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Reportaje:El fútbol base

La maldición de los filiales

Los responsables de las canteras explican por qué los clubes no pueden mantener a los equipos B en Segunda: hay mucha impaciencia y los jóvenes quieren promocionarse

Lo ideal, todos los grandes clubes coinciden, es tener al filial en la Segunda División. Hay dos razones fundamentales: los jugadores se revalorizan y el salto al primer equipo es mucho más fácil. Esa es la teoría. La práctica dice que sólo un club de los 20 de Primera disfrutó de su filial en Segunda el curso pasado, el Sevilla, pero ha descendido a Segunda B, y que sólo uno lo hará en la próxima campaña, el Villarreal, ya que ha ascendido hace una semana. En los últimos años estuvieron el del Málaga, el del Madrid, el del Sevilla, pero fueron pasos efímeros por la categoría. ¿Por qué?

"Desde la sentencia Bosman, el nivel de Segunda ha subido mucho, es muy profesional. Y es muy difícil para los jóvenes mantenerse hasta en Segunda B. Mira lo que le ha pasado al Sevilla Atlético", argumenta Albert Benaiges, coordinador del fútbol base del Barcelona. Lo que le ha pasado lo analiza Pablo Blanco, responsable de la cantera de Nervión: "Al Villarreal B le va a pasar lo mismo que a nosotros: una temporada aguantará bien, porque mantendrá la plantilla del ascenso con ilusión, pero a la siguiente los jugadores van a querer irse para promocionarse, bien al primer equipo o a otro sitio con más proyección. Los que vienen por detrás son muy jóvenes y no soportan la categoría. A no ser que sean jóvenes extranjeros como hace el Arsenal. En nuestro primer año en Segunda estaban Alfaro, Javi Varas, Crespo, Prieto, Capel, Casado, Armentero... Después se fueron".

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"Trataremos de encontrar un equilibrio entre chicos que quieran promocionarse y otros veteranos que estén a gusto en esta categoría", responde Juan Carlos Garrido, entrenador del ascendido Villarreal B, cansado de luchar contra lugares comunes en Segunda B: "Llevo 10 años en la cantera del Villarreal con un estilo y un método de trabajo para todos los equipos. Todo el curso hemos estando soportando tópicos como que en Segunda B no se juega, que nos arriesgamos demasiado o que hay que jugar al patadón arriba. Estamos cansados de jugar contra equipos que hacen poco por ganar y mucho para no perder. Afortunadamente, gracias a Cruyff, Guardiola y otra mucha gente, esto está cambiando".

"Nuestra ideología", tercia Óscar Fernández, técnico del Valencia B, "es la de formar jugadores. Tenemos una predisposición a jugar y el resultado no es lo más importante. Los veteranos van a ganarse el dinero y están más capacitados para ganar. El Villarreal ha subido jugando al fútbol, pero con cuatro o cinco veteranos".

También el Espanyol B ha recurrido a futbolistas más curtidos para subir de Tercera a Segunda B. Josep Manel Casanova, responsable de la cantera perica, abunda en la impaciencia que reina en los clubes con equipos filiales: "Hay una gran impaciencia desde el alevín. Si hay un jugador que funciona, se acelera su marcha al primer equipo o a otro club de Segunda. Todos aprietan, empezando por los representantes. No hay la estabilidad necesaria".

"Nosotros hemos sido duodécimos", reflexiona Fernández, "pero nos subieron a Míchel al primer equipo y eso es un premio. Lo mismo que ha pasado con Perotti en el Sevilla Atlético".

Sobre la constitución de una hipotética Liga de filiales, las opiniones divergen. Para Blanco, sería "un poco light". "La federación no la considera porque formaría jugadores poco competitivos. Es mejor que maduren con veteranos", apunta. "¿Dónde pueden aprender más los jóvenes: en Gavà o en el campo del Barcelona?", discrepa Garrido.

"Tendría que hacerse como en Francia o Inglaterra: con el límite de que no sean mayores de 21 años, que se permitiera recuperar lesionados del primer equipo...", opina Benaiges. "Se verían partidos de alto nivel. Veríamos lo mejor de cada casa. Pero tal vez se perdería algo de competitividad", zanja Óscar Fernández.

De izquierda a derecha, Edu, Joan Tomás, Juan Carlos, Matilla y Jordi Pablo, del Villarreal B.
De izquierda a derecha, Edu, Joan Tomás, Juan Carlos, Matilla y Jordi Pablo, del Villarreal B.Á. SÁNCHEZ

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