Nueva York. Suyas son las investigaciones que han derivado en sanciones; suyos son los acuerdos con las principales casas de apuestas por Internet, que les avisan cada vez que hay un patrón de apuestas extraño en un partido, y suyas son las decisiones que prohíben informar sobre lesiones o las que han sometido a la persecución de tenistas casi anónimos.

"Yo", resume Óscar Hernández, el número 83 del mundo, "lo pasé muy mal". Hernández ganó este año dos partidos en los que se apostaron cantidades sorprendentes de dinero. En consecuencia, empezó a ser seguido por una horda de periodistas británicos: hay una lista de tenistas italianos, rusos, españoles y argentinos que están siendo investigados por presuntos amaños: "He tenido mala suerte. Yo gané. Si los otros hicieron algo, es cosa suya. Los partidos están bajo sospecha del lado de Kollerer y Tipsarevic, no del mío. Tengo 31 años. He tenido una carrera ejemplar en sacrificio. He aguantado sin el talento de otros. Y luego, como la gente se queda con los titulares, como no lee la noticia entera, como no ven que yo gané, que no hice nada, entras al vestuario y te dicen: ''¡Hostia, tehan pillado!".

Roger Federer, durante su partido de ayer contra Devin Britton.
Roger Federer, durante su partido de ayer contra Devin Britton.AFP

Federer, de puntillas

La relajación tiene estos peligros. Roger Federer, el número uno del mundo y favorito indiscutible del Abierto de Estados Unidos, debutó ayer en Nueva York protagonizando dos momentos sorprendentes. El rival era un regalo: el estadounidense Devin Britton, un invitado de la organización que gravita más allá del número 1.300. El escenario, idílico: la pista central del torneo, justa recompensa para el hombre que ha ganado las cinco últimas ediciones. Y ahí se plantó Federer, un día más en la oficina, casi jugando de puntillas, para ganar por 6-1, 6-3 y 7-5 tras encontrarse con un break de desventaja en cada una de las dos últimas mangas del partido.

Ni esos mínimos aprietos pasó la belga Kim Clijsters, de vuelta a un grande tras dos años invertidos en ser madre, que arrolló a Kutuzova por un doble 6-1. España, además, se aseguró un tenista en la tercera ronda. Tommy Robredo venció por 6-4, 3-6, 6-2 y 6-3 a Young, por lo que jugará ahora en la segunda contra Guillermo García López, ganador de Polanski por 6-4, 6-4, 5-7, 3-6 y 6-1.

Otros resultados: 1ª ronda: Hombres: R. Soderling (Sue.)-A. Montañés: 6-1, 3-6, 6-1 y 6-4. M. Granollers-M. Zverev (Ale.): 6-1, 3-6, 6-1 y 6-4.

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