Los niños hacen temblar la WNBA

La estrella se va, su sucesora se toma un respiro. Esta es la situación que vivirá la NBA de chicas la próxima temporada, la última en el parqué de Lisa Leslie, y en la que Candance Parker, número uno del draft en 2008, rookie del año y jugadora más valiosa en su primera temporada, la jovencita que ya era una estrella antes de llegar, será madre por primera vez. Terremoto en la WNBA, dicen algunos. Sólo tiemblan las Sparks, el equipo que comparte Staples Center con los Lakers y donde juegan ambas, dicen otros.

"Es realmente difícil compaginar el equipo con mi familia", reconocía la gran Lisa Leslie ante la prensa de Los Ángeles cuando anunció su despedida casi entre lágrimas a principios de febrero. La jugadora ya tuvo que tomarse una temporada sabática cuando dio a luz a su hija, hace 19 meses.

"Los seguidores y los medios van a echarles de menos", dice una compañera

Su adiós no es inmediato, pues jugará esta temporada (las chicas empiezan en junio, cuando acaban los chicos) como gran despedida a los aficionados. Pero el mazazo está ahí. La WNBA nació hace más de una década replicando el modelo masculino, beneficiándose de su organización, de importantes contratos televisivos y de su capacidad de crear estrellas. Y Lisa Leslie, que está ahí desde el principio, es una de las grandes. "Es como Kareem Abdul-Jabbar, Wilt Chamberlain y Bill Russell, todo en uno", la definía Michael Cooper, histórico jugador de los Lakers y entrenador de las Sparks. Y es que Leslie, la chica que jugaba como un chico, la primera que hizo un mate, es una pívot zurda que tira con la derecha, anota -tiene un récord de 101 puntos en un partido, recordó Cooper-, defiende y tiene un lanzamiento casi imposible de defender. Una mujer competitiva al máximo que fuera de la cancha podría ser modelo, profesión con la que ha flirteado.

"Ha sido la mejor", asegura Betty Cebrián, la primera española en la WNBA y que se enfrentó a la angelina en muchas ocasiones. Siguiendo sus pasos con fuerza venía Candance Parker, que es "igual o mejor, y también muy mediática", según Cebrián, y está "muy apoyada por la organización", según Amaya Valdemoro, que tiene tres anillos de la WNBA. Con una diferencia. La hermana de Anthony (Toronto Raptors), la mujer de Shelden Williams (Sacramento Kings), la misma a la que han comparado con Michael Jordan, era una estrella antes incluso de llegar a la WNBA. Y sólo tiene 22 años. "Candance es la nueva cara de la competición", reconoce Roneeka Hodges, de Minnesota Lynx y este invierno en el Rivas Ecópolis.

Cada jugadora ve de forma diferente el terremoto. "Los seguidores y los medios van a echarles de menos porque son jugadoras importantes", continúa Hodges; "pero la Liga es mucho más que dos jugadoras". "Para quien va a ser diferente es para Los Ángeles", añade su compañera en Rivas, Ruth Riley, en plantilla de San Antonio Stars. Las Sparks lo asumen con resignación: "Estoy feliz por Lisa y triste por el juego", dice Delisha Milton-Jones, que juega también en el Ros Casares y tiene una larga amistad con Leslie; "pero la Liga tiene muchísimas estrellas que ahora van a tener la oportunidad de que se las vea más". Hodges, las enumera: "Taurasi, Bird, Jackson, Thompson, Pondexter, Augustus... todas las que ganaron el oro en los Juegos de Pekín". "Todas tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo". El cambio generacional está ahí. Leslie aguantará un año y puede que antes de su retirada Parker haya vuelto a la cancha.