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Reportaje:Abierto de Australia

El milagro de Dokic

La australiana de origen serbio resurge tras dos años de depresión

Jelena Dokic es una mujer embarcada en una misión divina. El producto "de un milagro". Vibran las gargantas del público australiano y tiembla la heroína sobre la pista. De su bolsa cuelgan tres amuletos. De sus ojos, lágrimas. Ha ocurrido un "milagro". Sólo así se puede explicar que ayer Dokic ganara (7-5, 5-7 y 8-6) a Kleybanova y se clasificara para los cuartos de final del Abierto de Australia; que, siendo la número 187 del mundo, aún siga rugiendo, corriendo y llorando, y que ni las amenazas de secuestro, ni los supuestos lavados de cerebro ni el éxito prematuro le hayan apagado. Dokic, australiana de origen serbio, tiene 25 años, fue semifinalista de Wimbledon con 17 y, tras cuatro años desaparecida, ha vuelto.

En Melbourne, cada golpe de Dokic restalla como un látigo. Cada punto se celebra con un grito y cada triunfo sutura un poco más sus cicatrices. Juega animada por banderas serbias y australianas, llevada por el público en volandas y en continua terapia para superar su infancia. Hoy es una tenista renacida.

Es la herencia de Damir Dokic, su padre. Antes de acusar a Croacia y al Vaticano de lavar el cerebro de su hija, que le había abandonado para volver a Australia; antes de prometer que se vengaría; antes de decir que estaba secuestrada; antes de todo, el hombre anunció que su hija no disputaría los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. El escándalo fue monumental. La noticia sacudió al mundo. Y enseguida apareció un representante de la federación en su casa de Sidney. El asunto se resolvió al estilo Damir: "Usted se bebe un whisky y Jelena juega", dijo el padre. Dokic acabó perdiendo el bronce ante Monica Seles y aquello arrancó una serie de polémicas violentas que han hecho de Dokic un ser enclaustrado.

"Combatí una depresión severa durante dos años", confiesa; "durante meses dejé de jugar. Tuve problemas con todo: con mi peso, con mi estado mental... Viví momentos duros. Intenté creer. Dios fue mi prioridad".

Dokic vio cómo su padre era detenido en Birmingham por cortar el tráfico, borracho y gritando contra "los nazis que permiten el bombardeo de Yugoslavia". También fue testigo de su expulsión de Wimbledon y del Abierto de Estados Unidos hasta que la WTA, que rige el tenis femenino, le prohibió entrar en sus torneos. Luego, rompieron relaciones. "Perdí a mi familia", cuenta la tenista, que llevaba tanto tiempo sin jugar que empezó el torneo sin patrocinador para su ropa. "Me quedé sola. Sólo me ayudó mi novio. Él ha visto la batalla diaria", explica.

Ayer, el chico se abrazaba a su entrenador. Rugía el público en inglés y serbio. Dokic apretaba el puño y apuraba su garganta. La grada bramará otra jornada. Dokic sigue a la carga.

Jelena Dokic.
Jelena Dokic.ASSOCIATED PRESS

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