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Reportaje:BALONCESTO | Supercopa de España

El "mercadeo" de los pasaportes

Wallace, estadounidense del Barça sin lazos con África, juega como congolés porque el nuevo convenio abre el abanico de comunitarios - Otros jugadores intentan subir así su caché

CJ Wallace es un congoleño peculiar: blanco como la leche, nacido en Atlanta, Estados Unidos, y sin ningún lazo familiar con África. El jugador del Barcelona es el símbolo de los tiempos que vienen: es el primer fichaje de un gran equipo español que aprovecha los acuerdos de la Unión Europea con los 78 países Cotonou (estados de África, del Caribe y del Pacífico), cuyos ciudadanos no ocupan plaza de extranjero en el baloncesto nacional tras la firma del nuevo convenio colectivo. Todo, en consecuencia, es legal. Todo, subrayan desde la ACB, está permitido, negro sobre blanco, por el reglamento. Y todo, según denuncia la Asociación de baloncestistas profesionales (ABP), forma parte de un negocio con tantas luces como sombras. La policía ya ha identificado a dos jugadores con pasaportes falsos y en la ACB comienzan a proliferar los baloncestistas norteamericanos con documentación de países comunitarios que no han pisado jamás, cuyo idioma no hablan, y a los que solo les une el interés mutuo: el jugador deja de ocupar plaza de extranjero en Europa y el país gana a un hombre para su selección.

"El sistema provoca, en algunos casos, redes delictivas", denuncian en la ABP
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"Hay que distinguir tres situaciones", argumenta José Luis Llorente, presidente de la ABP, que sabe que el estadounidense Haynes juega con pasaporte georgiano en el Gran Canaria; igual que sus compatriotas Green (Georgia, Gran Canaria), Nelson (Azerbaiyán, Gran Canaria), Calloway (Bulgaria, Cajasol) y Rowland (Bulgaria, Unicaja). "Primera: los pasaportes que se consiguen por cauces normales, de los que no hay nada que decir. Segunda: algunos pasaportes logrados este verano, que están en discusión, porque se han buscado por todo el mundo y se han logrado en Estados donde la organización no es tan proteccionista como en España. Y tercera: aquellos pasaportes que son directamente falsos". "Al final", prosigue Llorente, "en ese mercadeo ocurren cosas que no son legales: acaban apareciendo pasaportes falsos. ¿Quién pierde con todo esto? El baloncesto".

Este verano, Omar Thomas, mejor jugador de la Liga italiana, fue detenido por la policía en el aeropuerto de Roma, al entender que su pasaporte esloveno era falso. Los agentes, según la ABP, también intervinieron la documentación fraudulenta de otro jugador estadounidense, cuyo pasaporte español coincidía en numeración con el de un anónimo almeriense. Hay un tercer caso, recuerdan desde el sindicato, que siguieron todos los periódicos: cuando estaba en el Caja Laboral, Pete Mickeal, hoy en el Barça, pasó de estadounidense a búlgaro y de búlgaro a estadounidense de la noche a la mañana. "Y por eso", subraya Llorente, "vamos a denunciar ante la UE la facilidad con la que algunos países otorgan el pasaporte. Hay que estrechar la vigilancia. Como en el caso de los matrimonios de conveniencia, se está entrando en unos berenjenales que provocan confusión y, en algunos casos, hasta redes delictivas".

Todas las partes implicadas en el mercado legal ganan con la situación. Los clubes fichan a jugadores que no estarían en sus plantillas si tuvieran que ocupar una de las dos plazas de extranjeros. Los agentes los colocan por más dinero, y, en consecuencia, engordan el 10% que de media les corresponde por cada traspaso. Los baloncestistas ven aumentado su sueldo. Los países suman piezas valiosas para sus selecciones, como bien sabe Macedonia, que llegó a las semifinales del Europeo de este verano gracias al estadounidense McCalebb, que antes fue ofrecido a Serbia. Queda una incógnita. ¿Cómo ocurre todo?

"Ahora, los países no conceden pasaporte por un tema económico, sino de prestigio internacional. Antes, entiendo que querían dinero", cuenta Himar Ojeda, director deportivo del Gran Canaria. "El asunto está más regularizado. Ahora, estos países dan el pasaporte porque quieren a ese jugador para la selección", añade. "Que haya gente buscando pasaporte es inevitable. La veda se ha abierto. España se lo dio a Juanito Muehlegg, a Ibaka, a Mirotic... Es la globalización. Nosotros como club no hacemos gestión alguna. Así nos los ofrecen los agentes. Agentes diferentes, por cierto".

Wallace se puso primero en contacto con Albania y finalmente logró un pasaporte congoleño. Era una condición básica para que fichara por el Barça. Su caso no es único. De Madagascar a Sudán, según pudo saber este periódico, varios jugadores que ocupan plaza de extranjero en la ACB, empezando por el madridista Carroll o el cajista English, admiten públicamente que están buscando un documento Cotonou que les solucione el problema.

CJ Wallace, el día de su presentación con el Barcelona.
CJ Wallace, el día de su presentación con el Barcelona.A.D. (EFE)

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