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Reportaje:

A las órdenes de Alonso

Las urgencias que arrastra Ferrari le han llevado a tratar al asturiano como si fuera el único capaz de sacarle del agujero

Oriol Puigdemont

Semanas antes de comenzar este Mundial de F-1, Felipe Massa reconocía que no le preocupaba en absoluto la llegada de Fernando Alonso a Ferrari. "Yo siempre he corrido con grandes pilotos. Schumacher, Raikkonen, Villeneuve, Heidfeld, Fisichella... Alonso es mi quinto compañero que es campeón. No es que Ferrari tuviera malos pilotos hasta que ha llegado él. El nivel aquí es muy alto pero no me preocupa".

Probablemente, el punto de vista de Massa cambió por completo el domingo pasado mientras el brasileño circulaba a todo trapo por el circuito de Hockenheim, cuando Rob Smedley, su ingeniero de pista, le llamó por la radio en la vuelta 48 y le advirtió de que Alonso, que circulaba pegado al alerón trasero de su monoplaza, rodaba más rápido que él. Vamos, que debía quitarse del medio para que el español se colocara en cabeza y, así, iniciara esa remontada en el Mundial que llevaba anunciando desde hacía un par de carreras.

"Hay órdenes de equipo desde los tiempos de Nuvolari", explica Montezemolo

La maniobra levantó un gran revuelo, más por la forma que por el fondo en sí. "Cuando uno corre para Ferrari tiene que saber que los intereses del equipo están por encima de los individuales. De cualquier forma, estas cosas [las órdenes de equipo] ya se daban en los tiempos de Nuvolari", dijo ayer Luca Di Montezemolo, el presidente de la compañía. "En el pasado recibí muchas críticas por ello, pero yo hubiera hecho lo mismo de estar en su lugar", aseguró al respecto Michael Schumacher.

Si alguien puede ponerse en el pellejo de Alonso ese es el Kaiser, que en 2002 protagonizó un episodio calcado cuando Rubens Barrichello, su compañero de entonces en la Scuderia, pisó el freno a su paso por la recta de meta en la última vuelta para que el alemán ganara la prueba. Como ocurría entonces, la marca de los bólidos de il cavallino rampante ha vuelto a dejar bien clara cuál es su apuesta, para desgracia de Massa, que lleva años peleando para despojarse de la etiqueta de escudero de lujo. Con la llegada del asturiano a Maranello se han juntado el hambre con las ganas de comer. Tanto el bicampeón del mundo (2005 y 2006) como el equipo (15 títulos de pilotos y 16 de constructores), llevan el gen de la victoria incrustado en su ADN, pero ya llevan demasiado tiempo sin rascar bola (Ferrari, desde el título de constructores de 2008). Las urgencias que arrastra el constructor italiano le han llevado a recibir al chico de Oviedo como si se tratara del único capaz de rescatarle del agujero en el que se había metido.

Este extremo quedó claro el domingo, cuando Alonso se quejó por la radio de la reacción de Massa, que le cerró el paso cuando trataba de adelantarle en la vuelta 21 -"Esto es ridículo", dijo-. Las órdenes posteriores de Smedley a su chico dejaron en evidencia quién manda. "Fernando lo hizo para tratar de presionar a la gente del muro", opina Joan Villadelprat, que añade: "Eso lo hace porque es consciente del momento tan delicado que vive el equipo. Allí siempre hay prisas por ganar, pero para que las cosas funcionen es necesario que haya estabilidad". En Maranello, la estabilidad sin victorias no existe.

Alonso, en el podio de Hockenheim.
Alonso, en el podio de Hockenheim.GETTY

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