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SEVILLA 3 - TENERIFE 0

El método Luis Fabiano

El Sevilla rompe su mala racha ante el Tenerife gracias a la magia de su delantero

No se puede decir que sea una máquina de hacer fútbol. Tampoco que lo que resta de Liga se vaya a convertir en un paseo. Sí se puede afirmar, sin caer en ningún error, que la recuperación física y mental de un futbolista como Luis Fabiano convierte al Sevilla en un equipo competitivo. Sus geniales movimientos y la capacidad de definición digna del nueve de la selección de Brasil bastaron al Sevilla para derrotar a un Tenerife demasiado débil, con escasas prestaciones para mantenerse en Primera División.

El regreso triunfal de Luis Fabiano se combinó con la aparición, en un plano inferior, de otro futbolista al que el Sevilla esperaba desde hace tiempo. Lógicamente, se trata de Kanouté. Seguro con la aportación de sus dos grandes delanteros, el Sevilla se sintió capaz por primera vez desde hace muchas semanas de navegar con tranquilidad durante el desarrollo de un partido. No hizo falta generar un fútbol de alta escuela, entre otras cosas porque este equipo no es capaz de ofrecerlo. Bastó con darle el balón a Luis Fabiano para que éste consumara, con la frialdad y la pericia de los elegidos, la única verdad suprema de este deporte, el gol. Una lección de eficacia que vino a apuntalar un magnífico triunfo en el debut de Antonio Álvarez como entrenador del primer equipo en ese campo que tanto gozó de sus excelencias futbolísticas.

Sevilla 3 - Tenerife 0

Sevilla: Palop; Stankevicius (José Carlos, m. 67), Dragutinovic (Romaric, m. 83), Escudé, Navarro; Adriano, Renato, Lolo, Capel; Luis Fabiano y Kanouté (Negredo, m. 73). No utilizados: Varas; Cala, Marc Valiente y Acosta.

Tenerife: Aragoneses; Marc Bertrán, Luna (Ángel, m. 73), Manolo Martínez, Pablo Sicilia; Ricardo, Richi; Juanlu (Omar, m. 55), Dinei (Saizar, m. 88), Ayoze; y Nino. No utilizados: Luis García; Román, Kome y Mikel Alonso.

Goles: 1-0. M. 21. Kanouté. 2-0. M. 43. Luis Fabiano. 3-0. M. 87. José Carlos.

Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Luna, Stankevicius, Bertrán, Luis Fabiano, Adriano, Richi, Navarro, Capel y Ángel.

Unos 30.000 espectadores en el Ramón Sánchez Pizjuán.

En el fondo, ninguna diferencia sustancial con la época de Manolo Jiménez, aunque debe estar por llegar ese juego vertiginoso (con Zokora, Navas y Perotti) que el Sevilla practicó durante algunas fases de la temporada de la mano del anterior entrenador.

En la libreta de Álvarez, eso sí, algunos aspectos a corregir, muy necesarios para ganar en un escenario como es La Rosaleda. Por ejemplo, las prestaciones de Stankevicuis, el ritmo de Renato o las imprecisiones de un internacional de la talla de Escudé. Cuestiones a resolver y ayer solapadas por la debilidad del rival.

Angustiado por una horrenda racha de ocho partidos consecutivos sin conocer el triunfo y ansioso por la pérdida de una identidad que hace un tiempo le hizo temible. Así saltó el Sevilla a jugar un partido clave para retomar el pulso y, al mismo tiempo, regresar de forma momentánea a esos puestos de Liga de Campeones que nunca se debieron abandonar en la Liga más mediocre que se recuerda.

No había ocurrido gran cosa en un partido demasiado plano hasta el minuto 22. Entonces, Luis Fabiano acertó a controlar un saque de banda para dejar solo a Kanouté, que aprovechó la desastrosa colocación de la defensa del Tenerife en busca del fuera de juego.

El conjunto isleño, dinámico por momentos, rápido a veces, siempre ingenuo, acusó demasiado el golpe propiciado por una dupla de atacantes instalada ya para siempre en los altares del sevillismo. Luis Fabiano y Kanouté decantaron a favor del Sevilla un partido plácido para sus intereses, culminado con un golazo de José Carlos.

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