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La modernidad frente al dopaje

Estados Unidos se llena de medallas con los nuevos y tradicionales deportes, mientras Rusia paga sus trampas

La historia de los Juegos Olímpicos, con Alemania de árbitro muchas veces destacado (unida o con la desaparecida RDA), ha sido casi siempre una lucha entre las grandes potencias, Estados Unidos y Rusia (antes Unión Soviética). Vancouver está siendo una histórica excepción. Estados Unidos, ya a falta de una semana para terminar los Juegos, había ganado tantas medallas como las 25 totales de Turín, hace cuatro años. Ayer, pasó de las 30 en lucha por la cabeza del medallero con la siempre regular Alemania, ganadora en Turín 2006. Rusia logró allí 22, muy cerca de los mejores, pero en Vancouver llevaba sólo cinco en el ecuador de las competiciones y aunque ha mejorado en los últimos días no ha llegado ni a 15, la mitad. Estados Unidos es la modernidad y Rusia un anticuario lleno de dopaje, que parece estar pagando duramente sus trampas.

Según la revista Forbes, el deportista más rico de los Juegos es Shaun White, rey del Half-pipe del snowboard. "El Tomate Volador", como se le conoce por su larga cabellera pelirroja, encabeza la lista con 6 millones de euros junto a la campeona mundial de patinaje artístico, la surcoreana Kim Yu-Na. Lindsey Vonn, la reina del esquí alpino rebajada a princesa, primero, y a casi a simple dama de la corte, después, suma más de dos. Pero ser portada de Sports Illustrated, obliga. La lista es un tanto particular porque sigue con millón y medio, Ted Ligety, otro mediático esquiador con mucha más fama que títulos. Bode Miller, como el patinador Apolo Ohno y otra "boarder" de "Half-pipe, Gretchen Bleiler, superan el millón. El patinador Evan Lysacek tiene que subir en el ranking tras su oro sobre Evgeny Plushenko, otro disgusto ruso. Novio de la gimnasta Natasha Liukin, aunque las malas lenguas no se lo creen, ya ha dicho que se va a comprar un Aston Martin como el de James Bond, que supera los 200.000 euros.

Estados Unidos ha vuelto a demostrar en el esquí alpino, el deporte rey de los Juegos que puede sacar sus mejores armas en el momento clave frente a potencias más o menos en baja, como Austria, Suiza o Alemania, superadas incluso por la siempre regular Noruega. Pero los estadounidenses, además de seguir sumando medallas en los también tradicionales patinajes, mandan especialmente en las nuevas modalidades del snowboard y el esquí acrobático, bastante despreciadas por los clásicos, Rusia incluida. Es una gran contestación moderna a las antiguas de los países del Este, que acaparaban los podios en los deportes con muchos títulos a repartir.

Ayer, además, con el oro y la plata individuales en la combinada nórdica, Estados Unidos sumó cuatro de las nueve en la especialidad que une salto y esquí de fondo, el súmmum nórdico. Algo histórico. Ha mejorado claramente en el nuevo camino de la limpieza sin dopaje.

Rusia, en cambio, manchada y con sus correspondientes ausencias ha estado muy por debajo en sus fuentes inagotables nórdicas. Sólo ganó dos oros en el biatlón (tiro y fondo), y uno en el fondo. Un pobre bagaje empeorado con su casi desaparición en el patinaje. Su ministro de deportes, Vitali Mutko, criticó antes de los Juegos al presidente del COI, Jacques Rogge, por ejercer una "presión psicológica" a sus atletas, cuando dijo estar "alerta y preocupado" por los numerosos positivos de dopaje de deportistas rusos los últimos meses.

A los casos del atletismo se unieron los del esquí de fondo, muchos de ellos medallistas en Turín 2006, donde ya hubo una fondista pillada. Todos se cayeron de la lista para Vancouver, donde aún no habido positivos, pero sí amagos. Niyaz Nabeev se quedó precisamente sin la combinada nórdica por sus altos niveles de hemoglobina en las pruebas previas. Una clara sospecha de EPO. Y una jugadora de hockey fue perdonada, sólo amonestada, al justificar un medicamento que tomó para aliviarse supuestamente un catarro de nariz. Su país es el que tiene una tremenda neumonía deportiva.

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