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Un modesto en la cima

Bob Martínez, que dirigirá el Wigan, se convierte en el tercer técnico español en la 'Premier'

Jordi Quixano

Cuando Roberto Martínez (Balaguer, Lleida; 1973) era niño, los partidos de fútbol se dividían en dos momentos: jugar en las porterías grandes del primer equipo del Balaguer antes del calentamiento y admirar cómo su padre, el míster Roberto, dominaba el fútbol. Desde entonces ha llovido mucho. Pero siempre con el balón de por medio. El miércoles, Bob, como le conocen, firmará por tres temporadas como técnico del Wigan, de la Premier. Se convertirá así en el primer español en jugar y entrenar en la Liga inglesa y el tercero en dirigir en ella, tras Rafa Benítez y Juande Ramos. "Llegué hace mucho", apunta orgulloso desde el otro lado del móvil. Con Roberto irá su equipo: el segundo, Graeme Jones; el entrenador de porteros Iñaki Bergara, el masajista Óscar Brau y el jefe de ojeadores Kevin Reeves. "Sólo así podía dar el paso", conviene. Pero le sobra atrevimiento.

Hace 14 años fichó como jugador por el mismo equipo y hoy es su gran ídolo
Socio inmobiliario de Jordi Cruyff, rechazó ser ayudante de Ferguson

"¿Quién quiere a Mourinho si tenemos a Martínez?", cantaba la afición del Swansea en el Liberty Stadium. Roberto ascendió al equipo dos categorías y el año pasado se quedó a las puertas de la Premier. "Es un genio, saca lo mejor de todos", le elogia Serrán, futbolista del club junto a otros cinco españoles. "Le tienen verdadera devoción", agrega Orlandi, otro del equipo. Su método funciona. "El cuero debe ser el protagonista y no el avance territorial o los rechaces", argumenta. Pero ha tenido muchos referentes. "Cruyff, con el dream team; Toshack, con la Real; Maturana, Sacchi, Capello...", enumera. Y mano dura: prohíbe la falta de respeto o de compromiso, el alcohol, las grasas y los fritos. "El lema de disfrutar fuerte y jugar fuerte ha pasado de moda. Ahora los futbolistas deben ser atletas y modelos", insiste. Pero afloja cuando rueda el balón. "Siempre repite que disfrutemos del momento, de estar ahí y del partido", apunta Bussy, otro jugador del Swansea.

Tampoco le falta atrevimiento. En 1995, un empresario de JJB (ropa deportiva) le vio con el filial del Zaragoza -llegó a debutar en 1993 contra el Atlético- y se lo dijo a Dave Whelan, que empezó con una tienda de comestibles, prosiguió con el imperio de JJB y compró el Wigan. The Three Amigos, bautizaron a Roberto, Seba e Isidro Díaz al ficharlos, justo cuando se estrenó la ley Bosman. Seba se fue a los seis meses, Izzy duró dos cursos y Roberto sigue. Lejos queda cuando no sabían inglés y acudieron al primer partido en chándal y tocaba vestir de camisa y corbata. O al segundo, cuando ocurrió lo contrario. Tras el Wigan, en el que fue capitán, se marchó al Motherwell (2001-02) -"allí jugué poco, pero conocí a Beth", dice sin desvelar que se casará con ella a finales de este mes-, al Walsall (2002-03), al Swansea (2003-06) y a un breve paso por el Chester. En 2007, el Swansea le fichó por 54.000 euros para el banquillo.

El Wigan, al que ya rechazó hace dos años por su compromiso con el Swansea -"esto es la Premier e ingresarán 2,5 millones de euros por mí", reflexiona-, le pone una casa, un Audi Q7 y unos 55 millones de euros de presupuesto, bastante más de los 10 que manejaba en el Swansea. "Pero existir en la Premier es difícil", remarca.

Amigo íntimo de Jordi Cruyff (tienen negocios inmobiliarios en Manchester y Barcelona), rechazó el año pasado ir de ayudante de Alex Ferguson al United. Ahora también ha renunciado al Celtic. "Se lo debía al Wigan", se justifica Bob.

Roberto Martínez durante su etapa en el Swansea.
Roberto Martínez durante su etapa en el Swansea.

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