_
_
_
_
_
Reportaje:PERSONAJES

Un magnate misterioso

Bartolomé Cursach, el nuevo dueño del Mallorca, se hizo multimillonario con negocios del ocio tras ser recogepelotas

El multimillonario Bartolomé Tolo Cursach Mas, dueño de las mayores discotecas y complejos deportivos y de ocio de Palma y de sus más valiosos solares, es el nuevo máximo accionista del Mallorca con más del 43% del capital. El Grupo Z y la familia Asensio conservan un 20%, tras ostentar ocho años la propiedad, por los derechos televisivos y publicitarios.

Cursach colocó su acrónimo y su marca BCM en una fracasada compañía de vuelos chárters y los mantiene en su disco de Calvià bañados en pan de oro. A sus 55 años, este jugador de cartas es un pequeño Midas que ha multiplicado su patrimonio a una velocidad de vértigo. A finales de 2002 ya controlaba al Mallorca tras prestar l0 millones de euros a su presidente ejecutivo, Mateo Alemany, para pagar a los jugadores. Entonces se quedó como garantía con parte de los derechos sobre Eto'o y Franco.

Sin su coleta de un palmo y con corbata, se ha fotografiado con el rey Juan Carlos en el palco de Son Moix y se ha dejado ver en los banquillos de San Mamés con el entrenador, Jaime Pacheco. A los ensayos va con el mejor de sus bólidos. Son imágenes para el reconocimiento social de quien fue Tolito, un humilde recogepelotas del más selecto club de tenis que saltaba los muros del Lluís Sitjar para ver los partidos del Mallorca o se colaba agarrado al traje de algún socio. Hoy está en la cúspide, tiene una gran fortuna y va a extender sus negocios a Valencia y el Caribe.

El capital que fluye en el Mallorca surgió del ocio: discotecas, restaurantes, parques acuáticos, complejos temáticos y cerveza. Cursach controla las discos BCM de Calvià, Titos, Pachá y Riucenter, el MegaParck, el MegaSport y el Asadito. Tiene miles de clientes.

Muy buen tenista y buen pádelista, alterna con su amigo Jaume Matas, el presidente de Baleares, y el clan político-periodístico del ministro portavoz, Eduardo Zaplana. Alemany alabó "la intervención determinante" y "el soporte tremendo" de Matas para la compra del Mallorca por Cursach. Alemany fue gestor con los presidentes Miguel Contestí, Miguel Dalmau, Tomeu Beltran y Antonio Asensio.

BCM aparece como salvador del Mallorca una vez que los hoteleros Escarrer, Fluxá, Barceló y Riu sólo entregasen una donación global de seis millones a la fundación del club, que desgrava, para no comprometerse ante los bancos. Cursach ha dado acciones a su hija Sonia, su arquitecto Juan Tolo y el preparador de pádel Mateo Palmer. En el consejo hay otros empresarios accionistas minoritarios: Vicenç Rotger, Vicente Grande, Miquel Miralles o Miquel Dalmau.

El Mallorca se perfila como una más de las empresas de este personaje que no quiere dar voz a las radios ni imagen a las televisiones. Su rostro apenas era conocido. Duro y temerario, dijo haber estado dos días bajo tierra en Santo Domingo para guarecerse de un tifón. En 1999, la NASA hizo un dictamen para un banco sobre eventuales catástrofes en el caribeño Puerto Plata a fin de evaluar los riesgos de una operación de BCM de 36,6 millones sobre 3,5 kilómetros playeros.

Su imperio nació en 1970 al importar de Londres ropa joven para vender en Palma y montar la discoteca Smash. Creció sobre la competencia y sumó 30 salas. Desde hace decenios se le ha sombreado con sospechas que nunca derivaron en causas penales. Dos antiguos hombres de confianza fueron apresados por tráfico de drogas y la gran disco de Calvià llegó a ser clausurada por su venta. Pero Cursach pleiteó y ganó. Otra vez le incautaron 1.500 botellas con tapón vulnerable. A finales de los 90, con un Mercedes -también usa un Ferrari- paraba ante la comisaría de Palma para recoger al jefe de Policía e irse de juerga.

Los sábados, en Megasport, y los lunes, en Puntiró, Cursach cita a sus amistades a mantel o tapete bajo la mirada de un ex policía de confianza. En otras épocas tuvo guardaespaldas. Pero su sombra es un financiero y socio, Ramón Rosselló, directivo de Bancaja, firma que tiene empeñada una fortuna en créditos y préstamos para jugadores.

Bartolomé Cursach, junto a su hija, en el palco durante un partido del Mallorca.
Bartolomé Cursach, junto a su hija, en el palco durante un partido del Mallorca.TOLO RAMÓN

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_