"¿Cuál es el marcador?"
Schiavone gana a Kuznetsova el partido más largo en un 'grande' femenino: 4h 44m
"¿Cuál es el marcador? ¿Quién saca? ¿Quién va por delante? ¿Ella o yo?", se ríe la rusa Svetlana Kuznetsova, que lleva bien visible su cruz de la suerte, bello abalorio de plata, y que bien preferiría sufrir un ataque de amnesia, un olvido profundo y saludable, tras lo que le ha ocurrido: perder (4-6, 6-1 y 14-16) el encuentro más largo (4h 44m) de la historia de los grandes femeninos contra la italiana Francesca Schiavone y tras disponer de seis puntos de partido. "Estoy frustrada", dice luego, muerto ya un tercer set hecho de voluntad, de pasión (dos veces sacó la italiana para ganar; dos veces le rompió la rusa) y de minutos, de muchos minutos (180, tres horas, solo en esa manga, tantos como dos partidos seguidos de fútbol). "Espero olvidarme de esto en unos días", añade.
"Yo espero enseñarle el partido algún día a mi hijo", dice Schiavone, que jugó con una pierna vendada. "Mañana es un nuevo día", sigue, riéndose incluso de haber perdido un break en la última manga por haber tocado la red tras ganar el punto. "Le dije al juez de silla: 'Necesito este punto. ¡Démelo, por favor! No quiso", cierra la nuevo número cuatro, que jugará los cuartos contra la danesa Caroline Wozniacki. Fue un duelo larguísimo, aunque lejos del Isner-Mahut de Wimbledon 2010: 11 horas y cinco minutos y un quinto set que acabó 70-68.
Mientras todo eso ocurre, se despiden en los octavos Fernando Verdasco (4-6, 2-6 y 3-6 ante el checo Tomas Berdych), Nicolás Almagro (3-6, 4-6 y 0-6 ante el serbio Novak Djokovic) y Tommy Robredo (ante el suizo Roger Federer) y Rafael Nadal se prepara para jugar hoy (9.30, Canal+) contra el croata Marin Cilic. El español, que se mediría en los cuartos a David Ferrer, adversario del canadiense Milos Raonic, si ambos ganasen, se cansa más que nunca. Suda a lo loco. No se recobra bien. Perdió dos kilos y medio en los octavos. "Es por un proceso de termorregulación de su cuerpo", explica el doctor Cotorro, atento a la hidratación del mallorquín, que llegó tras una gripe; "todo el peso que perdió fue de líquido. Ya está en el suyo [unos 83 kilos]".

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